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"Garganta Profunda" llega a la Cámara Alta

Juan Arvizu| El Universal
Jueves 19 de marzo de 2015

EXPECTACIÓN. Los senadores René Juárez Cisneros, Emilio Gamboa Patrón, Hilda Estela Flores y Enrique Burgos, atentos al tablero de votación electrónica. (Foto: LEO MORALES / EL UNIVERSAL )

Zoé Robledo cita en la tribuna al personaje clave del 'Watergate'

juan.arvizu@eluniversal.com.mx

Garganta Profunda llega a la tribuna del Senado, donde se debate la Ley General de Transparencia, la que, dicen los oradores, empodera al ciudadano y que será realidad en México, pero como un poder con límites.

El senador perredista Zoé Robledo quien muestra, como un estandarte de los creyentes de la máxima publicidad, un retrato de ese hombre delgado, Mark Felt, el informante de The Washington Post en la hazaña del Watergate.

Ahí está la imagen de Felt, el agente del FBI que conoció los secretos del equipo de la Casa Blanca, del entorno de Richard Nixon, y que al iluminar esa zona oscura de la política, abrió el escándalo que hizo historia universal, porque mostró la fuerza del poder de la información en la opinión pública.

De eso se trata, han dicho durante dos años y medio los senadores a cargo de legislar la nueva generación de la Transparencia. Por fin ha llegado al pleno un dictamen consensuado de ley general reglamentaria de la reforma Constitucional. Ha pasado agua debajo del puente; estuvo a punto de descarrilar el proceso, acusa Alejandro Encinas, en diciembre, por el consejero Jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos Cervantes, que como duende parlamentario inducía cambios al papel de las deliberaciones.

El homenaje adrede que ha hecho Zoé a los informantes, los servidores públicos que con acceso a información relevante que se atreven a divulgarla por el beneficio de la sociedad, se debe a que una cláusula en la ley, niega ese poder a quien descubra casos graves de corrupción, o amenazas a la salud o ante violaciones a derechos humanos.

Y hay otro de esa especie, Edward Snowden, un paladín contemporáneo de divulgación de papeles clasificados como confidenciales por el sistema, que fue agente de la CIA y se transformó en informante. Toda una celebridad en el mundo, ejemplo a seguir en muchas partes donde quieren replicar su actuar.

El senador Fidel Demédicis Hidalgo lo recuerda y, hombre de equilibrios, al fin, el legislador perredista le recuerda a los suyos que desde los ochentas ellos, los de izquierda, soñaban con una legislación como la de Transparencia que discuten desde las 16 horas y que la votarán casi a las 21 horas.

Sólo hay dos voces en contra: Manuel Bartlett Díaz y David Monreal. Y antes de votar en lo general hablan ambos y 21 senadores a favor, priístas, panistas, perredistas, todos constructores de ese sistema “que cambia la forma de hacer política”, dice Cristina Díaz; que concluye “un ciclo legislativo sin precedente”, expone Alejandro Encinas. “El momento es histórico —expone Lilia Merodio—, porque el Senado responde a la exigencia de la apertura del Estado mexicano, y en esto el presidente Enrique Peña dio su apoyo”.

Hablan de 300 horas de trabajo acumuladas. Pero estos senadores que redactaron la ley son como obsesivos. El dictamen lo dejaron reposar del jueves a este miércoles. Perfeccionistas, cambiaron comas, algún verbo, luego quitaron y pusieron párrafos, mientras que la sesión del día transcurría y a la hora del hambre el pleno votaba y votaba paquetes de puntos de acuerdo, hasta que por fin los encargados del dictamen dijeron “¡basta!” y Miguel Barbosa abrió el debate.

El coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa Patrón, a la espera del resultado final, mira el tablero con un punto rojo, como mancha de sangre, el voto en contra de Bartlett. “¡Manuel, Manuel, neutro, neutro!”, clama el priísta que anhela un marcador de unanimidad que le daría abstención del poblano, el duro del Senado:

“¡No!”, contesta, seguro de que la ley nada aporta, aunque toda la izquierda la encuentre buena. Se registran 110 votos a favor.

“Es un parteaguas de la opacidad a la transparencia en nuestra vida pública”, dice Miguel Barbosa Huerta, al final de la sesión, cuando el espíritu de Garganta Profunda, el estandarte de todo informante deseoso del bien social, se asomó en la ley y quedó fuera.



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