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“El partido no tiene papá para decir que hay regaños… yo no lo siento como regaño, yo lo siento como una propuesta de cualquier compañero”, suelta Jesús Ortega, líder de la corriente Nueva Izquierda (NI).

En los últimos diez años, Cuauhtémoc Cárdenas ha “regañado” a los líderes de su partido en cuatro ocasiones, y han sido tres sus preocupaciones recurrentes en cuanto a la conducción del partido que llamó a fundar: el reparto de cargos y candidaturas entre “tribus”, la corrupción interna y las alianzas con el PAN.

De esas críticas el reparto por corrientes ha sido el principal cuestionamiento, al grado de asegurar que ”las cuotas están matando al PRD”.

En todos los casos, sin embargo, sus propuestas de solución han incluido la de volver al esquema presidencial-discrecional en el nombramiento de órganos de dirección, con el argumento del voto de confianza, y no por elección interna, ni acuerdos entre las corrientes.

Lágrimas amarillas. Líderes perredistas recuerdan que hubo una etapa en la que un llamado de atención de Cuauhtémoc Cárdenas imponía al grado de las lágrimas.

“Un regaño hasta hizo llorar a Leonel Godoy”, dirigente interino en 2004, cuando el líder moral le renunció a todos los órganos de dirección, en rechazo a que presuntamente considerara digna de un dictador su propuesta de que renunciara todo su Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y él pudiera elegir libremente nuevos.

La renuncia marcó el alejamiento de Cárdenas del partido desde marzo de 2004, hace ya una década.

Las demandas de renuncias no preocupan, ha sido tema frecuente en el PRD y se la han exigido hasta al mismo Cuauhtémoc Cárdenas, expone Jesús Ortega.

“No me alarma una propuesta como la del ingeniero yo me acuerdo cuando Porfirio Muñoz Ledo pidió la renuncia de él” y al no conseguirla transitó a la organización Nueva República, luego salió del partido.

Entonces exigir la renuncia es un tema común en el PRD, lo que preocupa ahora es que se señale responsabilidad del partido en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y se olvide que ésta es de un grupo de narcotraficantes, insiste Ortega.

El 16 de noviembre en una carta Cárdenas “invitó” a renunciar al presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, y su CEN, para comenzar a superar la que consideró es la peor crisis de ese partido pues podría llevar a su disolución.

Cuotas y burocracia. En 2009, siendo dirigente Ortega, en el coloquio: “PRD a veinte años de su fundación”, realizado en la UNAM, tras la caída electoral de 12.9% en las elecciones federales de ese año, Cárdenas centró sus críticas en los pobres resultados que atribuyó a la “forma sectaria y clientelar” en la que definió sus candidaturas.

Vaticinó el “achicamiento moral y ético de su influencia política” si no se “barrían” oportunismos, actitudes sectarias, clientelares, “el burocratismo parásito y todo asomo de corrupción que se han apoderado de algunas de sus estructuras”.

Además cuestionó las alianzas que el PRD ya negociaba en algunos estados, pues sólo crean confusión y dan la imagen de un partido político “sin definición ideológica, sin rumbo político y guiado por un creciente oportunismo”.

Tres años y medio después, en mayo de 2013 en un foro en Oaxaca, y durante el mandato de Jesús Zambrano al frente del PRD, Cárdenas Solórzano volvió a criticar.

Criticó el mecanismo de cuotas para asignación de cargos según los pesos relativos de las corrientes, que se oficializaron y se les dio vida estatutaria en su condición de sectas”.

Las alianzas —advirtió— no deben repetirse con partidos que mantienen posiciones “diametralmente opuestas”, y pidió la renuncia.

En el aniversario 25 del PRD, en mayo, dirigió su mensaje a la corriente Nueva Izquierda (NI) y su conducción, pues sólo al régimen entreguista y neoliberal “le sirve ese discurso que dice que hay que ser una izquierda moderna”. Si no cambian las cosas, soplan —advirtió— “vientos de fractura” en el PRD.