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Periodismo de investigación. "¿Quieres a tu perro de vuelta? Dame 20 mil"

Valentina Pérez Botero y Karla Casillas| El Universal
Jueves 06 de febrero de 2014

Video. Las delegaciones donde más se reciben denuncias de estos casos son Cuauhtémoc, Iztapalapa y Coyoacán

<b>Periodismo de investigacin.</b>

QUEJA. Francisco y Laura son de las pocas personas que han denunciado ante el Ministerio Público el hurto de sus mascotas. Aún no las recuperan. (Foto: ADRIÁN HERNÁNDEZ / EL UNIVERSAL )

Por el rescate de las mascotas, los plagiarios llegan a pedir hasta tres veces su valor y sólo se recupera 40% de animales, asegura experto

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La historia de Koda, un perrito de raza pomerania que fue secuestrado en la colonia Cuauhtémoc, forma parte de una estadística escasa, pues su rapto concluyó con un final feliz.

Las cifras de regreso a casa después de un rapto son muy bajas. “De cada 10 perros que se secuestran, sólo tres o cuatro regresan”, asegura Miguel Martínez, especialista en seguridad.

Eran las 11:30 horas del 14 de abril de 2013, y Koda, la mascota de los dueños de una tintorería ubicada en la esquina de Río Pánuco y Río Niágara, paseaba a sus anchas por esa manzana, como todos los días. Koda, en realidad, era el perro de los vecinos de la cuadra, pues entre todos lo cuidaban y alimentaban.

El personal de PetXclusive —una tienda para mascotas— notó la ausencia de Koda al poco tiempo de ser raptada “pues venía un promedio de veinte veces al día. Llegaba por sus premios, o para visitarnos. Cuando lo dejamos de ver por un lapso de dos horas nos preocupamos y fuimos a preguntar a la tintorería. Fue cuando ellos también se dieron cuenta que llevaban un rato sin verlo”, explica Maritza Márquez, una de las socias de la tienda.

El reloj marcaba las dos de la tarde y nadie había visto a Koda desde las 12 del día. En algún momento entre esas dos horas alguien se lo había llevado, pensaron entre todos y empezaron a construir teorías.

Para los vecinos era imposible que se hubiera ido por sí solo. “No se dejaba agarrar”, dice Maritza, y la secunda Mónica Ornelas, otra habitante de la zona: “No le gustaba. Te mordía si intentabas cargarlo”; también era poco probable que se hubiera perdido, llevaba más de dos años viviendo prácticamente en la calle, “y era muy listo —añade Maritza—, incluso sabía que no debía bajarse de la banqueta”.

Para las tres de la tarde aún no se sabía nada de Koda y el dueño de la tintorería, junto con personal de la tienda de mascotas, comenzaron a pegar carteles con la foto del altivo pomerania, la solicitud de ayuda y los teléfonos de contacto.

Pensaron entonces en las cámaras de seguridad de los edificios aledaños, y Mónica Ornelas se acercó con el portero de uno de los inmuebles: “Mira que nos robaron al güerito, ¡ándale!, es para una buena obra, necesitamos recuperarlo préstanos las grabaciones”, insistió. Esta súplica unida a un par de botellas de alcohol —“tuve que sobornarlos” confieza Mónica con una sonrisa— sirvió para conseguir dos cintas de seguridad que ayudaron a ver lo que los vecinos se temían: el perro había sido secuestrado.

Esto, unido a otro de los videos de PetXclusive, mostraron el modus operandi del secuestrador. Un señor de camisa blanca pasa frente a Koda con dos perritas que usa como anzuelo. “Estoy segura que una de ellas estaba en celo”, dice Mónica mientras ve en el video cómo Koda pega su nariz a la cola de una de ellas y comienza a caminar sin separárseles. El enganche del ladrón sirvió para aislarlo y poder tirarle una cobija encima que le permitió agarrarlo sin ser mordido.

Y sonó el teléfono

El teléfono de la tintorería por fin sonó a las siete de la noche y al dueño le dijeron: “Si quieres a tu perro de vuelta, me das 20 mil pesos”. Era la voz de un hombre, pero gracias a la acción vecinal conjunta, el dueño ya sabía cómo se había llevado a Koda, la hora, y hasta la vestimenta de quien lo tenía cautivo.

El dueño entonces le contestó muy seguro que sabía todo de él, y que si su perro no estaba ahí a las 11 de la noche, lo denunciaría a primera hora del día siguiente: “En la delegación ya saben quién eres y te tienen fichado”, amenazó el dueño al secuestrador.

Koda regresó envuelto en una cobija a las 11 de la noche a la tintorería. Una emisaria del ladrón lo llevó y no pidió un centavo; ya estaban amedrentados.

El perrito tiene ahora una nueva familia (su antiguo dueño tuvo que mudarse de país): vive con el joven Wajdi Burjas, ya alejado de esa esquina que le trae malos recuerdos.

Mónica asegura con pesar: “Como con personas, ahora hay secuestros de perros”. Improvisa una palabra para esbozarlo: “Algo así como perroexprés”.

¿Extorsión o secuestro?

El reflejo inmediato de los dueños que pierden a su mascota es hacer un cartel con sus datos básicos y los de su animal: “Se busca: perrita tamaño mediano, pelo largo con tonos café, y pancita pecosa”.

De acuerdo con Miguel Martínez, experto en seguridad y secuestros, la información pegada en la calle y en redes sociales, puede ser fácilmente usada contra el dueño para extorsionarlo, pues cualquiera puede llamar e inventar que lo tienen.

Muchos supuestos secuestros, de acuerdo con Miguel, son sólo extorsiones: “La gente paga y nunca regresa su perro, porque quien llamó nunca lo tuvo”.

El señor Miguel que fue guardia de seguridad durante 30 años y ahora tiene una pensión para el cuidado de perros comenta que los animales raptados no necesariamente tienen que ser de pedigrí, pero la raza de los perros sí que se utiliza para medir el poder adquisitivo de sus dueños y cuánto puede redituar en el mercado negro.

Xoloitzcuintle, pastores de los pirineos, dogos, mastines, dóberman, pomerania, chihuahua, filas brasileños y san bernardos, de acuerdo con el experto, son las razas que más corren peligro.

Las modalidades del robo varían: puede ser a mano armada o robados directamente de sus casas, explica Martínez y advierte que el fenómeno de robo y secuestro de mascotas, “desde hace uno o dos años, se ha incrementado y puede subir más debido a que los secuestradores y extorsionadores están diversificando el negocio, ahora a los animales”.

“Siempre nos van a pegar donde nos duele más, un miembro de la familia, un amigo muy querido, en tu pareja… en un perro, que se convierte en parte de tu hogar”, comenta Miguel al explicar que un can, más allá del valor monetario, es valuado por la importancia que tiene dentro de la familia, pues ésta es capaz de pagar hasta el triple del precio comercial de la mascota por ver a su amigo de cuatro patas regresar a casa.

La misma modalidad que personas

El secuestro y robo en los perros sigue la misma modalidad que en las personas: “Hacen un seguimiento de días, incluso meses para establecer la rutina, los horarios, los integrantes de la familia, los eventos sociales a los que asisten”, dice Miguel Martínez.

Explica que el estudio previo permite trazar un plan y valorar monetariamente el objetivo.

Y claro, los ladrones de perros han encontrado un lucrativo negocio. En caso de que no se pida dinero de regreso, un perro robado puede servir en el mercado negro para la reventa como cachorro de raza, la venta a criaderos clandestinos, como sparring —carnada, ayuda de entrenamiento— para peleas de perros, o para su exportación.

En el caso del secuestro o extorsión “te piden de tres a cinco veces su valor”, señala Martínez. Según el especialista, los ladrones encuentran rédito en este giro de su negocio. Los casos de extorsión a veces se ven suavizados al pedirte una “contribución por el hallazgo”.

Los criaderos clandestinos, por ejemplo, son aquellos que surten la venta de mascotas en las calles de la Zona Metropolitana y se les llama así por una falta total de regulación. Miguel narra que estos espacios suelen ser casas llenas de jaulas donde se tienen muchas hembras y un par de sementales exclusivos para la reproducción. A las perras se les hacen cesáreas para acortar el tiempo de espera para obtener cachorros y a algunos se les cortan las cuerdas bucales para que no emitan ruidos. Son recintos verdaderamente crueles.

En el caso de las peleas de perros, si las razas robadas no son las indicadas —por tamaño, bravura o condición física— se pueden utilizar a modo de carnada para enseñar a atacar o como invitación al perro de pelea para que juegue.

Un último rubro, “apenas hemos identificado un par de casos”, advierte Miguel, se trata de la exportación del perro a Canadá o Estados Unidos. “Los ladrones lo anuncian como un perro rescatado o encontrado y gente en Canadá pide adoptarlo y la persona solicita una remuneración para supuestos gastos, y lo envían”.

Robo a mano armada

“Sí, fue él”, dice Francisco Alcántara a la descripción que da la veterinaria de un hombre “raro” que hace poco más de seis meses le preguntó si Gorda, una bulldog francés, y la Señorita Tupsi, una pug, eran caras. “Sí, fue él quien jaló las correas y las metió al carro”.

El hombre blanco, de cabello oscuro, de unos 25 años que describió la veterinaria y reconoció Francisco, se identificó como policía judicial y le ordenó al dueño de las perritas que le diera su cartera “no tenía ni un quinto porque era antes de quincena”, dice Francisco al explicar que al no ver dinero, le pidieron el celular, y finalmente, como el teléfono no fue de su agrado, le exigieron a sus perras: la Gorda y la Señorita Tupsi.

Ha pasado ya una semana desde la noche del 29 de enero y Laura Ledesma dice: “Seguimos sin poder creerlo”. Ambos adquirieron a las perritas de un criadero donde estaban en pésimas condiciones, no pagaron nada por ellas e, incluso, la Señorita Tupsi ya estaba esterilizada, y por la edad, empezaba a descalcificarse.

Laura y Francisco han intentado desentramar el porqué se las llevaron. Recuerdan que hace poco menos de 15 días un niño les preguntó lo mismo que el hombre raro a la veterinaria: cuánto habían costado las perritas, a cuánto las podían vender, si las querían cruzar… “Por supuesto, nosotros no le contestamos nada”, dice Laura.

Cifras oficiales de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal indican que el robo de perros en la capital representa, en promedio, 53% de todos los hurtos de animales en la ciudad. En total, se registraron 51 averiguaciones previas por hurto de canes en 2013, contra las 55 de 2012. Sin embargo, la gran mayoría de este tipo de delitos no son denunciados, ni en el DF, ni en la Zona Metropolitana.

Francisco y Laura son una excepción, pues ellos sí acudieron al Ministerio Público de Naucalpan a interponer la denuncia.

Después de esperar durante ocho horas en los trámites, el MP ordenó a los dueños poner bajo el título “Objetos de valor substraídos” a sus dos perritas.

Francisco y Laura están sentados en el murito del kiosko del Parque de los Perros de la colonia Bulevares de Naucalpan.

“Aquí estábamos con ellas hace ocho días”, dice Laura mientras mira a su alrededor y le dice a Francisco un “¿Te acuerdas?”, plagado de recuerdos sobre lo que disfrutaban sus perritas: les gustaba estar en una parte alta, jugar con los niños que visitan el parque, estar con otros perros, el sol.

Los postes del kiosko tienen carteles con la foto de Gorda y la Señorita Tupsi, junto a una advertencia: “¡Alerta vecinos!”.

“Sentimos un vacío muy grande”, dice Laura; y Francisco interviene: “Sí, es como una psicosis constante, de mirar a todos lados, de pensar dónde estarán”.

En 2013, las delegaciones donde más se recibieron denuncias de robos de perros fueron Cuauhtémoc, Iztapalapa y Gustavo A. Madero; mientras que las menos afectadas son Tláhuac, Milpa Alta, Azcapotzalco y Miguel Hidalgo.

En un sondeo realizado por EL UNIVERSAL, en páginas de internet donde se recopilan anuncios de animales extraviados, se encontró que sólo en enero de 2013 se reportaron siete robos de perros, la mayoría en el Estado de México, de raza y con menos de un año de edad.



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