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De la línea de masas al presupuesto

Ismael Romero/(Primera de dos partes)| El Universal
Jueves 13 de enero de 2000
De la lnea de masas al presupuesto

. (Foto: ARCHIVO/El Universal )

El partido se ha alejado de los principios que le dieron origen, afirman ex dirigentes

Cierto día, cuando diputados federales del Partido del Trabajo (PT) propusieron a su dirigencia nacional sumarse a la demanda para desaparecer la partida presidencial del Presupuesto federal, su líder, Alberto Anaya Gutiérrez, los paró en seco y les advirtió que al pesebre no se le daban de patadas. Lo dijo como si alguien le hubiera conferido el título de ?pastor de la izquierda mexicana?.

El hecho lo recuerda Francisco González Gómez, quien en 1997, en plena contienda electoral por la jefatura de gobierno de la ciudad de México, abandona las filas petistas, a disgusto dice él, por el manejo unipersonal que le estaba y le sigue dando Anaya Gutiérrez al partido.

González, quien ahora es director general de Servicios Urbanos del gobierno capitalino y militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fue uno de los fundadores del PT, partido en el que todavía hay muchos quienes lo recuerdan con aprecio y le reconocen calidad moral y política.

Es un hombre de estatura baja, pero muy inquieto y activo. Y casi se le siente a flor de piel el fastidio que, sostiene él, le provocaba ya continuar dentro del PT.

?Teníamos muchas discrepancias con la forma en que Alberto dirigía al partido, sin asumirse como una verdadera oposición de izquierda ante la política de Carlos Salinas?, dice. ?Había una corriente que pensaba eso. Unos nos salimos y otros se quedaron?.

Ya han pasado más de dos años de que salió del partido que lo hizo diputado federal, asambleísta y candidato al gobierno de la capital, y Francisco González habla con pasión de esa organización que en este año cumple su primera década de existencia en el escenario político nacional.

?El PT se ha alejado de los principios que le dieron origen. La dirigencia nunca se ha renovado. Los estatutos dicen que en cada congreso la dirección debe renovarse en su tercera parte. Lo que Alberto ha hecho es incluir a personas que le convienen para mantener una mayoría al interior del partido, pero la dirección sigue siendo la misma?, señala González.

A ello, expresa, hay que agregar que ?el PT es un partido basado fundamentalmente en pequeños grupos corporativos a los cuales se les coopta sobre la base de resolverles algún problema. Y, por otro lado, no tiene nada que ver con el marxismo o el socialismo?.

Otra verdad de la que se habla en el PT, pero a condición de cuidar el anonimato, ya que existe una cláusula estatutaria que prohíbe ventilar problemas internos en la prensa, es el control que Alberto Anaya ejerce sobre los recursos del partido, lo cual le permite tener aliados o doblegar disidencias internas, como ocurrió en 1997 cuando Francisco González renunció a la organización y cuando obligó a rivales en potencia, presuntos simpatizantes de éste, a replegarse en sus estados.

?Alberto es quien decide a quién, cuándo y cómo dar dinero. Aquellos lugares a los que no quiere dar financiamiento, no se los da. Vea lo que pasó en Durango. El PT iba en primer lugar. Se le acaban los recursos. Le piden más dinero a Alberto y éste lo niega. El resultado, la derrota electoral?, dice González.

En 1997, dice, hubo una corriente a la que Alberto Anaya golpea, cuya base está en el Distrito Federal y los estados de México y Veracruz. A la renuncia de González se suman entonces las de Eduardo Guzmán y Raúl Fuentes Cárdenas, ex diputados federales y representantes del PT ante los órganos electorales federales, y las de Germán Aguilar Olvera y Eduardo León Chaín, éste de Querétaro.

Con estas renuncias y el repliegue de algunos fundadores, como Marco Cruz (Durango), Joaquín Vela y Oscar González (estado de México), por citar a algunos, Alberto Anaya (Nuevo León) y José Narro (Zacatecas) se han quedado al frente del partido encabezando a un grupo de petistas proclives a las negociaciones políticas.

Un ejemplo, la reciente ?alianza social? del PT con el PRI en la aprobación del Presupuesto federal para este año, que a punto estuvo de costarle al primero su alianza político-electoral con el PRD para el 2000.

Al interior del partido hay molestia ?dicen algunos dirigentes?, porque se presume que Anaya y Narro pactaron en secreto con el gobierno.

Anaya da su versión: ?Los hechos demostraron que votamos como todos y votamos a favor de un presupuesto social y en contra del IPAB. Ahí está, es público.

Para González Gómez esta es una muestra de la ?posición ambigua? en la que se manejan Anaya y Narro, quienes toman decisiones al margen de la dirección nacional del partido.

?Pero, ¿ellos proclaman la toma de decisiones colectivas, la línea de masas?

?No, eso no se aplica ralamente en el Partido del Trabajo ?dice con ironía?. Es solamente una cuestión de dientes para afuera.



Los orígenes, pintar la raya

La línea de masas es el ?principio esencial? de la práctica política del PT y tiene sus antecedentes en las corrientes y organizaciones maoístas de los años 70, de las que después se nutre el partido para su fundación el 8 de diciembre de 1990.

De acuerdo con información documental de la propia organización, el germen de lo que será con los años el PT se produce en 1963 cuando José Revueltas se escinde del Partido Comunista.

?Nuestro partido, de cierta manera, es la herencia del legado de José Revueltas?, asegura Alberto Anaya. ?Desde 1963 pintamos nuestra raya con el viejo Partido Comunista. Biológica y políticamente somos distintos, tenemos proyectos internacionales y nacionales muy distintos desde el 63?.

Parte de la generación que fundaría después el PT constituye, a finales de los 60, la Seccional Ho Chi-Minh, vertiente de la Liga comunista Espartaco.

Por ese entonces, también se conforma un grupo de amigos en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, cuyos integrantes tomarían en el futuro caminos políticos distintos, pero entreverados y polémicos. Algunos de ellos, Alberto Anaya, los hermanos Carlos y Raúl Salinas de Gortari; Hugo Andrés Araujo, senador del PRI por Tamaulipas; Rolando Cordera, intelectual del grupo Nexos; Gustavo Gordillo, ex funcionario federal, y Adolfo Orive, actual colaborador del candidato priísta a la Presidencia de la República, Francisco Labastida Ochoa.

Algunos de ellos participan en la formación de la Coalición de Brigadas ?Emiliano Zapata?, en el contexto del movimiento estudiantil de 1968, organización a la que se le atribuye la autoría del documento ?Hacia una política popular?.

Anaya comenta que con motivo del movimiento del 68, varios personajes de la política actual coincidieron en ese momento, como son los casos de los hermanos Salinas, de Manuel Camacho Solís, Rolando Cordera, Gustavo Gordillo y de los perredistas Pablo Gómez y Joel Ortega.

?Es público que después de 1970 los Salinas y otros personajes tienen como estrategia incorporarse al gobierno. Al término del 68 había tres caminos: uno, incorporarse al gobierno y, a partir de ahí, hacer cambios; dos, concluir que las libertades democráticas estaban agotadas y que el camino a la violencia era la alternativa, y tres, integrarse a los sectores populares para organizar y concientizar al pueblo y buscar un cambio a mediano y largo plazos. Nosotros optamos por el tercero?, dice.

En 1968 se constituye Política Popular, en el que participa el grupo de Economía, con Adolfo Orive como uno de sus líderes ideológicos. Este venía de hacer estudios de posgrado en París, bajo el asesoramiento de Charles Bettelheim, destacado teórico marxista de la Revolución Cultural China.

En la década de los 70, cuando cada cual toma su camino, como cita Anaya, hay quienes optan por la integración con los sectores populares y fundan diversas organizaciones bajo los principios ideológicos del maoísmo, como los comités de Defensa Popular (CDP) en Chihuahua y Durango, la Organización Campesina Popular e Independiente de la Huasteca Veracruzana, el Frente Popular de Lucha de Zacatecas y el Frente Popular ?Tierra y Libertad? de Monterrey, bastión de Alberto Anaya.

?La participación nuestra es pública a partir de los 70 ?dice Anaya?. Lo hicimos en Durango (1970), en Nuevo León (1972) y en Zacatecas (1976). Formamos movimientos urbanos populares, como la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (Conamup) y también la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), a partir de los 80, y la Coordinadora Nacional ?Plan de Ayala?.



La primera división

Como en todas las izquierdas, en la maoísta se produce a mediados de los 70 una división que lleva a la creación, en 1976, de Línea Proletaria, expresión de una vertiente de Política Popular, comandada por Adolfo Orive, y dos años después, en 1978, se constituye la Coordinadora Línea de Masas (Colima), en la que se quedan Anaya, Hugo Andrés Araujo y otros de sus seguidores.

En esos años, dice Anaya, cada cual ya había tomado su rumbo y se vuelve exitosa la estrategia de quienes decidieron incorporarse al gobierno con el arribo de Miguel de la Madrid a la Presidencia de la República, en 1982. ?Nosotros seguimos militando en el movimiento social y nuestras ligas fueron, como siempre, con la izquierda?.

En ese año se funda la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas (OIR-LM). Se convierte en una organización ?partidaria sin registro? y a ella ?dice Anaya? pasan a militar las organizaciones de masas que se formaron en los años 70: los CDP de Chihuahua y Durango, los frentes de Nuevo León y de Zacatecas, los campesinos de la Huasteca, los maestros disidentes CNPA y la Conamup.

Todos estos grupos eran antielectorales. Así se mantuvieron durante muchos años, hasta que en 1986 se da un cambio de orientación y se propone la creación del Partido Nacional de Pueblo (PNP).

José Narro, uno de los fundadores del PT, recuerda que en ese entonces participaron en el proyecto organizaciones sociales a nivel nacional y regional, como los CDP, la Colima, Punto Crítico y la Cocei, de Juchitán.

?Desde entonces planteamos la formación de un partido propio ligado a las organizaciones sociales, a las luchas populares, a las luchas reivindicativas de los trabajadores, de los campesinos, de los colonos, de los estudiantes, de los maestros y de los comerciantes?, dice.

Joaquín Vela, otro de los fundadores del PT, recuerda que un año antes se dio otro hecho que fue metiendo a los maoístas en la lógica electoral. La célula de la OIR-LM en el Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), de la que fueron sus integrantes conocidos perredistas de ahora como Armando Quintero y la jefa del gobierno de la ciudad, Rosario Robles, y deciden hacer una alianza con el PRT.

Esta primera experiencia, dice Vela, fue muy criticada, particularmente por los maoístas de Durango, Monterrey y Zacatecas. Sin embargo, al año siguiente, los primeros, junto con los de Guerrero, se acercan también al PRT y participan en las elecciones.

Para los comicios de 1988, el Frente Popular ?Tierra y Libertad? de Monterrey y el Comité de Defensa popular de Durango y otras organizaciones maoístas integrantes de la OIR-LM establecen un acuerdo político con el Partido Mexicano Socialista (PMS), para apoyar la candidatura a la Presidencia de la República de Heberto Castillo.



Anaya le rinde a Salinas

Había quienes aún pensaban que la vía electoral no era la correcta y se asilaron, pero un amplio sector de las organizaciones maoístas decide suscribir el acuerdo con el PMS. Francisco González asegura que en el documento correspondiente se estableció que no habría que descartar la renuncia de Heberto Castillo en favor de Cárdenas, lo que finalmente ocurrió. ?Yo participé en esa negociación?.

Con el cambio de candidato, los grupos maoístas pasan a apoyar ?de manera natural? ?dice Narro? al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, a quien algunos miembros de la OIRLM habían criticado severamente por su pasado priísta.

Joaquín Vela dice que la célula de la OIR en la Facultad de Economía fue en 1988 la más crítica en contra de Cárdenas, por lo que representaba éste en ese momento, el desprendimiento del PRI, y además porque él y Porfirio Muñoz Ledo pretendían ser las cabezas visibles de todo lo que había sido la lucha histórica de la izquierda en México.

?Nosotros sacamos un folleto en aquella época en el que hacíamos crítica en contra de Cuauhtémoc. Cuando el PMS decide apoyarlo, nosotros somos de los que más rezongamos. Pero ni modo, Heberto decidió por nosotros y ahí vamos al Frente Democrático Nacional (FDN). Nosotros no nos incorporamos de lleno. Lo que hicimos fue ir a votar y apoyar a Pedro Moctezuma (hermano de Esteban Moctezuma), candidato de la OIR, propuesto por el PMS, para la diputación del 40 distrito de la ciudad de México?.

Moctezuma pierde la elección ante el priísta César Augusto Santiago, pero otros maoístas, como Alberto Cárdenas y Marco Cruz, líderes del Frente Popular ?Tierra y Libertad? en Monterrey y el Comité de Defensa Popular de Durango, en ese momento las dos organizaciones más fuertes de la OIR-LM, ocupan una curul en la Cámara de Diputados, llevados por el FDN.

Francisco González sostiene que después de las elecciones de 1988, cuando fue tomando forma la idea de constituir un partido, a partir de la experiencia política del FDN, hubo un acuerdo de las organizaciones maoístas de sumarse a ese proyecto.

Pero dice que hubo un hecho que los aisló de lo que sería la formación del PRD: la decisión unipersonal, por encima de un acuerdo político del FDN, de Alberto Anaya de acudir a las oficinas de Carlos Salinas de Gortari, en la calle de Cracovia, al sur de la ciudad, para comunicarle junto con otros diputados que la mayoría priísta en la Cámara de Diputados lo había declarado presidente electo de México. Esto ocurrió el 12 de septiembre de 1988.

?Hicimos un esfuerzo para quedarnos en el FDN e incorporarnos después al PRD, pero Alberto y los compañeros de Durango rompen el acuerdo y sacan otro para formar un nuevo partido, porque de pronto se abrieron las facilidades para registrarlo?, indica González.

José Narro rechaza que haya existido tal acuerdo, y refiere que en 1988 hubo un debate sobre la necesidad de construir un nuevo proyecto partidario, más ligado a las luchas sociales, a un proyecto de izquierda en nuestro país, de izquierda social a nivel nacional.

Hubo sí, dice, quienes se integraron al PRD y quienes decidieron participar en la construcción de ese proyecto. Joaquín Vela menciona, entre los que deciden quedarse en el PRD, a Rosario Robles, Julio Moguel (esposo de ésta), Jesús Martín del Campo, Saúl Escobar y Armando Quintero. ?Ese grupo fue el que se emboletó con el PRD. En la OIR de Economía nos jactábamos de ser el único grupo que no se había partido, que no se había fracturado, pero en ese momento fue inevitable. Los de Durango también intentaron incorporarse al PRD, pero no lo hicieron?.

Alberto Anaya explica que no podía haber acuerdo entre quienes representaban dos vertientes del movimiento comunista internacional: los prosoviéticos y los prochinos, los blandos y los duros. ?Nosotros éramos los duros. Desde 1968 pintamos nuestra raya con el viejo Partido Comunista?.



El celo contra Cecilia

En 1989 se constituye el PRD y el grueso de las organizaciones maoístas ?cita Narro? sienten que la burocracia de otras estructuras partidistas, ajenas al movimiento y a la lucha social, eran las que habían construido la hegemonía en el proyecto del nuevo partido.

?Entonces decidimos impulsar nuestro proyecto partidario, fundamentalmente para no depender nuestra participación política de otro partido o para podernos aliar, si era nuestra voluntad, pero sin estar atenidos al registro de otro partido?, dice.

Vela precisa que las relaciones con el PRT y con el PMS habían sido poco equitativas y entonces surgió la idea de construir un partido propio, ?para no estar siempre pidiendo el registro prestado y porque, regularmente, te trataban mal?.

El 8 de diciembre de 1990 se funda el Partido del Trabajo en el auditorio del deportivo ?Plan Sexenal? de la ciudad de México. El Instituto Federal Electoral (IFE) le otorga el registro condicionado, pero al año siguiente, en las elecciones federales, en las que el PRI recuperó mucho de lo que había perdido en 1988, el PT sólo obtiene 270 mil sufragios y no alcanza el 1.5 por ciento de la votación nacional, necesario para seguir con vida legal.

Emprende, entonces, una campaña para celebrar asambleas en más de la mitad de las entidades federativas del país, de acuerdo con la ley, y logra 18. El 13 de enero de 1993 el IFE le otorga su registro, esta vez, definitivo.

De este modo, el PT se prepara para participar en las elecciones federales de 1994, y, siempre con su raya pintada y carente de figuras políticas nacionales, empieza a buscar el camino de las alianzas, incluso con partidos muy lejanos de la izquierda mexicana, como el Partido Verde Ecologista Mexicano.

Anaya comenta entonces (revista Voz y Voto) que al interior del PT había una corriente a favor de apoyar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Otra opción era ir solo.

Finalmente se decidió por esta alternativa y a propuesta de varios fundadores del PT, entre ellos Alberto Anaya, José Narro, Ricardo Cantú, Gonzalo Yáñez, Marcos Cruz y Francisco González, se postula como candidata a la Presidencia a la física sonorense Cecilia Soto, ex militante y ex diputada federal del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), quien se había destacado por sus intervenciones en tribuna en la LV Legislatura de la Cámara de Diputados.

La postulación de Soto genera descontento entre algunos miembros del partido y dos de ellos deciden renunciar al partido: Enrique González Ruiz (asesor ahora del Consejo General de Huelga de la UNAM) y Arturo López Cándido, ?El Archi?, ex dirigente estudiantil.

El primero argumenta no estar de acuerdo con los presumibles antecedentes de Soto en los Comités Laborales Latinoamericanos del Partido Laboral, financiados por la CIA, y el segundo, quien se inclinaba por la candidatura de Cárdenas se va a la campaña de éste y regresa al PT, como lo había ofrecido, una vez concluida la contienda del 94.

Cecilia Soto se convierte en un fenómeno político y lleva al PT a convertirse, apenas con cuatro años de existencia, en la cuarta fuerza política del país, con una votación cercana al millón de sufragios.

La ex parmista encontró pronto diferencias y celos al interior de un partido en el que había decidido no afiliarse. Cuando estalla el conflicto armado en Chiapas afloran divergencias al interior del partido y Soto amaga con renunciar a la candidatura. Narro y Anaya la convencen de no hacerlo, pero cuando termina la campaña los dos se encargan de crearle un ambiente adverso que la orilla a alejarse de la organización. Alberto Anaya asegura que Soto siempre decidió manejarse apartada del partido y que rechazó las propuestas para afiliarse.



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EL PT EN CIFRAS



Votación del partido

- 1991 (No alcanza el 1.5 y pierde su registro condicionado).

Senadores 258,510.

Diputados 257,821.

- 1994 (Participa con registro definitivo y lo conserva con 2.7 por ciento de la votación nacional).

Presidente 970,121.

Senadores 977,072.

Diputados 900,383.

- 1997 (Su votación nacional desciende a 2.6 por ciento ).

Senadores 7454,279.

Diputados 749,231.

- 1998 En 16 elecciones locales alcanza un promedio de 3.6 por ciento de la votación.

- 1999 En 7 elecciones locales obtiene un promedio de 6.2 por ciento de la votación.



Recursos que recibe del IFE

- 1997 Actividades específicas 3.9 millones de pesos.

Actividades ordinarias 92.9 millones .

Gastos para campaña 92.9 millones de pesos.

- 1998 Actividades específicas 4.9 millones de pesos. Actividades ordinarias 78.9 millones de pesos.

- 1999 Actividades específicas 5.5 millones de pesos.

Actividades ordinarias 93.6 millones de pesos.

- 2000 (Recursos sujetos a ajuste y aprobación).

Actividades específicas (pendiente).

Actividades ordinarias 102.9 millones de pesos.

Gastos para campaña 102.9 millones de pesos.



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