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Filosofía, ancla de rebelión del 68 mexicano

Juan Arvizu| El Universal
Domingo 04 de mayo de 2008

juan.arvizu@el universal.com.mx

Una sensibilidad esperanzada contra la injusticia y arbitrariedad en un México en crisis económica y política impulsó al movimiento estudiantil de 1968, cuya influencia indirecta fueron Jean-Paul Sartre, Michel Foucault y Louis Althusser, quienes cobraron importancia en los años siguientes, al igual que Gilles Deleuze y Jacques Derrida, dice el estudioso de la filosofía política, Cesáreo Morales.

Plantea que en el 68 mexicano primero fueron las protestas en las calles, después las ideas que explicaban la rebelión, más allá del pliego de exigencias inmediatas.

Los filósofos que brillaron en Francia fueron lectura de iniciados en Lecumberri y en facultades universitarias antes, durante y después de los casi tres meses de un movimiento, de julio al inicio de octubre, que —señala Morales— legó lecciones al México actual.

El experto describe a la estudiantil como una expresión espontánea, sin “poderío teórico”, pues el pensamiento de los filósofos de la época se sembraba apenas.

En la primera parte de los 60, unos pocos leían a los marxistas que llegaron a ser exitosos en librería en los 70 y 80, cuando en Europa el marxismo estaba en crisis.

En los estudiantes del 68 había espontaneidad y sensibilidad ante lo autoritario, y una actitud democrática, social y participativa contra cosas que no podían seguir como están.

El mayo francés estaba en los estudiantes mexicanos que incluso adoptaron frases como “prohibido prohibir” y “la imaginación al poder”. Charlas de las tácticas parisinas, sin duda, tuvieron repercusiones.

—¿Cómo influyeron los grandes filósofos de la época?

—Había una pequeña acumulación teórica en distintos temas de los trabajos de Marx, la cual no podía haber influido en el movimiento.

Morales publicó este año el libro Fractales. Pensadores del acontecimiento, con ensayos sobre los cinco filósofos que han impactado a las generaciones mexicanas de la segunda mitad del siglo XX.

De Sartre resalta que fue una figura respetada por el movimiento estudiantil francés, que por cierto acabó con Los Mandarines, dice. Se mantuvo como un genio de la literatura, un crítico del capitalismo.

En México, La Náusea, una novela de mucha desesperanza, tuvo un efecto contradictorio al hacer pensar en una salvación posible; cómo salvarnos y, sobre todo, cómo salvar al otro.

Tambien figura Louis Althusser, quien ya publicaba artículos desde 1963.

En Fractales, Morales recuerda que años antes del 68, México se había convertido en la capital editorial de las obras de Marx, traducidas por W. Roces e impresas por el Fondo de Cultura Económica.

En 1967, grupos de estudio leían a Althusser, cuyas ideas influyeron en el sindicalismo independiente, movimientos campesinos y la guerrilla urbana.

Foucault trajo a la discusión el análisis sobre represión, lenguaje, poder, el poder del saber y el saber como poder. Dio dimensión cultural al movimiento.

Deleuze era un filósofo estudiado por pequeños grupos de la época en México. Sustentó la idea de que “repetición y diferencia no dejan lugar a la continuidad”, de que “cada acto y cada decisión son únicos”.

Derrida es casi desconocido en México en 1968 e impacta con su influencia en los 70, cuando las grandes preguntas abiertas años antes ensayan respuesta sobre el papel de la democracia, del Estado.

Las lecciones del 68

El movimiento estudiantil y los conceptos teóricos de la época permiten dar, dice Morales, “un pequeño salto hacia adelante, en los años siguientes”. Y deja varias lecciones: “de la represión, de lo espontáneo, de la organización política”.

Del 68, los pensadores obtuvieron la lección de “contar con análisis, diría Lenin, un análisis concreto de la situación concreta.

Las respuestas a la desigualdad que motivó a la juventud de 1968 deben alumbrar, destaca Cesáreo Morales, en la búsqueda de nuevos equilibrios, en otro arreglo social, con —insiste— empleo bien remunerado.



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