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Análisis. Nuestra región y los niños

Enrique Berruga| El Universal
Jueves 03 de julio de 2014

Me fui a Laredo para conocer de primera mano el asunto de los niños migrantes. Laredo es buen punto de observación porque es ahí donde la Patrulla Fronteriza concentra a los menores que capturan en la frontera entre México y Texas. Los cruces se están dando principalmente en las inmediaciones de Reynosa y Ciudad Acuña, ese es el punto favorito de los polleros transnacionales. Si bien se habla de que desde octubre pasado se ha detenido a 52 mil niños que andan solos, los agentes fronterizos afirman que la mayoría van acompañados de alguna mujer adulta. Esa mujer puede ser la madre de algunos de ellos y, a la vez, la cuidadora de niños que van a encontrarse con sus padres en Estados Unidos. Según estos agentes, los niños que cruzan completamente solos son una minoría. No obstante, el número ha crecido muy significativamente en el último semestre. Esto revela, según ellos, que los polleros centroamericanos, con ayuda de los mexicanos, han encontrado un nuevo nicho de mercado.

El fenómeno de fondo es que los centroamericanos que ya residen en Estados Unidos están buscando la reunificación familiar. El padre de familia contacta a su pollero de cabecera, envía el dinero y espera a que su familia sea internada en territorio estadounidense. Una vez que han cruzado la frontera, los migrantes que pueden proporcionar los datos de algún familiar en Estados Unidos, reciben un permiso temporal de estancia que oscila entre uno y seis meses. Al término de ese plazo, deben presentarse en las oficinas de migración para que se determine si los deportan o les extienden la autorización. Lo más común es que nunca se presenten a esa cita, pues de cualquier manera saben que son indocumentados y lo único que puede sucederles es que los deporten. Así que mejor se arriesgan.

La crisis de los niños migrantes —que ha tenido resonancia en medios de todo el mundo— exige un cambio en la estrategia de México y de Estados Unidos hacia Centroamérica. La reacción que está generando en Estados Unidos es la de demandar la inmediata construcción del famoso muro de ocho metros de altura y el reforzamiento de la policía fronteriza. No importa que se trate de menores de edad; el objetivo es que no lleguen a su país. Cuando esté lista la barda, la frontera norte de México se convertirá en un tapón humano, generando una presión insostenible sobre las ciudades fronterizas de México. Si ya hay quejas y preocupación en Guadalajara, León y Monterrey por la presencia evidente de migrantes centroamericanos, esta presión se verá acrecentada en nuestras ciudades fronterizas, donde los migrantes se quedarán estacionados, sin trabajo y sin manera de cruzar.

Toda vez que las condiciones de Centroamérica están afectando directamente a México y a Estados Unidos, estos dos países no tienen más alternativa que unir esfuerzos para detonar el desarrollo de esa región. El Plan Puebla Panamá es evidente que no surtió los efectos esperados. Centroamérica está más pobre y mucho más insegura que hace diez años. Se requiere, urgente, la contribución de los primos del norte.

No va a ser fácil convencer a Washington. En esta visita a Laredo conversé con el congresista demócrata de Texas, Henry Cuellar. Me narró una plática que tuvo con el secretario de Estado, John Kerry, en la que le preguntaba por qué Estados Unidos destina miles de millones de dólares a países tan distantes como Egipto, Jordania o Irak y se olvida de México, su vecino inmediato. La respuesta de Kerry fue sorprendente, por decirlo suavemente: “México tiene a Carlos Slim”, le dijo. Henry Cuellar es un abogado natural de la relación con nuestro país. Pero no puede salir de su asombro ante la falta de visión estratégica que impera en Washington. Y tiene razón: lo que ocurre en México y en Centroamérica tiene un impacto mucho más inmediato sobre Estados Unidos que la Primavera Árabe. Ante esa visión, México no tiene más alternativas que plantear al gobierno estadounidense que en Centroamérica tenemos que ir juntos, con una visión regional amplia. La crisis de los niños migrantes es la voz de alerta, pero también la oportunidad para hacerlo.

 

Diplomático y escritor. Representante Permanente de México ante la ONU de 2003 a 2007



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