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Perfil. Hombre bajo de poder amplio

Silvia Otero| El Universal
Domingo 23 de febrero de 2014

Video. El capo más poderoso y escurridizo, finalmente fue capturado después de más de una década de huir de la justicia

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Delgado y con el rostro envejecido, es la imagen de una leyenda finita. El narcotraficante, considerado “el más poderoso” del mundo, está custodiado por elementos de la Marina, esposado, lejos del lujo, las excentricidades, de los millones de dólares de su imperio de drogas, sin sus sicarios, al final, solo.

Su rostro muestra las huellas de los 13 años transcurridos desde que escapó de una prisión de máxima seguridad, de los años en que consolidó su poder y apareció en la lista Forbes como uno de los hombres más ricos del orbe, tiempo en el que forjó el mito que hoy se desdibuja. Sí, era posible capturar a Joaquín El Chapo Guzmán.

Cayó en Sinaloa, su bastión de poder. En la misma tierra en la que nació el 4 de abril de 1957.

El hombre que por su 1.68 metros de estatura se ganó el mote de El Chapo, primero incursionó en el robo de vehículos, después se enroló en las filas del narcotráfico, que en la década de los 80 tenía como cabeza visible a Miguel Ángel Félix Gallardo, su mentor, quien le permitió escalar en la estructura del Cártel de Sinaloa, al lado de personajes como Héctor El Güero Palma Salazar, para convertirse después en el jefe indiscutible de la organización.

Tenía un bajo perfil, lejos de la leyenda que se construyó y que le valió que su cabeza tuviera un precio de 5 millones de dólares en Estados Unidos. Pero las disputas por el control de las rutas del narcotráfico con otros cárteles como el de Tijuana —aún poderoso en ese momento— hicieron visible su liderazgo.

En 1992, en un episodio de la lucha que libraba contra los Arellano Félix, su gente protagonizó una balacera en la discoteca “Christine”. Ahí, el nombre de Guzmán Loera comenzó a ser un “foco rojo” para las autoridades.

La guerra escaló y una de las víctimas colaterales fue el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, quien fue asesinado en mayo de 1993, en el estacionamiento del aeropuerto de Guadalajara, Jalisco, al parecer en un incidente en el que los sicarios de los Arellano Félix confundieron al alto prelado con El Chapo.

Fue capturado el 9 de junio de 1993 en la frontera entre Guatemala y México. Purgaba una condena de 20 años y nueve meses de prisión, pero sólo por los delitos de cohecho y asociación delictuosa.

El 19 de enero de 2001 fue el protagonista de una de las fugas más relevantes del país, cuando se evadió por la puerta principal del penal de Puente Grande, Jalisco, presuntamente en un carro de la lavandería. Ayer, la leyenda del narcotráfico durmió su primera noche detrás de una reja.



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