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¿Volará otro pajarito?

GUILLERMO SALAS ALONSO| El Universal
Domingo 05 de febrero de 2006
Se han registrado brincos descomunales y escapes de la plaza, pero casos como el del toro destinado a Ocampo, ninguno. Quizás nunca se repita

Saltó Pajarito al ruedo en segundo lugar. Con él iba a confirmar su alternativa Xavier Ocampo. Poco seguro estuvo en el ruedo, al que salió rebosado de bravo. Sí, de bravo saltó. Con los cuartos traseros se apoyó en el filo de la barrera para impulsarse y seguir el vuelo hacia la parte del tendido, las barreras de sombra.

¿Podrá repetirse la escena? Las probabilidades son casi nulas. Un cálculo conservador sitúa en más de 14 mil los toros que se han lidiado en la Plaza México a lo largo de sus 60 años de existencia, y nunca había sucedido una cosa similar. Quizá nunca se vuelva a ver.

Pero a lo largo de la historia del espectáculo, uno de los más viejos que existen, han ocurrido otros sucesos insólitos, totalmente inusuales.

Torear en la calle

Fue en el siglo XVIII, en Sevilla, se escapó un toro del matadero, era un toro bravo, no de abasto. El burel provocaba pavor entre los transeúntes y por ahí pasaba José Delgado Guerra Pepehíllo, quien, dice la leyenda, transitaba con sus avíos de torear. Echó mano de muleta y espada y en plena calle de Lombardos, dio muerte al intruso.

Le ocurrió al mismo Papehíllo, en 1784. En la plaza de Calatayud, un toro, como Pajarito el domingo, brincó al tendido. Eran gradas sin butacas y caminaba y embestía con toda furia. Pepehíllo subió y ahí mismo le colocó una gran estocada. Lo vitorearon.

Otro caso similar, ya en la era moderna, ocurrió en 1928 y en Madrid. Un toro se escapó del matadero y sembró el pánico por la Avenida del Conde de Peñalver, mejor conocida como la Gran Vía.

El ejemplar entró por el puente de Segovia. Quiso la suerte que por ahí se encontrara el matador Diego Mazquiarán Fortuna. Se quitó el abrigo, pues era invierno, y toreó a la res. Alguien le entregó una espada y lo mató de media estocada y un certero descabello. La gente desde los balcones pidió las orejas para el valeroso diestro. El toro antes había herido de gravedad a una mujer en la calle de Laganitos.

Los saltos increíbles

Entre brincos descomunales se recuerda el caso de un toro en la vieja plaza de Texcoco, donde se realizaba la feria mexiquense. En los corrales, cuando se realizaba el sorteo de los mismos, uno de los animales saltó una barda de tabique reforzada con concreto de ¡cinco metros de altura! ¿Cómo lo logró, cómo salvó esa altura? Nadie sabe explicarlo, el caso es que el burel cayó en las instalaciones de la feria.

No había mucho público a esa hora, pero el que se llevó un susto tremendo fue el apoderado de Mariano Ramos, José Abedrod (qepd), quien estaba en una silla de ruedas. Quedó petrificado y el no moverse lo salvó porque el toro no lo embistió. Los toreros lograron someterlo y regresarlo a los corrales.

En la plaza de Ciudad Guadalupe, en Monterrey, un toro escapó de la plaza. Lo toreaba Arturo Gilio, quien lo siguió hasta el estacionamiento y ahí concluyó la faena, en forma brillante. Tanto, que ahí lo mató de estocada y le concedieron el rabo por esa hazaña.

Y al revés, la gente a la arena

Ha ocurrido que se caiga parte del tendido de las plazas, ha sucedido en todo el mundo. En la Feria del Mole en Atocpan, en Milpa Alta, en una corrida en la que actuaban Eloy Cavazos y Antonio Lomelín, se anunció que el acapulqueño llegaría en helicóptero. Así lo hizo y no se sabe con exactitud por qué, pero medio tendido se desplomó de la plaza portátil en ese momento. Por fortuna no había toro en el ruedo; Cavazos, momentos antes, había matado a su primer enemigo. La gente saltó al redondel. Por fortuna, no habían ordenado la salida del otro astado.

En la México.

¿Cuántos toros han saltado la barrera de la Monumental Plaza México? Muchos. Se han programado más o menos, entre año y año, 40 festejos anuales entre corridas y novilladas, lo que implica unos 2 mil 400 los espectáculos celebrados desde 1946. Con un promedio de 6 toros cada uno, han salido al ruedo más de 14 mil 400 toros en un cálculo conservador.

Pues Pajarito, con el mismo nombre del famoso toro de San Mateo que inmortalizó en La México Luis Miguel Dominguín, es el primero que alcanza a llegar a las gradas y confundirse con el público.

Quizá el que más temor había provocado hasta ahora fue el novillo Ojos zarcos del hierro de La Alianza. La res alcanzó a meter la cabeza al tendido.

Era la tarde del 30 de julio de 1989, en el cartel Humberto Flores, Juan Clemente y Joel González. El novillo ocupó el tercer lugar, brincó tres veces la barrera, en la segunda, la cabeza del astado rebasó el cable de protección.

Los aficionados, que ocupaban esos lugares cerca de la puerta de caballos, le echaron valor y lo empujaron al callejón. Como sea la acción provocó dramatismo.

Sin embargo, ninguno como Pajarito hasta hoy. Y quizá ninguno nunca más.



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