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Atentados en Morelia: Amanecen en ‘zona de guerra’

Azucena Silva y Rafael RiveraCorresponsales| El Universal
Miércoles 17 de septiembre de 2008

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La ciudad está de luto. Como un pueblo fantasma, la gente no salió tras la trágica noche. Ejército mantiene resguardada el área

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La ciudad de Morelia amaneció con el cielo gris, sin gente en las calles —como en un pueblo fantasma— luego de los atentados perpetrados con artefactos explosivos el lunes por la noche, justo al momento de los “viva México” para conmemorar un año más de la Independencia.

La Plaza Melchor Ocampo, donde explotó uno de los artefactos, parece, a lo lejos, una “zona de guerra”, fuertemente resguardada por soldados del Ejército mexicano, quienes llegaron 10 minutos después de las detonaciones.

Las muestras de la tragedia aún se pueden ver en las calles salpicadas con sangre, en las que perdieron la vida siete personas, y más de cien, inluyendo niños, resultaron gravemente heridas.

Decenas de zapatos destrozados yacen en el piso de la zona de la conflagración. Un boquete de unos 80 centímetros de diámetro es una de las huellas que dejó la explosión de uno de los artefactos en la calle de Madero.

Morelia está de luto por los actos terroristas, según las propias palabras del gobernador del estado, Leonel Godoy.

La acción criminal despertó el miedo y una psicosis en la ciudad, de unos 500 mil habitantes. Los hoteles más céntricos, los que se encuentran en la zona próxima al sitio de las explosiones prácticamente se vaciaron. Los turistas abandonaron la capital michoacana antes de los previsto. Las vacaciones del puente de las fiestas patrias habían terminado. Los restaurantes también lucieron sin gente. Los habitantes de Morelia abandonaron el ambiente festivo del 16 de septiembre. El desfile que estaba preparado también se canceló. Leonel Godoy pidió a la población un minuto de silencio para los caídos.

Conforme transcurrió el día, la gente salió tímidamente a continuar con sus actividades cotidianas. A su paso, se topaban con los batallones del Ejército, fuerzas federales y estatales que patrullan las calles. Todos con armas largas, de alto poder.

La vigilancia se reforzó en las entradas y salidas a esta ciudad. Prácticamente se militarizó Morelia.

En el centro histórico, la mayoría de los comercios permanecieron cerrados, muchos por las fiestas patrias, otros, por la zozobra que desató el recuerdo de los estallidos que retumbaron como cañones en los edificios de cantera rosa. En cambio, algunas tiendas departamentales de la periferia abrieron sus puertas sin contratiempos.

Elementos del Ejército mexicano colocaron mantas, en distintos puntos de la ciudad, con el número telefónico 443 214 1538 para pedir a la población información con la esperanza de que una “voz anónima” diera pistas sobre los responsables.

El paro de labores de personal administrativo de clínicas y hospitales del estado fue levantado para agilizar la atención de las víctimas. Se convocó a la población a donar sangre para los heridos.

Las explosiones de la noche del Grito fue el tema del debate entre los habitantes de Morelia. “Esto es parte del narcotráfico porque no cualquiera consigue una granada”, dijo Claudia, una estudiante que para su fortuna, prefirió no salir esa trágica noche del 15 de septiembre, y se quedó en casa con su familia.

Ayer, las amenazas de bombas y de nuevas acciones sangrientas recorrieron la ciudad, en un rumor que mantuvo vivo el fuego del temor.

 

 



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