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La cena de Año Nuevo en la que faltaron 43, entre rezos y demandas de justicia

Alberto Morales / Enviado| El Universal
Viernes 02 de enero de 2015
La cena de Ao Nuevo en la que faltaron 43, entre rezos y demandas de justicia

RECUERDO. Un niño enciende una veladora frente al árbol de Navidad que fue colocado en la Normal de Ayotzinapa y que tiene fotos de los jóvenes desaparecidos. (Foto: JORGE RÍOS / EL UNIVERSAL )


alberto.morales@eluniversal.com.mx

Chilpancingo, Gro.— En la plaza Primer Congreso de Anáhuac el silencio invade el campamento de maestros de la CETEG. Una estructura en forma de árbol ilumina la penumbra. Son las horas previas a que concluya 2014 y medio centenar de docentes se prepara para recibir el año nuevo.

Pero este año es diferente a los anteriores, la fiesta y la música tienen que esperar mejores momentos. Aquí, entre carpas y casas de campaña, hay un ambiente de incertidumbre y tristeza.

Mientras que en Ayotzinapa la Normal lució casi vacía. Muchos de los padres de familia se fueron al Distrito Federal para participar en las protestas en Los Pinos; otra comisión se fue desde el martes pasado a Chiapas, y los menos regresaron con sus familias para cenar en Año Nuevo, “pues también nuestros otros hijos nos necesitan”, dijo uno de los papás.

Junto al “árbol blanco” —donde se colocaron los retratos de los normalistas desaparecidos— hay una hilera de veladoras que forman el número 43 y un par de cubetas sirven para colocar nubes de color blanco.

En silencio, Luis Ángel se acerca al retrato de su sobrino Marcial Pablo Baranda, normalista de Ayotzinapa. Enciende una veladora, se hinca, cruza las manos como en un rezo y repite con voz baja: “No puede ser”.

Hace un año, recuerda el joven campesino de la comunidad de Zanjón de Tecpan de Galeana, el Año Nuevo lo celebraron con toda la familia.

“Nos abrazamos, le dije que nos iba a ir bien este año, pero ya ven, nunca pensé que viviríamos esto. Algunos dicen que están muertos, pero nosotros creemos que hay mucha probabilidad de que estén con vida”, repite el joven de apariencia menuda con voz muy baja.

Una canción que cuenta cómo ocurrió la tragedia de Iguala desplazó al silencio. Comenzó una velada para exigir justicia por los normalistas, víctimas de desaparición forzada desde el pasado 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, cuando policías de Iguala y de Cocula, presuntamente los entregaron a la organización criminal Guerreros Unidos.

La velada inicia con un documental de las comunidades autónomas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y luego una oración por los estudiantes desaparecidos y para exigir la liberación de los presos políticos de Guerrero, como Néstora Martínez, de la policía comunitaria de la CRAC.

Clemencia Guevara es del municipio de Apango, ella es la encargada de llevar a cabo la oración. “Esta noche nos hemos reunido tus hijos, los que estamos en este plantón. Para empezar te damos las gracias por todas las bendiciones que has derramado para cada uno de nosotros, porque como tú lo has dicho en tú palabra: donde dos o más se reúnen, tú estas en medio de nosotros”.

La mujer lee el Salmo 42 que habla sobre los hostigados, sobre las personas que se han quedo en el olvido. Mientras tanto las personas y los pocos maestros que se encuentran en el plantón se acercan al “árbol blanco” con una vela entre las manos.

“En estos momentos estamos invocando justicia, pero para que haya paz tiene que haber primero justicia y que se esclarezcan las muertes de los luchadores sociales que dieron la vida por la causa, por la justicia y por la paz de los pueblos”.

Al término de la oración regresó el ánimo de lucha. Guevara, quien es líder del Frente en Defensa de los Pueblos, arengó: “!Ayotzi vive! ¡La lucha sigue! ¡Ayotzi vive, vive, vive! ¡La lucha sigue, sigue y sigue!”

La mujer es también la encargada de la organización de la velada. Junto con las compañeras prepararon más de 30 kilos de arroz blanco y frijoles negros, que con tostadas recién fritas en manteca reparten como cena de fin de año.

En lugar de ponche, los maestros y simpatizantes beben café negro, acompañado de un pedazo de pan típico de la región.

Clemencia dice que a ella, desde muy niña le enseñaron que tiene que ser solidaria con los padres y los maestros, además de que el compañero Miguel Ángel Mendoza, El peluquero, un normalista que a sus 30 años se fue a EU, pero regresó para ser maestro, es de Apango.

“Es un joven que tenía la inquietud de salir adelante y como paisanos y del mismo pueblo… Hoy nos encontramos con este lamentable hecho de que nuestro paisano está desaparecido, así que la familia, los amigos y los que estamos aquí pedimos Miguel Ángel y el resto de los estudiantes puedan regresar a sus casas”.



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