Después de mantener un liderazgo por más de 20 años en los estados de Sinaloa, Sonora, Jalisco y Nuevo León, el cártel de los hermanos Arellano Félix fue el primero en romper con las tradicionales reglas de los clanes masculinos del narcotráfico para pasar a una era en la que una mujer tiene el control, señalan los informes de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA).

La captura de Fernando Sánchez Arellano, El Ingeniero, en junio de 2014, quien en ese entonces ostentaba el liderazgo de la organización, dio una nueva faz a este grupo basado en una estructura de negocio familiar, que ha visto reducida su influencia.

Bajo el mando de Enedina Arellano Félix, La Jefa —quien hasta antes de la aprehensión de su hijo Fernando era la operadora financiera—, el Cártel de Tijuana tiene hoy influencia solamente en el estado de Baja California, en donde su minado poder se sustenta en la operación de tres células delictivas.

La primera bajo el nombre de El Chan, encabezada por Juan Lorenzo Vargas Gallardo, un ex agente de la policía ministerial, quien fue detenido en octubre de 2013 y liberado durante el pasado agosto.

Una segunda célula es conocida como El Jorquera, comandada por la familia Jorquera; y la tercera identificada como El Kieto, indica información de inteligencia de las autoridades mexicanas sobre la forma en que esta organización criminal se sostiene a pesar de los golpes que han sufrido los elementos de su estructura en los últimos años.

Mantiene ingresos del tráfico de drogas y del cobro de “derecho de piso” a otras organizaciones del crimen organizado de México y Estados Unidos; se alió a otras organizaciones delictivas después de que a principios de abril el Cártel Jalisco Nueva Generación desplegó mantas afirmando que estarán a cargo de la plaza bajo la denominación de Cártel Tijuana Nueva Generación, señalaron agentes antidrogas.