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Iguala.— Por las noches es muy común observar camionetas con hombres armados. Su paso deja una estela de polvo en el camino de terracería que lleva a las faldas de Cerro Gordo, lugar conocido por los habitantes de Pueblo Viejo como un cementerio clandestino del crimen organizado.

Ubicado a más de una hora de la ciudad de Chilpancingo, el poblado pertenece al municipio de Iguala, donde el pasado 26 de septiembre desaparecieron 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

Para entrar y salir de la comunidad, los más acaudalados utilizan autos particulares, otros lo hacen a caballo. La mayoría comparte una combi que pasa de vez de en cuando. Llegar al poblado a pie, es un inevitable trayecto de más de una hora de camino.

Casas de lámina, cartón, y algunas otras de tabique cuarteado, muestran la realidad de los habitantes de esta comunidad, donde la falta de servicios básicos es visible.

La siembra y cosecha de maíz es la principal actividad productiva. Algunos habitantes ven en la ordeña de vacas y cabras otra forma de sobrevivir.

No hay mucho qué elegir por aquí, la tierra es la única opción para los pobladores. Pocos pueden ir a la cabecera municipal, a la capital del estado o a cualquier otra parte de la República a probar una mejor suerte.

La visita de los forasteros no es normal por estos lugares. Los únicos que se reciben llegan al caer la noche, cuando camionetas último modelo recorren estos caminos de terracería en medio de la oscuridad.

Para los habitantes del poblado la llegada de la noche no augura nada bueno, por ello la gente prefiere permanecer dentro de sus hogares, evitan salir mientras pasan las camionetas.

En distintas ocasiones denunciaron la presencia de hombres armados a las autoridades del municipio, pero ninguna les dio respuesta. Aquí se impuso la presencia y la ley de estos hombres armados que actúan con impunidad.

El cuerpo de Seguridad Pública Municipal no sube al poblado, mucho menos a las faldas del cerro; los únicos que se atreven son los soldados, pero estos son vigilados de cerca por hombres a caballo o jóvenes que se esconden entre la hierba para reportar su presencia al crimen organizado.

En los últimos años se ha denunciado la desaparición de algunos habitantes que fueron “levantados” por sujetos armados. Los habitantes de Pueblo Viejo piensan que están en las faldas del cerro, donde hasta el momento las autoridades han exhumado 28 cuerpos que fueron calcinados.

En el lugar hay dos ranchos abandonados, pero de sus moradores no se sabe nada. Árboles y caminos agrestes dificultan el paso y visibilidad de la zona, en la que hasta el domingo pasado peritos forenses realizaron la búsqueda de más cuerpos en seis fosas clandestinas localizadas.

Con su partida sólo quedan algunos instrumentos o guantes que utilizaron para la exhumación de los cadáveres, que ahora se trata de identificar con pruebas forenses.

En los alrededores se observan hoyos y tierra levantada por la mano del hombre, así como restos de ropa y colchonetas en algunos lugares.

Al llegar la noche, el silencio ronda por el poblado, el toque de queda en esta región ha iniciado.