Los huérfanos del narco
CULIACÁN, Sin.- El disco compacto de "El Verdugo de Sinaloa" quedó tirado junto a restos del parabrisas en el asiento del conductor de la camioneta Ram azul último modelo que manejaba aquel medio día del pasado domingo 12 de noviembre Rosario Angulo Soto. Este hombre, de 31 años de edad, jefe de una célula del cártel de Sinaloa y apodado El Bitachi , iba al volante del vehículo en el que viajaban, según la policía, por lo menos 15 sicarios quienes buscaban a Manuel Buena Rostros, conocido como "El Güero Rostros", jefe de una banda rival. Llegaron a un pueblo llamado Comanito, un caserío con calles sin pavimentar localizado a la orilla poniente del municipio de Mocorito, ubicado a una hora y media de distancia al norte de Culiacán. Parecía que ya los esperaban, pues un grupo de 20 hombres armados los emboscó desde las orillas del camino. Algunos pobladores declararon que "parecía un campo de guerra", porque se escuchaban los balazos con tal intensidad que no se atrevían a salir para ver qué pasaba. Fueron 12 minutos los que duró el intercambió que concluyó con la huída de los visitantes que sacaron moribundo a El Bitachi, quien murió horas después en la Cruz Roja del municipio. Los cadáveres de hojalata La camioneta Ram es una 4x4 que luce, junto a cientos de autos, como una pieza más del parque temático sobre ejecuciones y ajuste de cuentas en que está convertido ese depósito que depende de la unidad de bienes asegurados de la Procuraduría de Sinaloa. En una hectárea y media ubicada al oriente de la capital se pueden observar autos casi nuevos de las marcas Audi, BMW, Hummer y las infaltables Lobo y Ram, con perforaciones de calibres AK-47, R-15 y el de mayor tamaño, el del FAL, que es el que luce el toldo y la cabina de la unidad que conducía El Bitachi. Este año por lo menos han ingresado 300 vehículos, algunos con reporte de robo otros como parte de decomisos pero los que no dejan de entrar son los relacionados con ejecuciones, explica el doctor Jorge Fernández, titular de ésta área en la procuraduría. Durante el recorrido por el corralón se aprecia una Jeep cherokee blanca con impactos en la puerta del conductor y del copiloto: es en la que asesinaron en septiembre de 2004 a Rodolfo Carrillo Fuentes y su esposa en el estacionamiento de un centro comercial de esta capital. Hay un Jetta rojo, cuyo reporte ministerial señala que se contaron 154 disparos. Era de un narcomenudista con adeudos con sus proveedores. A unos metros está una camioneta Nissan azul con orificios sólo del lado del copiloto, ahí viajaba un individuo apodado El Borrego, un sicario que debía varias muertes en el centro del estado. A orillas del predio, cubiertos por la hierba, se amontonan uno sobre otro autos que al paso del tiempo nadie ha reclamado; hay un lote con carrocerías oxidadas y chamuscadas, como si se tratara de un museo con piezas para armar un rompecabezas sobre la violencia por el narco. Pero cuando el visitante se acerca para observar a detalle el vehículo de El Bitachi, de repente surge una nube de moscas, pues la parte trasera aún tiene rastros de una enorme mancha de sangre. En la cabina, entre los discos compactos y restos de vidrio, aparece un álbum titulado "Las más bailables del pasito sierreño" que junto con la del "Verdugo de Sinaloa", parecería ser la música de fondo que acompañaba aquel domingo a los sicarios. La ciudad de las cruces Noviembre es el mes en que las cruces colocadas en decenas de calles dispersas por Culiacán lucen siempre adornadas. Son la simbología que identifica el sitio donde fue ejecutada alguna persona y con las que, a manera de recuerdo, sus familiares buscan honrar su memoria. Como la que está sobre el boulevard Arjona, frente a la Junta de Agua Potable del municipio, la cual tiene una pequeña capilla de escasos 40 centímetros de altura con una palabra grabada en el marco que dice "Ánimo" y que está levantada sobre el camellón central para "Toño", un chico que estudiaba en la Universidad de Occidente, localizada a unas cuadras de aquí, quien el 4 de octubre fue en ejecutado en este sitio cuando iba en su auto. "Te extrañamos Toñito, estás en nuestros corazones", reza el mensaje inscrito en la cruz. El altar está adornado con globos en forma de estrella azules y verdes, hay una pequeña alfombra que simula ser pasto artificial y rosas blancas de plástico. Pero la cruz mejor cuidada, la que pocas veces se ve sin flores, es una de caoba que está en el estacionamiento del centro comercial Cinepolis. Es la de "Rodolfito" y Giovanna, el menor de los Carrillo Fuentes y su esposa. La efigie tiene inscritas sus fechas de nacimiento, de él, el 20 de julio de 1975, y de ella, el 31 de julio del 76. Sobre la madera, colocada en la base de un poste de alumbrado donde cayó la pareja, está un llavero de piel dejado como ofrenda, junto a una pulsera hecha de corazones rosas. Don Pedro, un hombre de bigote y tez clara, quien trae una gorra para cubrirse del sol y que trabaja en el estacionamiento, dice que siempre hay gente que se da una vuelta por este lugar y le deja 20 dólares como propina para que la cuide y mantenga encendida una veladora. La que luce descuidada, apenas con unos botes sin agua para las flores, es la que se encuentra en la esquina de la calle Rafael Buelna, a un costado de la iglesia conocida como del padre Cuco, colocada en el lugar donde ejecutaron el 13 de julio de 1996 a un sobrino de Ismael "El Mayo" Zambada, quien según la inscripción, nació el 2 de octubre de 1971. Si la paulatina aparición de cruces por avenidas y calles de esta ciudad es el referente visual del incremento de la violencia, ésta había sido contemplada en un informe de la Procuraduría del estado. En él se leía que se estaba "llevando a cabo una guerra por el control de espacios citadinos, con graves riesgos de que la tendencia en el corto plazo se invierta; esto es, que el mayor número de homicidios dolosos sean cometidos en medio urbano, trayendo aparejado una percepción social de mayor inseguridad". La tendencia que refería el documento, cuya copia tiene este diario, es que 58% de los 302 ejecutados hasta ese mes había sido en zonas rurales. A estas alturas del año, como preveía el análisis, la cifra ya se invirtió. De acuerdo con la dependencia el índice de ejecutados en los primeros 10 meses de 2006 fue de 503. Sinaloa rompió su record de homicidios por arma de fuego por mes cuando octubre pasado cerró con 63, un promedio de dos diarios; antes, el mayor volumen se registró en junio cuando hubo 61, de los cuales casi 70% fue en la capital. En 2005 la entidad tuvo 610 muertes violentas, hasta el 15 de noviembre la cifra estaba en 537, con posibilidades de que rebase a la del año pasado. A estos números la Comisión Estatal de Derechos Humanos les dio contenido cuando aseguró, en un informe presentado hace unas semanas, que debido al alto índice de ejecuciones hay 800 niños huérfanos cada año lo que viene a representar 600 familias disfuncionales en la entidad. Cuando se habla de niños en el estado la referencia es el 26 de octubre pasado, cuando un comando ejecutó en el poblado de Guamúchil a cinco personas, tres de los cuales eran menores de 10, cinco y dos años. Éste y otros casos relacionados con la violencia que se registra casi a diario en la entidad es un reflejo de la pérdida de valores, consideró el filósofo sinaloense Jaime Labastida durante su mensaje de apertura de un coloquio realizado en Culiacán el jueves 16 de noviembre. "No se trata de una educación formal, sino de valores integrados en la conciencia de la sociedad, antes era un Sinaloa ético, y ahora está atravesado por el cáncer del narcotráfico", indicó. La venganza de El Bitachi De lo único que se acuerda don Cruz Sánchez, un hombre de 78 años vecino de Sasalpa, el poblado que la madrugada del miércoles 15 de noviembre se convirtió en una enorme hoguera que iluminó la noche en la periferia de Mocorito, es que los individuos que derribaron la puerta de madera de su casa le dijeron: "Nosotros no matamos plebes, viejas ni viejos, ¿Dónde está ese hijo de su p... del Güero?". Era un comando de 80 hombres equipados con lanzagranadas y otras armas sofisticadas, vestidos de verde tipo militar y con uniforme de agentes de la Agencia Federal de Investigaciones, que incendiaron 18 casas y 19 vehículos luego de cortar los cables de luz y teléfono para incomunicar al poblado. La caravana de sicarios arrancó su periplo en busca de El Güero en esta comunidad para continuar su travesía por Comanitos, donde dos días antes cayó El Bitachi, y concluir en Chicorato. No dieron con El Güero, pero arrasaron con propiedades de su familia como venganza del cártel de Sinaloa, la PGR se lo atribuyó a gente de Joaquín El Chapo Guzmán, en represalia por la muerte de un de sus lugartenientes. Un radio de 20 kilómetros donde se localizan las tres comunidades se convirtió en una imagen actualizada de la llamada "cúspide" de la violencia con el que cierra el sexenio.





