La última tarde de debate del ingeniero... en Monterrey 50

REUNIÓN. Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Navarrete sostuvieron un encuentro de menos de una hora ayer por la tarde para analizar la situación del PRD. (Foto: LUCÍA GODÍNEZ / EL UNIVERSAL )
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juan.arvizu@eluniversal.com.mx
Cuauhtémoc Cárdenas sale por última vez del partido que fundó hace 25 años, luego de escuchar a la dirigencia que encabeza Carlos Navarrete, y se va decepcionado, dice, y horas después firma su renuncia al PRD, en acción que sacude a la izquierda y al sistema político.
Es su última jornada en el partido, y el ingeniero la cumple con una cita a intercambiar puntos de vista con Carlos Navarrete, que tiene lugar en Monterrey 50, en la colonia Roma, la legendaria sede del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que en los años 90 impulsó la apertura de caminos de la democracia.
Ahí quedan las escenas finales, como cuando llega a la cita y cruza las cerradas líneas de adeptos a Navarrete, en la acera del partido, gente que grita porras en apoyo al presidente perredista, “fuerzas vivas”, grupos del clientelismo de grupos internos.
El lance de posturas sugería alcanzar la talla de duelo de poderes, pero acabará en media hora de fintas y algunos golpes leves. Ambos soslayarán hablar de la renuncia del presidente nacional perredista.
¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad!, es la consigna que escucha de quienes han llegado a las afueras y muestran cartulinas en descrédito de Cárdenas y exaltación de Navarrete.
Las críticas al presidente nacional del partido, a raíz de la tragedia de Iguala que ha manchado la imagen del PRD, llevó a ambos personajes a sentarse frente a una batería de cámaras de televisión, fotógrafos, periodistas y sus comitivas.
Cárdenas entra al pequeño vestíbulo del edificio, donde Navarrete Ruiz lo espera con una comitiva de bienvenida, entre quienes se cuenta el secretario general, Héctor Bautista, y la diputada Amalia García.
El protocolo desluce por la aglomeración de porristas de ambos bandos, fotógrafos, camarógrafos que con flashes y reflectores causan un efecto raro: una lluvia de luces que en contraste de las sombras esconden el saludo de los dos personajes.
Cuauhtémoc Cárdenas Batel, el senador Alejandro Encinas y Javier González han llegado en compañía del fundador del PRD, pero se han quedado entre decenas que buscan entrar al auditorio Valentín Campa.
La senadora Alejandra Barrales conduce la reunión, que empieza en frío, a pesar del calor con que la gente forcejea con encargados del orden.
Cárdenas, de gafas y melena encanecida, el rostro inexpresivo, repele lo que escucha, colección de cumplidos al liderazgo que fue, y acciones recientes de la dirigencia que critica.
A ello le sigue Navarrete con las cortesías: “está usted en su casa”, y cosas de esas, que nada suavizan el rostro. Comparten dos metros cuadrados, pero podrían hablar en videoconferencia, pues la distancia es infinita.
Dice de su motivación por elaborar propuestas alternativas para que el PRD recupere credibilidad. Y Tan tán. Navarrete se pone de pie, la reunión cierra, los duelistas se dan la mano.
—¿Piensa renunciar? —le preguntan los periodistas.
—Tengo que hacer una reflexión en estos días. Hay muchos escenarios qué evaluar, como la situación del partido, del país y personal.
—¿Cuándo decide?
—Cuando sea oportuno.
Y fue oportuno, en la noche del día de la decepción.





