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Por días Alejandro Alfaro estaba desesperado y cuando eso ocurría se ponía a leer. A 81 días del cierre de las instalaciones de la Escuela Superior de Medicina, el estudiante de segundo semestre de la carrera de médico cirujano partero, ingresó a las instalaciones de la escuela y se sentó en una banca frente al auditorio principal, lo que más lamenta es haber “perdido el ritmo de estudio”.

Como él, poco más de 12 mil alumnos, de las diferentes escuelas de medicina retomaron sus actividades en el Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Será una semana de clases y luego otra vez suspenderán actividades, por el periodo vacacional de fin de año. El 7 de enero se prevé que serán poco menos de 174 mil alumnos los que reiniciarán actividades docentes, ya no sólo los 12 mil jóvenes inscritos en las escuelas de las áreas médicas.

Con la entrega de las últimas tres escuelas en poder de los estudiantes, el Politécnico que permaneció cerrado desde el mes de septiembre se encuentra en proceso de regresar a la normalidad.

La Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), unidad Santo Tomás, que fue la última en cerrar el pasado 30 de septiembre, se convirtió en la última en ser reintegrada ayer a las autoridades centrales, primero por el luto que le guardaron a su compañera Edith Gutiérrez Pérez asesinada el jueves pasado en Iztapalapa; ahora un aula llevará el nombre de la joven, acordaron. Solo falta por ser entregada la unidad Tepepan.

A primera hora los integrantes de la Asamblea en la Escuela Superior de Enfermería y Obstetricia iniciaron la entrega del inmueble a las autoridades del Instituto para preparar el regreso a clases.

Los jóvenes desalojaron salones y áreas de auditorios que habían tomado durante el movimiento que rechazó el nuevo reglamento interior.

Una pila de cobijas, colchonetas, utensilios domésticos, casas de campaña, lazos, incensarios, productos de despensa básica, hasta una guitarra y un carrito del supermercado fueron concentrados en una de las jardineras que da al acceso principal.

De acuerdo con la directora del plantel, Ángela González, al lugar acuden regularmente mil 500 alumnos y entre trabajadores y docentes suman otras 200 persona más. Ahí el proceso fue terso, de manera conjunta en la dirección se elaboró el acta de entrega y recepción. Los alumnos limpiaron para no entregar todo en desorden.

Antes, al rededor de las 6:30 horas, arribaron a la Escuela Superior de Medicina los primeros trabajadores y profesores de la institución, ubicada en el Casco de Santo Tomás. Poco después de las siete, los estudiantes ubicaron los salones de clase en los que retomaron sus primeras actividades. Las expresiones entre los jóvenes fueron de alegría y lo manifestaron con abrazos en cuanto vieron llegar a sus amigos y compañeros.

En esa escuela se estima que son poco más de 10 mil los estudiantes que acuden en los diferentes grados y especialidades. Entre ellos Alejandro Alfaro, quien nunca estuvo de acuerdo con el movimiento. Ni en el inicio, menos ahora y lo argumenta al plantear que “en las mesas de diálogo (los estudiantes) no fueron congruentes en algunas ideas, no fueron exactos, en cada mesa se desviaban del tema, parecía que no era la prioridad arreglar los temas del Instituto”.

Lucía Jiménez Aranda, alumna del primer semestre relató que durante la suspensión, algunos maestros citaron a clases extramuros en bibliotecas o espacios públicos, pero conforme se sumaron los días de suspensión se perdió el contacto.