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Atentados en Morelia Reina desconsuelo de familiares

Azucena Silva y Roberto Aguilar, Corresponsales| El Universal
Jueves 18 de septiembre de 2008

estados@eluniversal.com.mx

MORELIA. Mich.— A tres días de las explosiones, las historias surgen, se entretejen y le dan rostro a la tragedia que ensangrentó el grito de Independencia en la Plaza Melchor Ocampo.

Carmen Liliana Rico Urbina es una joven de 19 años en estado de coma en el hospital Civil. Le amputaron una pierna y lucha por conservar la otra. Su hermana Ana María, de 14 años, se recupera en el Hospital Infantil.

Su padre, Antonio Rico, relató que Carmen estudia computación y su gran anhelo es tener una laptop. “El lunes me pidieron permiso para ir a escuchar el grito. Luego alguien me avisó que estaban hospitalizadas.

“Ahora temo que por ser muy alegre, entre en estado de choque cuando vea que perdió la pierna, y por ello pido que le den tratamiento sicológico.”

Tres de las víctimas fallecidas en el atentado eran de Tampico, Tamaulipas, y estaban en Morelia en viaje de placer o negocios. Dos personas fueron identificadas como Juan Antonio Ríos Pescador, de 50 años, y Martha Quintero Brambila, de 40. Se sabe de otra víctima tamaulipeca, pero se ingnora su nombre.

En el Hospital Civil, Mauricio Aguilar dijo que su familia es de Querétaro y que vinieron de paseo a Morelia. “Decidimos presenciar el grito y nos quedamos al lado de la Catedral. El gobernador (Leonel Godoy) comenzó a gritar vivas. Fue justo en la última ¡Viva México! que la granada golpeó mi cabeza”.

Indicó que a partir de ese momento todo pasó muy rápido. “Aquel objeto rebotó hacia atrás y estalló.

“Perdí de vista mi cuñada, quien cayó al piso herida. Mi hermano se había quedado más atrás y también resultaría lesionado. Mi sobrino Maximiliano que estaba adelante y mi sobrina Bárbara se desangraban”.

Recuerda: “mientras estaba tirado apenas pude ver al joven que minutos antes estaba detrás de mí. A él la explosión le había destrozado la pierna izquierda. Y la señora que estaba detrás de él estaba despedazada.

Desconsolada, Silvia Bautista señala: “A quienes hayan arrojado las granadas, que Dios los perdone, y si tienen familia que no les pase nunca esto que es tan doloroso, no se los deseo realmente”.

Mientras, vela a su hija Gloria Álvarez Bautista en la funeraria Santa Cruz.

 



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