Traileros, historias del camino
Pablo Mendoza dice que el tráiler ya es parte de su cuerpo. Cuando escucha el motor sabe qué le duele y qué necesita. Hace 12 años, cuando iba de Guadalajara a Monterrey, en una curva de la vía Xalpa de Aguas a la altura del rancho del cantante Antonio Aguilar, le ganó el peso de la caja. El tráiler se arrastró varios metros; agarrado al volante, Pablo sólo espero a que se detuviera. Seis años después, en la glorieta de Camarones de la ciudad de México, casi a unas cuadras de entregar la carga, una patrulla le encendió los faros y la torreta. Un hombre vestido de policía subió a la cabina, le dijo que se hiciera para allá y luego le clavó una pistola en las costillas. Él y su chalán fueron subidos a un auto, les quitaron documentos personales y les advirtieron que tenían que cambiar la versión del asalto; los amenazaron para que dijeran que había sido una suburban. No lo lograron. Historias de traileros; la de Pablo Mendoza en la Central de Abastos es la introducción a las carreteras de México. Viaja con su sus hijos Víctor y Samuel; este último conduce un tráiler igualito, también blanco, y acaba de salir con la caja cargada de refrescos. Su destino será Chihuahua, Chihuahua. Ya quiere irse, pero Mace lo para en seco. Hay que asesinar al tiempo para que los dos gusanos blancos salgan cargaditos; así se va uno detrás de otro. La familia de traileros compra en una banqueta la música que los acompañará en el camino: Los Terrícolas, Los Temerarios, Los Tigres del Norte, Los Freddy`s. Los Tucanes de Tijuana. Las Mejores de la Música Disco . De Selena: "Cuerpazo de vieja y de cara bonita, así media chineada, japoneseada, ¿Qué no?", dice Mace . Es el mediodía de un jueves. El trailero chihuahuense no sólo lleva un día de espera aquí en Texmelucan: esperó uno y medio en la Central de Abastos del Distrito Federal y otro tanto en conseguir un viaje de regreso. Afuera de la refresquera los traileros siguen: "Y eso que este es un día bueno, porque hay veces que no hay dónde estacionarse", dice uno. "Yo he estado aquí parado hasta dos días", dice el otro. "Si te duermes no te buscan o pasan al primero que se aparece; no comprenden que uno está cansado", comenta uno más. Las seis, comienza a oscurecer. Las seis y 30, ya está oscuro. Las siete, el frío hace tiritar. Las siete y 15, Mace entra al área de carga, pero como si no hubiera esperado, le informan que tiene que esperar. Que lo cargarán después de las 20:30 horas porque hay cambio de turno. Héctor Pedroza, un trailero chihuahuense de 26 años, cuenta que aquí por una carga hasta "la pinshe amistad anda perdiendo uno". Le gusta hablar: "Son mushos trailers. Hay empresas musho muy grandes que tienen hasta 200, por eso no le hacen caso a uno. Hay veces que en México (la ciudad) uno dura hasta 20 días, no`más eshas un viaje al mes. Nos tienen a base de mentiras: que mañana cargas, luego nada, son shingaderas. Sufre uno aquí. A mí me tocó una vez estar solo del 24 al 31 de diciembre, casi lloro". Son las 23:00 horas. El tráiler de Mace sale cargado. Samuel y Víctor van atrás en el otro gusano. Zacarías Macedonio Chavarría Belkotovsky vuelve a decir "Esto es una chinga". Ambos tráileres huyen del lugar. Que se joda la espera, que se quede allá en la zona industrial de Huejotzingo. Samuel, un chaparrín de 19 años y gorra, lucha por mantener los ojos abiertos. Sube el volumen de la música para que Bronco patalee los tímpanos. Baja el cristal como para que el frío de la madrugada le diga: oiga, no se duerma. Mace hace un llamado por la banda civil como si adivinara lo que le ocurre a su hijo: "Pasando aquel tope te metes en la segunda gasolinería". Hora de dormir. Son las 10 de la mañana del sábado. Nada de bañarse. Del camarote al volante. La carretera va cargada de vehículos pesados, 15 kilómetros por hora. Aparece el primer federal: 50 pesos. Lo tienen que hacer así. Otro federal: le dice que ya dio. A almorzar consomé y barbacoa sobre el camino. Es el estado de Hidalgo, apenas. Querétaro 236. Querétaro 150. Mace hace sus cuentas. Por el flete de Chihuahua-ciudad de México pagaron 12 mil 500 pesos. Seis mil 500 son para gastos de diesel y del conductor, y el resto para el dueño del tráiler. Zacarías Macedonio se queda con el 17 por ciento del total: 2 mil 15 pesos. Recorrió mil 800 kilómetros. Le pagan un peso con 11 centavos el kilómetro. Por este viaje con destino a Casas Grandes quizá los centavos suban porque pagaron 13 mil 800 pesos. Después se miran los primeros letreros hacía San Juan del Río. El tramo de autopista se convierte en zona de gusanos de todos colores. Un gigante hermoso con la trompa guinda y el cuerpo alargado y negro. Cabezas azules, amarillas, rojas, verdes, blancas. Noventa kilómetros por hora. Una parada. Víctor reemplaza a su padre. La recta es larguísima, hasta donde alcanza la vista. Los tráileres parten a México por el mero centro. Adiós Guanajuato, son las 20:27 horas. Por la banda habla El Trigo ; es trailero por no estudiar. Desde niño le gustaron los camiones. Juan Chávez, de Teopizca, Chiapas, 58 años, 35 de trailero; no hay otra cosa que sepa hacer. Víctor Rodríguez, de Durango; en su casa todos son tráileros. José Luis Medina, 12 años de trailero, es de Chihuahua; fue el trabajo que le tocó. Gilberto García, trailero por error, quería ser médico veterinario. Omar Villalobos, de Chihuahua, el tráiler y la carretera le hacen brincar el corazón. Las 22:15 horas. ¡Arre! Pa` Zacatecas por la carretera 49. La noche es de los gusanos nocturnos. Domingo, 00:53 horas. La carretera es para trabajar, no para turistear. No dormirán. Los gusanos blancos se moverán mejor en la oscuridad. "Ciudad Juárez 1212", "Durango 311". Un periquito una cápsula verde llamada Acelin pa` no dormir. El tiempo se va. La una, las dos, las tres, las cuatro, las cinco de la mañana. El amanecer hace su arribo y se cuela por las rendijas del tráiler. Pedriceñas, Durango. ¡Arre! Para Bermejillo y Jiménez. Samuel está como pasmado. Tiene los ojos rojos y la boca todo el tiempo semiabierta. Lleva 21 horas sin dormir. Imagina un accidente a cada rato para mantenerse alerta. Que se va a salir de la carretera. En llegar a su casa, en bañarse. En dormir en su cama, en dar una vuelta en su coche Datsun. En su madre. En la comida de la casa. Hace rato que no se mira un pueblo. Las 10:33, 10:34, 10:35, 10:36. Kilómetro 134. Y la recta sigue ahí. Es el mediodía, una gasolinería, regaderas públicas, por fin un baño. Víctor quiere llegar limpio con la novia. Mace se despide, va pa` Casas Grandes. Tiene que ir solo. Sólo faltan 76 kilómetros para Parral, Chihuahua. ¡Arre! 66, 56, 46, 36, 33, 23, 13, tres, dos, uno... Adiós a Víctor y Samuel, los hijos de Mace . Sobre la carretera comienzan a verse botes con fuego. Dice que acá más pa`l norte se los llama mechones y pa`l sur cachimbas. Lugares donde los traileros consiguen mujeres, pastillas para no dormir, toman el café y cenan. Toca dormir en Pedriceñas, Durango. El tráiler se enfría con ganas, pero el cansancio y el sueño vencen el frío hasta que un toquido despierta al Chutín . "Corazón, podrías mover el tráiler, es que no nos dejas trabajar". Es la zona de los travestis del camino. El Chutín , irritado, mueve el tráiler: "Si no te quitas se la pasan chingando todo la noche; no sé por qué están aquí. Lo que pasa es que hay algunos traidores que se echan a estos cabrones". Las 7:30 de la mañana. El Chutín se levanta con furia. Pedriceñas y sus travestis quedan atrás. El sol de Durango calienta los huesos. La carretera 40 lo lleva a directo a Zacatecas. Arriba del tractor El Chutín platica que allá en Parral, su tierra natal, cuando un trailero se muere nunca se lo lleva en carroza. Dice que el tractor carga todo el tiempo el cuerpo desde que sale de la funeraria, luego va la iglesia y después al camposanto. Más de 100 tráileres ya están colocados en un punto desde donde se ve cuando el difunto y su tractor entran al panteón. En ese momento todos sus compañeros suenan sus cláxones y aceleran los motores de los tráileres para despedirlo. "Hasta se siente el cuerpo que se escalofría. Si uno de hombre llora, qué será la familia y la esposa". Con ese recuerdo Jesús Martín toma la autopista nuevamente. Al mismo pasito rodea y se aleja de la tierra del poeta López Velarde. Buen viaje al Chutín .
La espera
San Martín Texmelucan, Puebla. La cita es en la zona industrial de Huejotzingo. Zacarías Macedonio Chavarría Belkotovsky espera a un lado de su tráiler blanco. Lo cargarán de refrescos. En esta área de la vieja zona industrial, establecida en una planicie árida y polvorienta, decenas de conductores duermen en las cabinas de los tractores. Algunos están desde ayer en la tarde, otros llegaron esta madrugada. Hablan sólo de la espera. Se ven fastidiados, cansados, despeinados, pero con destellos de alegría cuando piensan en viaje que los acerque a sus hogares. Después, si no hay un llamado para entrar a cargar, se vuelven a acurrucar en sus cabinas. Zacarías Macedonio tiene ascendencia polaca: su abuelo materno lo era. Es hijo de chofer; desde los 14 maneja. Tiene 56 años, pelo, barba y bigote canos. Viste camisola a cuadros, pantalones vaqueros y botas. Le gustó más el volante que el estudio. "Esa es la realidad de las cosas", dice.
A peso el kilómetro
Carretera federal México-Puebla. Sábado, 00:53 horas. El Kenworth 1997 va cargado con 28 toneladas de refrescos. Velocidad: 60 kilómetros por hora. En la federal se va a vuelta de rueda. Decenas de luces rojas y blancas le roban oscuridad a la noche. "No maneje cansado", dice el anuncio. "Cómo chingados no va a manejar uno cansado", dice Mace .
De asaltos
Lunes, 11:00 horas. Comienza el viaje de regreso a la ciudad de México, hay que recoger los kilómetros. Esta vez el tráiler va hacía Guadalajara. Es un Dina 96 que carga 20 toneladas de madera. Él transporta materia prima: cobre, plomo, zinc, almidón, pólvora. Al volante va Jesús Encina Acosta El Chutín . Trailero de cuna de 36 años, pelao como de 1.85 metros de estatura, con cachucha y bigote. Carga diesel, acaricia el rosario que lleva al frente, murmura y después justifica: "Sabemos que salimos, no si regresamos". Aquí hay que trabajar todos los días, hasta los lunes, aunque se diga que ese día ni las gallinas ponen, o que los yeseros argumenten que no pega el yeso. Se debe tratar bien al tráiler porque es el que da para las tortillas. Aquí comparte uno con él cosas tristes y alegres. El tráiler es la casa de uno, hay que levantarse, tender la cama del camarote, barrerlo o sopletearlo. El Chutín no trae reloj, dice que el tiempo en la carretera se cuenta en pueblos. Jiménez, Cevallos y Bermejito. Son las cinco de la tarde y está a punto de oscurecer; los tractores ya tienen las luces encendidas. El trailero dice que nunca lo han asaltado, pero recuerda una anécdota que le impresiona. La de un compañero al que hace varios años le quitaron el tráiler. Cargaba pieles para llevarlas a León, Guanajuato. Los asaltantes cavaron un hoyo y enterraron las pieles con todo y conductor. La ciudad de México, Guadalajara y Monterrey son los que tienen la peor fama de robar. Las mercancías más preciadas son el azúcar, los vinos, los juguetes, la nuez, la ropa, línea blanca, los abarrotes. Los traileros del camino por anécdotas no paran. Horacio Fuentes, del Distrito Federal, va pa` Monterrey. Lo mandaron a descargar a las cinco de la mañana en avenida Reforma. Llevaba artículos de oficina. En un semáforo de avenida Vallejo un hombre se subió para abrir la puerta donde él iba, pero se arrancó y el asaltante cayó. Después dos autos se le cerraron. Se subieron tres hombres, dos de ellos lo metieron al camarote y le pegaron. El otro manejó el tráiler. Luego le vendaron los ojos y lo subieron a un auto y lo mantuvieron toda la noche en una casa cerca de Venta de Carpio, en el estado de México. A Rafael Urbiola, de San Luis Potosí, lo abandonaron en el monte y le quitaron el tráiler.





