"Que no los dejen solos; cuídense"
El subinspector de la Policía Federal Preventiva, Víctor Mireles Barrera, y el suboficial Cristóbal Nolasco fueron sepultados ayer en Tlalnepantla, estado de México, y en la ciudad de Querétaro, respectivamente. Mireles fue despedido por su familia, sus amigos y compañeros en el panteón Jardines del Recuerdo, entre lágrimas y porras; con un pase de lista que todos respondieron gritando "¡presente!" al escuchar su nombre, y con reclamos de "justicia". "¡Que los agarren a todos!", era el grito mientras el féretro, tapizado de flores blancas y amarillas, descendía poco a poco al sepulcro, mientras su padre, Víctor Mireles, lo despedía con un breve mensaje y advertía a sus compañeros: "Tengan mucho cuidado, piensen en él, cuídense. Que no los dejen solos porque también les puede pasar a ustedes", decía en voz baja, como murmullo. Una de las tías de Víctor pedía a los integrantes de la PFP presentes que pensaran en él, que Víctor había sido un excelente padre, y maravilloso hijo, y que no lo olvidaran porque supo cumplir con su trabajo. Víctor Mireles Barrera, El Tigre , como le decían amigos y familiares, estaba de vacaciones y por estos días debía regresar a las labores, pero sus mandos le pidieron suplir a un agente de inteligencia enfermo. Pero en San Juan le tocó la barbarie. Decenas de elementos de la PFP, a los que se sumaron policías del estado de México y motociclistas, acompañaron desde la agencia funeraria Gayosso en Félix Cuevas al féretro que fue recibido en la capilla del cementerio por el padre Carlos Loza en una breve ceremonia religiosa. Minutos más tarde sus restos eran cargados por cuatro compañeros, y una carroza fúnebre lo llevaba cuesta arriba escoltado por propios y extraños. Una sección de las Fuerzas Federales Preventivas tocó una marcha de honor como homenaje a Víctor Mireles. Entre los árboles, cerca de la terracería de tumbas y criptas en construcción, el almirante José Luis Figueroa Cuevas, jefe de todos ellos, observaba a distancia sentado en la motocicleta 5142 de la policía de tránsito del estado de México. Nada más. "Era un idealista y confiaba tanto en los derechos humanos que precisamente el respeto de los Derechos Humanos en el ámbito internacional fue el tema de su tesis para titularse como licenciado en Relaciones Internacionales", narró uno de sus tíos durante la ceremonia religiosa que se realizó para despedir al policía muerto el pasado martes en San Juan Ixtayopan. Cristóbal Bonilla concluyó sus estudios en el año 2000 en la Universidad del Valle de México, campus Querétaro, e inmediatamente decidió tratar de ingresar a la PFP, lo que logró en octubre de 2002. Su espíritu de servicio a la sociedad lo adquirió desde la adolescencia, así que optó por ingresar como voluntario a la Cruz Roja de Querétaro hasta que ingresó a estudiar la licenciatura, no sin antes obtener en la Benemérita institución todos los grados a los que puede aspirar un civil. El sacerdote José Morales Flores, quien ofició la ceremonia religiosa de cuerpo presente, calificó al policía queretano de "mártir de la injusticia, de la violencia y de la inseguridad". La misa fue precedida por una ceremonia de corte marcial enmarcada por el llamado a duelo que se hizo con las campanas de la parroquia y el paso del cortejo fúnebre por varias calles del centro histórico de la ciudad, custodiado por varias patrullas de la PFP hasta llegar al panteón municipal de El Cimatario. A Cristóbal lo acompañaron sus padres José de Jesús Bonilla y Alejandra Martín Manrique, así como su hermana Cristina, de 15 años de edad. Su otra hermana, Celina, quien radica en Madrid, no pudo llegar a tiempo a la ceremonia religiosa.
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Cristóbal Bonilla Martín decidió dejar de lado el ejercicio de su carrera profesional en Relaciones Internacionales para dedicarse "en cuerpo y alma" a servir a la sociedad.





