El espionaje en México está saturado de micrófonos, demandas que no llegan a sentencias, vidas y carreras amenazadas, pero sobre todo, filtraciones a la prensa de llamadas, correos electrónicos, video y fotografías que son obtenidas por grupos privados o áreas de gobiernos federales e incluso estatales.

“No es que en México no se sepa conducir una investigación por espionaje, sí se sabe hacer, pero normalmente esas redes de inteligencia privada llevan a los grupos más poderosos empresariales o políticos y eso se bloquea desde el poder mismo, por lo que los fiscales no pueden acusar libremente y llegar al fondo”, afirmó Edgardo Buscaglia, investigador de la Universidad de Columbia.

Cada grupo económico mexicano, explicó el experto en seguridad, tiene su propio sistema de inteligencia que le permite interferir comunicaciones, realizar tareas operativas al mismo nivel que inteligencia militar o que el Cisen. Doris Gómora