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China sin Mao: hueco espiritual

El Universal
Domingo 03 de diciembre de 2006

En los pasados 90 se afirmaba que el vertiginoso crecimiento económico de China había provocado que el culto que el país profesaba por su extinto líder comunista, Mao, fuera sustituido por la veneración del dinero. Ser rico es ser glorioso, rezaba más o menos una frase atribuida a Deng Xiao Ping, sucesor de Mao y artífice de la exitosa apertura económica.

Pero los chinos parecen haber encontrado ya sustituto para la veneración del dinero, de acuerdo con funcionarios y observadores académicos consultados por el diario The International Herald Tribune, que aseguran que en el país más poblado del mundo tiene lugar una verdadera explosión de cultos religiosos, que compiten de manera feroz por conseguir adeptos, pero también, aparentemente, para ser los más exóticos y militantes.

"El debilitamiento de la ideología comunista dejó un hueco espiritual que está siendo llenado por la religión", asegura la publicación, citando diversos estimados extranjeros que indican que actualmente China ya tiene más practicantes protestantes que Europa completa.

Pero lo que preocupa al gobierno central no son los grupos religiosos legales: católicos, protestantes, budistas, taoístas y musulmanes, que se cuentan por millones. El peligro son las sectas nuevas, con nombres tan exóticos como Los Sirvientes del Tercer Grado y El Relámpago Oriental, que practican versiones muy particulares del cristianismo y que concentran sus actividades en las zonas rurales, que son las menos favorecidas con el progreso económico de los años recientes.

El peligro para el gobierno central es, explican los expertos, que si siguen creciendo al actual ritmo acelerado, estos grupos van a rivalizar en adeptos fervientes con el Partido Comunista. Con este mismo argumento Pekín persiguió en los 90, hasta casi exterminarlo, al grupo religioso Falung Gong. Pero aquello fue sencillo, ya que la agrupación concentraba sus actividades en zonas urbanas, fáciles de monitorear.

Las nuevas sectas proliferan casi sin control en el ambiente "subterráneo" rural, lo que en los últimos meses les ha permitido, por ejemplo, protagonizar sangrientos ajustes de cuentas para controlar territorios.



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