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Sexto Informe de Fox: Saldo del cambio

JOSÉ LUIS RUIZ| El Universal
Domingo 27 de agosto de 2006
Se espera un clima hostil producto de las críticas de la oposición y, también, de la pugna postelectoral. No será un día de campo, le ha advertido el PRD. El Presidente no admite denuncias de nulos avances; para él son muchos los logros

Vicente Fox Quesada, presidente del llamado gobierno del cambio, se alista para enfrentar uno de los momentos más difíciles de su gestión: presentar su sexto y último Informe de Gobierno, en un Congreso dividido y, en medio de una confrontación política, que se avivó por las acusaciones del candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, de fraude en las elecciones del pasado 2 de julio.

Su paso por el Palacio Legislativo de San Lázaro no será un día de campo, le advirtió ya la dirigencia del PRD. Aun así, el ritual de informar cada año sobre el estado de la nación, se cumplirá sin cambios, en tiempo y forma, este 1 de septiembre.

Esta vez, el mensaje de Fox tendrá como eje una reflexión política de lo que significó para México y la ciudadanía, la llegada de un gobierno democrático, a decir de la propia Presidencia, y que no surgió de un partido de Estado, pero también incluirá una rápida exposición del conjunto de acciones realizadas, sin cifras, en los seis años de gobierno.

El presidente Vicente Fox llega a su último Informe de Gobierno con altos niveles de aceptación, de acuerdo con los sondeos de la Presidencia, cercano al 7.0 de calificación en una escala de diez, pero con poco crédito entre la clase política del país y fuertemente criticado por el llamado círculo rojo, que le endilga una profunda inacción de gobierno y falta de capacidad negociadora para enfrentar y resolver los grandes problemas nacionales.

Para la oposición, que se mantuvo implacable contra el Ejecutivo a lo largo de su mandato, acusa que éste fue un gobierno perdido, con nulos avances y sin una estrategia clara y efectiva para derrotar la pobreza y la marginación. En otras palabras, que traicionó las expectativas que los mexicanos tenían del gobierno del cambio.

Por supuesto que nada de esto acepta el presidente Fox, y en cada aparición pública destaca los logros alcanzados en su gobierno en todos los frentes, incluso, en materia de combate a la pobreza.

Asegura que en su gestión sexenal, el número de mexicanos que se encuentra en situación de pobreza extrema, es decir, que vive con menos de dos dólares al día, se redujo en 30%, y no se cansa en señalar que éstas son cifras que avala la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y el Banco Mundial.

Cada vez que toma un micrófono, el presidente Fox sostiene que la economía nacional está en su mejor momento, que el crecimiento se ubica ya en 5%, los empleos nuevos en 650 mil y que se "rascará" el millón al finalizar el año, que las tasas de intereses y de inflación se encuentran en los niveles más bajos de la historia, que las reservas internacionales ya se ubican en los 70 mil millones de dólares, y la deuda externa en una caída en picada hasta llegar al fin del sexenio a menos de los 40 mil millones de dólares.

Del aplauso al abucheo

Aún con estas cifras, el jefe del Ejecutivo federal se prepara para enfrentar un clima hostil en el palacio legislativo de San Lázaro -ya sitiado por cientos de elementos del Estado Mayor Presidencial y policías federales y capitalinos, apoyados por equipos blindados-, donde la ceremonia del Informe Presidencial ya pasó de los aplausos más largos del sexenio, en la era priísta, a los insultos, a los gritos, a los abucheos y a las agresiones verbales, en los últimos cinco informes de la era foxista.

Cómo olvidar aquel 1 de septiembre de 1982, cuando José López Portillo, quien se autodefinió como "el último presidente de la Revolución" fue objeto de halagos e incluso, de un fuerte aplauso, quizás el más largo, cuando anunció la nacionalización de la banca, en un discurso más que emotivo, dramático.

"Ya nos saquearon, México no se ha acabado, no nos volverán a saquear". Y de cada rincón del Palacio Legislativo estallaron los aplausos frente a lo dicho por López Portillo, a punto de romper en llanto.

Criticado y acusado de "populista" por el propio presidente Fox, el entonces mandatario, amante de la equitación y el tenis, se vanaglorió en pleno curso de su mandato, de que México era ya el cuarto productor de petróleo, tras el descubrimiento de importantes yacimientos en Chiapas, Tabasco y la sonda de Campeche, y en esa bonanza efímera expresó: "Los mexicanos que han sufrido carencias ancestrales, ahora tendrán que aprender a administrar la abundancia".

Cinco años después, en 1981, el desplome de los precios del petróleo arrastró a la economía nacional petrolizada hacia la crisis, que se agudizó con la fuga de capitales, por la devaluación del peso y una deuda externa impagable, que superaba en esos tiempos los 100 mil millones de dólares.

Contrariamente, el presidente Fox llega al fin de su gobierno con un superávit en la venta de petróleo, pero esta vez, producto de un precio cercano a los 60 dólares por barril, que le ha dado a las arcas del país por lo menos 140 mil millones de pesos extra en lo que va del año.

La llegada de Fox a su sexto Informe de Gobierno podría darse en medio de una tensa espera por la calificación que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hará de las elecciones del 2 de julio, y proclame, a más tardar, el 6 de septiembre, al presidente electo de México.

Bajo un panorama nada alentador, en medio de protestas del PRD por lo que consideran un fraude electoral y llamados de López Obrador a la "resistencia civil pacífica", sin contar con el conflicto en Oaxaca, Fox rendirá su último Informe de Gobierno, uno que llegó en el año 2000, tras derrotar por amplio margen a Francisco Labastida Ochoa, candidato del PRI, partido con más de 70 años en el poder.

Así, el próximo 1 de septiembre se cumplirá una vez más con lo establecido en el artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: el Presidente de la República asistirá a la apertura de sesiones ordinarias del primer periodo del Congreso, y presentará un informe por escrito enel que manifieste el estado general de la administración pública federal.

El 1 de diciembre, Fox se mudará de Los Pinos a su rancho de San Cristóbal, Guanajuato, donde se dedicará a montar a caballo, escribir un libro, a cuidar a su nieto Vico, y a dejarse querer por "mi querida esposa, Marta (Sahagún)", según sus propias palabras.



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