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Atentados en Morelia México, en la ruta del narcoterrorismo

José Vales Corresponsal| El Universal
Viernes 19 de septiembre de 2008

BUENOS AIRES.— “Un artefacto explotó en Ituango, departamento de Antioquia, y provocó la muerte de siete personas y 19 heridos de consideración y 28 con lesiones leves. Según el comandante de la Policía de Antioquia, coronel Luis Eduardo Martínez, el artefacto fue colocado en una caneca de basura de una calle peatonal de Ituango....”. Esta información pudo leerse en los medios colombianos el 14 de agosto.

Un nuevo acto terrorista, de esos con los que los colombianos aprendieron a vivir a diario, fruto de un flagelo que nació cuando promediaba la década de los 80, a manos de Los Extraditables, el brazo armado de varios cárteles de la droga que lideraban Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, y del que hoy se le recuerda como los años del “narcoterrorismo”, contra el que los gobiernos lucharon y luchan y que sólo fue reducido con la muerte del jefe del cártel de Medellín en diciembre de 1993 y de otros narcos, pero no su final, pues según el gobierno de Álvaro Uribe, “todavía falta para derrotarlo”.

Los recientes atentados en Morelia, Michoacán, y los que sufre la sociedad mexicana podrían ser el principio de una historia por la que pasaron países latinoamericanos como Colombia y Perú. Pero es en el primero donde se encuentra el resultado más catastrófico y la experiencia más vasta para combatirlo.

Se estima que solo entre 1984 y 1991, más de 7 mil personas perdieron la vida en un atentado o en un ataque narcoterrorista, por lo que fueron años que marcaron a fuego a la sociedad colombiana. Todo había comenzado en 1979 cuando el entonces presidente Julio César Turbay, firmó un tratado de extradición de narcotraficantes con el gobierno de James Carter. La primera víctima de esa guerra sin cuartel fue Rodrigo Lara Bonilla, ministro de Justicia del gobierno de Belisario Betancourt.

Los días más terribles van del 2 de septiembre al 6 de diciembre de 1989, el período enmarcado entre el atentado al edificio de El Espectador y el ataque con un autobús camuflado como de la empresa de alcantarillados de Bogotá con 500 kilos de dinamita a la Dirección de Administración de Seguridad (DAS), en el que murieron 72 personas y cuyo objetivo era acabar con la vida del jefe del DAS, Manuel Maza.

En el medio, queda el explosivo en el vuelo de Avianca, que en la mañana del 27 de noviembre de ese año, había despegado del aeropuerto El Dorado con destino a Cali. Murieron 107 personas.

Allí surgió la guerra entre cárteles: Medellín contra Cali, de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, por eso no sorprendió la cadena de atentados a las droguerías La Rebaja, propiedad de los últimos.

De aquellos años fundacionales del narcoterrorismo, queda el doloroso recuerdo y la experiencia de que casi nada en materia de políticas de seguridad alcanzaron.

 



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