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Tras las huellas de los judíos en México

NATALIA GÓMEZ QUINTERO| El Universal
Martes 24 de enero de 2006
Investigadores presentan un documento histórico con el registro de la comunidad que llegó a México entre 1900 y 1950

Cheya Dayan desembarcó en Veracruz en 1925 procedente de Medio Oriente para "hacer las Américas", como en esa época se decía entre los judíos que emigraban a este continente, para mejorar sus condiciones de vida. A un mes de su estancia en México, él pensaba que estaba en Estados Unidos y le mandó una carta a su madre para contarle que vivía en ese país y que sabía hablar ya algunas palabras en inglés. Luego se daría cuenta que había llegado a tierra azteca.

Meses antes se había embarcado rumbo a Estados Unidos, único país que él identificaba de América. El barco que lo transportaba hizo una primera parada en la Unión Americana, pero le fue imposible descender pues en esos años, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, esa nación había cerrado sus fronteras y limitaba el número de inmigrantes a su territorio. La siguiente parada fue México, que en ese tiempo bajo la presidencia de Plutarco Elías Calles, vivía un ambiente de apertura a la migración.

Ahí bajó Cheya, quien siempre pensó que había llegado a la potencia americana. Su arribo a territorio mexicano es uno de los 11 mil 300 registros migratorios de la comunidad judía contenidos en el Estudio histórico de la migración judía a México 1900-1950.

Único en su tipo, el material histórico producido en un DVD por los investigadores Bella Attie Sutton, Sofía Betech Tawil, Gloria Carreño y David Placencia, y con el apoyo institucional de la Comunidad Ashkenazí, la Comunidad Maguén David, Tribuna Israelita y el Archivo General de la Nación, muestra de manera detallada quiénes fueron los judíos que llegaron en esas décadas a México, por qué, en qué condiciones y bajo qué perspectivas.

El estudio se refiere a la migración tanto azhkenazita (judíos de Alemania y del norte de Francia, quienes a causa de persecuciones emigraron hacia Europa oriental asentándose principalmente en Polonia y Rusia) como sefaradita (judío de origen español y/o emigrados a Medio Oriente), cuáles fueron las condiciones bajo las que los expulsaron, y qué propició su llegada a México. También están contenidos los registros de casi 11 mil 300 judíos, donde además de sus datos de procedencia, nacimiento, idiomas que hablan, religión, edad y filiación, se encuentra el nombre de la persona que los recomendaba para vivir en el país.

Con esta aportación, consideran los investigadores, hoy sabemos que los judíos que llegaron a México entre 1900 y 1950 (7 mil 23) provenían en su mayoría de Europa Oriental (principalmente de Polonia), 2 mil 640 de España o del imperio otomano, y mil 619 de Cuba y Estados Unidos. Además, los registros comprueban que la migración era de familias y un buen porcentaje entraba por Veracruz.

Los especialistas involucrados en la investigación aseguran que muchos de los migrantes evitaban reconocer que eran judíos por un cierto temor de persecución.

¿Por qué México?

La motivación de este trabajo de investigación, cuenta Gloria Carreño, surgió desde 1990, cuando se abrieron al público los datos del Registro Nacional de Extranjeros creado en 1827, conservados en el Archivo General de la Nación. Fue así como, ella y David Placencia comenzaron a procesar lo que se refería a los inmigrantes procedentes del sector azhkenazí y utilizaron esa información para editar siete libros llamados Generaciones judías en México, publicados en 1993. Hasta 1999 se replanteó la idea para retomar el conjunto sefaradí y ashkenazí, y plasmar a la comunidad judía en México.

Ya con Sofía y Bella integrada al equipo, en 2001 empezaron a trabajar los registros de la comunidad sefaradita, hasta llegar al 2005 con un DVD como producto final.

¿Por qué los judíos escogieron México para llegar?, cuestionan y responden, "porque había un México incipiente en el que se estaban desarrollando instituciones y creando industrias. Fue además un ambiente propicio para impulsar la sustitución de importaciones por la crisis económica de 1929" comenta David Placencia y agrega: "La aplicación laxa de las leyes migratorias facilitaron su entrada a México, nación en la que además se vivía una cultura muy similar a la que llevaban en sus países".

Esas olas de migrantes de países tan lejanos pero con una unidad religiosa -dice Bella Attie- explican el porqué lo cerrado de la comunidad judía en México y en el mundo, aunado por supuesto a la supervivencia. Sofía Betech recuerda que los migrantes llegados a México fueron apoyados por comunidades judías que se dedican a ayudarlos bajo un principio llamado en hebreo Tzedaka, que es justicia social basada en "no te doy lo que me sobra sino lo que te hace falta".

Una ventaja para los judíos sefaraditas a su llegada a México, explica Carreño, es que hablaban ladino, un español antiguo conservado como lengua doméstica en esa época y producto de su estancia en España desde el siglo I hasta 1492. Pero Carreño también recuerda una anécdota peculiar por el idioma: "Una señora al llegar a Veracruz y escuchar el español, pensó que era ladino y dijo: ´Bendito sea Dios, aquí todos son judíos´".

Para Sofía y Bella este trabajo tuvo una motivación especial, pues ellas pertenecen a la comunidad judía. Durante la investigación reconocieron a integrantes de su familia o amistades por los apellidos simplemente.

"El producir un DVD con toda la información fue desde un principio una aportación a la comunidad judía, pero al mismo tiempo un valor agregado para comprender la historia de México", dice Sofía.

Consulta obligada

Es por ello que los autores desean que este documento llegue a las principales bibliotecas públicas del país para hacer de este material una consulta obligada para la comprensión de la migración judía a México. "Veo la historia como dos cosas: una, como un espejo para que la gente se vea a sí misma, y la otra como la posibilidad de conocer al otro; ello es importante porque en esa medida lo entiendes mejor en sus peculiaridades culturales y religiosas, de lenguaje y lo vemos como una parte integral.

"Por esto, la sociedad receptora de un grupo extranjero ve a los migrantes como una parte integral pero con esa peculiaridad cultural no ajena y repelente. Esto nos da una tolerancia, que si bien puede ser una tolerancia confrontativa, redunda en ser una tolerancia", subraya Carreño.

Sin embargo, Gloria, David (católicos), Sofía y Bella coinciden en que este estudio histórico no se hizo "para presumir" los grandes aportes de la comunidad judía, sino su proceso de integración.

En los registros podemos encontrar los nombres de familiares de reconocidos investigadores, artistas y periodistas como Rodolfo Stavenhagen, Marcos Moshinsky, Pablo Rudomín, Jacobo Zabludovsky, Arturo Warman y Arnoldo Kraus.

La comunidad judía mexicana donó fotografías para reflejar parte de su cultura. "No quiero decir que te voy a enseñar quiénes han sido los miembros destacados de la comunidad judía, no es ese el objetivo. Cada cosa que se va haciendo como un producto de parte de la comunidad, de su historia, que es también una contribución a la historia de México", concluye Sofía Betech.



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