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Uno: arrogante; el otro: incongruente

POR EDUARDO VALLE mvalle131@aol.com| El Universal
Sábado 02 de agosto de 2008
Barack Obama puede aprender una lección de la campaña de López Obrador: la arrogancia política es un veneno mortal

La obvia ventaja estratégica está del lado de los demócratas; en términos racionales. Pero aquí estamos hablando de la Casa Blanca, de política y poder en un grado extremo. Por ello esa ventaja puede diluirse y así la disputa hoy está nivelada en las encuestas, y la probabilidad para el éxito de los republicanos puede crecer en la medida en la cual los votantes ahora “indiferentes” —buena parte de ellos: blancos, anglosajones y protestantes— comiencen a participar.

La elección es en noviembre; poco más de tres meses. No se definen aún los compañeros de boleta (los candidatos a la vicepresidencia), luego se celebrarán las convenciones partidarias y entonces conoceremos los discursos de los candidatos. Vendrán los debates televisados. Así que la confrontación entre Barack Obama y John McCain apenas comienza. Mientras las petroleras obtienen ganancias gigantescas y las automotrices sufren pérdidas históricas; el desempleo, en especial en la construcción, crece y los gastos en energía y alimentos se comen el salario real. Cuando la explosión de la ruptura inmobiliaria genera inmensas tensiones en el sector bancario y financiero, con un preocupante aumento del inventario de casas a la venta. Eso quiere decir: docenas de miles de familias expulsadas de su casa. Mas el déficit presupuestal del gobierno federal alcanza nuevo récord.

Julio fue un mal mes para McCain; en especial en política exterior, su “punto fuerte”. Pero con todo, Obama no logró romper la barrera de más de 50 puntos en términos del electorado potencial. Lo muestran David S. Broder, el 24 de julio, y Robert D. Novak, el día 28, en The Washington Post. McCain, apunta con agudeza Novak —ahora sufre de un tumor en el cerebro y no escribirá por un tiempo— tiene un margen de 10% a 15% del electorado nacional, compuesto en su mayoría por trabajadores blancos. Exacto: esas personas de las que hablaba Hillary Clinton hace semanas. Si McCain se consolida ahí (vicepresidente, discurso y debates), Obama remará desde ya contra la corriente del río.

Obama comete errores: su equipo de campaña y sus activistas son extraordinarios. Y están aguantando el viraje indispensable al centro. Pero hay una imagen de arrogancia (actúa como presidente en funciones cuando faltan tiempo y decisiones), la cual es atacada por la experta maquinaria republicana. Barack Obama podría aprender una lección de la campaña de López Obrador: la arrogancia política es un veneno mortal. Aceptar errores (el incremento de tropas y la contrainsurgencia está funcionando en Irak) es una muy elegante forma de superarlos y el demócrata, aún en muy buenos momentos, no lo quiere hacer. Eso cuesta.

Pero si Obama parece arrogante... y proteccionista, McCain tiene sus propios problemas. Daniel Henninger, el 31 de julio, en The Wall Street Journal lo muestra incongruente y hasta ignorante examinando declaraciones del republicano sobre el sistema de seguridad social, los impuestos y la política energética. El título de esa columna es francamente agresivo: “¿Es estúpido John McCain?”. En forma curiosa, precisamente el lado más débil de McCain es la política económica. Por si fuera poco, el republicano despidió a un principal asesor en esa materia —un ex senador— cuando éste declaró que el pueblo de EU se manifestaba como un “pueblo de quejosos”.

Si lo anterior es correcto, entonces Obama tiene todavía una oportunidad: pelear por ese porcentaje vital de 10% o 15% del electorado (trabajadores blancos en Michigan, Wisconsin y Minnesota, por ejemplo). Pero para ello necesita cerrar brechas (Bill Richardson como compañero: experto en audaces giros diplomáticos y con un español excelente). Y ganar en el territorio del adversario: proponiendo una nueva política económica, la cual apueste a la innovación, al esfuerzo productivo, a los impuestos justos y la austeridad en el gasto del gobierno. No al aislacionismo, el proteccionismo y la debilidad provocada por los déficit y las aventuras militares. Tiene que entender primero la herencia de George W. Bush para poder convencer al electorado y rechazar sus peores expresiones. De otra manera no gana.



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