Un adiós anunciado
Después de 25 años, Cuauhtémoc Cárdenas, el más emblemático de todos sus integrantes, renunció al PRD. Lo hizo en uno de los momentos más críticos por los que atraviesa ese partido y en medio de una grave crisis política y social en México.
En el juego de la política perredista los mensajes eran muy claros desde hace varios días; para Cárdenas el PRD necesitaba una transformación radical porque ha perdido credibilidad y prestigio, porque se ha encerrado en la lucha de las tribus y porque ya no representa “las causas de la gente”, como dice su frase propagandística. Hace unos días el fundador del partido le pidió a Carlos Navarrete, su actual presidente, que renunciara. Les dijo que habían caído en la “miopía”, el “oportunismo” y la “autocomplacencia”. La respuesta fue escudarse en pretextos burocráticos y luego invitó a Cárdenas a un diálogo público. En esa sesión —que se llevó a cabo ayer—, unas horas antes de la renuncia, se dio el último desencuentro.
Navarrete y Cárdenas hablaron de dos partidos y de dos países, y no lograron conectar sus puntos de vista. Navarrete hizo una apología, con tintes críticos abstractos, porque la situación no está para menos, pero en realidad guardó silencio sobre las críticas de Cárdenas y expresó la complacencia del recién llegado al ansiado puesto. Su visión es la de un partido que en 25 años se ha convertido en “partido gobernante”, mencionó los cuatro estados y los 306 gobiernos que encabeza el partido del Sol Azteca. El lunes pasado lanzó un Manifiesto a la Nación con diez demandas. En cambio, para Cárdenas el PRD es un barco que se hunde y que terminará como “una franquicia electoral”. Así fue la última cita entre el fundador y actual dirigente: para Navarrete el ingeniero Cárdenas es muy importante, “México necesita el partido al que usted convocó”, pero para el fundador no se respondió a ninguna de sus críticas. Para demostrarles de qué se trata simplemente les enumeró los silencios y las ausencias del PRD: que no se hayan pronunciado por la libertad de los 11 detenidos del pasado 20 de noviembre; que se encuentren completamente ausentes de las movilizaciones por los 43 normalistas; que estén planeando una alianza electoral con el PAN para Sonora, pero que no hayan pedido la libertad de los dos presos políticos de la Tribu Yaqui, Mario Luna y Fernando Jiménez.
Termina aquella historia que se inició en 1987 con la ruptura cardenista, y que en 1989 empezó la aventura del mayor partido de la izquierda. Finalizan 25 años de una identidad, mientras el PRD acumula renuncias. Ahora fue la de Cárdenas, un adiós anunciado. ¿Quién sigue?
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif





