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Catalino se salvó de milagro

Esteban David Rodríguez| El Universal
Lunes 02 de marzo de 2015

El 28 de septiembre de 2008 Catalino Duarte Ortuño (PRD) tuvo más suerte que en todas sus victorias electorales —alcalde (2005), diputado local (2005) y federal (2012)—, porque varios encapuchados armados con Ak-47 bajaron de una Ecosport que cerró el paso a su Grand Cherokee cuando conducía hacia Altamirano, y abrieron fuego contra él, obligándole a maniobrar, derribar una cerca y entrar a un potrero, donde bajó de la camioneta para intentar huir a pie, pero el impacto de una bala en la espalda detuvo sus pasos.

Los agresores se fueron al creerlo muerto, después logró incorporarse, obtuvo ayuda, sobrevivió, y fue electo el domingo siguiente, tras una supervivencia milagrosa, pues cada arma con que fue atacado lanza más de 600 ojivas por minuto a una velocidad de 400 metros por segundo, y sólo una lo alcanzó.

Sin tal fortuna habría sido el tercer ex presidente municipal de Zirándaro en morir bajo fuego, como Aurelio Peñaloza en 1999 y Benito Pineda en 2006. A Marcial Cárdenas, con dos periodos en la alcaldía (2002-05, 2012-15), le mataron a un cuñado y a un sobrino: Gilberto Bermúdez, a quien la prensa achacaba filia delincuencial, y a su hijo homónimo.

Pero nadie ha perdido más familia que Duarte en 2009. El 12 de febrero su hermano José Claudio fue secuestrado por un grupo armado, y no se supo más de él, salvo por una orden de reaprehensión en Altamirano (134/168/2008), pues había sido detenido en 2008 con un revólver calibre 9 mm, y obtuvo libertad condicional por la que firmaba cada 15 días. “La había conseguido para protegerse del crimen organizado como hacen muchos, porque estaba amenazado”, aclara su hermano.

En marzo, un grupo armado llegó a Zirándaro y asesinó a los tíos de Duarte, Andrés Jaramillo Ortuño y Pablo Ortuño Pineda, además de quemar varias casas, entre ellas dos de la familia de Marcial Cárdenas, la de un síndico, y siete vehículos.

En julio, Clemente Ortuño Pineda, tres años menor que su primo Catalino, murió bajo fuego en Guayameo, a las afueras de Zirándaro, con otros pistoleros que enfrentaron a soldados de la 21 Zona Militar. El ataque se adjudicó a La Familia, aunque autoridades federales situaban a Clemente en el clan Beltrán Leyva.

Era la cíclica violencia preelectoral: el secretario de Seguridad Pública de Pungarabato había sido asesinado y los alcaldes de Zirándaro, Ajuchitán y Teloloapan estaban amenazados de muerte. En 2012 se cumplió advertencia similar sobre el munícipe de Florencio Villarreal, por lo que el ex alcalde de Arcelia, Ernesto González, se fue de la comarca, harto de “pedir permiso al narco para hacer política”.

Duarte Ortuño se quedó. Desde el atentado reitera que no es narco, aunque a veces intercambia acusaciones con el también diputado Manuel Añorve (PRI) y, tras la decapitación del hermano del legislador Marino Miranda (PRD) en Teloloapan (3/9/2014), acusó al alcalde del lugar, Saúl Beltrán, de tener nexos criminales. Beltrán respondió: “Bueno, fue en la gestión de Duarte cuando hubo 200 asesinatos en Zirándaro”.



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