Perfil. Negociador que tejió poder en el partido
Video. Ir en contra de los personalismos fue eje de la creación de la expresión que lidera el perredista. Critica gestión de López Obrador y su autoritarismo
El dirigente de NI y fundador de "Los Chuchos" es fumador empedernido y aficionado a los toros. (Foto: ESPERANZA OREA / EL UNIVERSAL )
jorge.ramos@eluniversal.com.mx
Paso a paso, con paciencia, Jesús Ortega se adueñó del poder formal del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Aficionado a la fiesta taurina, a veces se lanza al ruedo con vaquillas. Inició en política en 1980 en el Partido Mexicano Socialista, que le permitió ser diputado federal en dos ocasiones. Casado con Angélica de la Peña, hoy senadora del PRD, en los 90 fue coordinador del PRD en el Senado y fue duramente criticado por sus posiciones en contra del EZLN, y por su cercanía con el panista Diego Fernández de Cevallos.
En 1996 enfrentó a López Obrador por la dirección del partido, pero fue vencido y lo acompañó como secretario general. Tres años después se batió contra Amalia García. Las acusaciones de fraude de ambas partes marcaron la elección. López Obrador optó por anularla y apostar por una encuesta y la zacatecana fue ungida. A regañadientes, Ortega cedió, pero dejó en cargos directivos a sus cercanos: Jesús Zambrano, su mejor amigo (de ahí el mote de Los Chuchos), Carlos Navarrete y el hoy ex chuchista Carlos Sotelo.
En 2006, Jesús Ortega se apuntó como precandidato al gobierno del DF. Pero de nuevo López Obrador le cerró el paso y dejó claro que su candidato era Marcelo Ebrard. Ortega se plegó de nuevo. Como premio de consolación fue designado coordinador de la campaña presidencial del tabasqueño, aunque en los hechos no operaba nada.
Según uno de sus mejores amigos, no es un hombre iracundo o que estalle. Incluso le ven como defecto que siempre negocia aunque sea necesario azotar la mano en la mesa.
Quizá por eso, fiel a su pragmatismo, tejió poder al interior del PRD. Guadalupe Acosta Naranjo también fue “sembrado” en el CEN de Rosario Robles. Silenciosamente, desde la secretarías General, de Organización y de Comunicación, Los Chuchos penetraron toda la estructura partidista.
Tras la derrota de López Obrador en 2006, el ex jefe de gobierno capitalino lo puso en la coordinación del Frente Amplio Progresista, un órgano que pretendía unificar a la izquierda: Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), PT y PRD. Sin embargo, la última vez que se vieron las caras en una reunión los dos políticos fue en enero de 2008 en el octavo piso del hotel Marquis en Reforma. Desde hacía dos meses que Jesús no asistía a las reuniones del Frente.
Nunca rebatió en privado ni en público a López Obrador. Optó por buscar de nuevo la presidencia del PRD en 2008, pero la pelea con el candidato de López Obrador, el actual senador Alejandro Encinas, terminó en batalla campal. “Fue un chuchinero”, pataleó Encinas sin éxito. Mientras se resolvía el entuerto, Acosta Naranjo fue presidente interino.
Jesús Ortega, el fumador empedernido, aceptó acercamientos con Felipe Calderón, a quien López Obrador consideraba un presidente espurio. Fue el preludio de la salida de López Obrador del PRD.
Sin López Obrador en el PRD y con Cuauhtémoc Cárdenas dubitativo, dueño ya de toda la estructura formal perredista en un trabajo de 14 años, Los Chuchos llegan a su cuarta presidencia.
Le va al América, equipo que es propiedad de Televisa con quien hoy vive un episodio de confrontación por la reforma en materia de telecomunicaciones. “Y le va a seguir yendo al América, vas a ver”, dice un cercano al pragmático aguascalentense de 62 años, con dos hijos que militan en el PRD pero no se dedican a la política: uno de ellos es dueño de un bar.