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Historia. Ahora vigilan su círculo de amistad

David Fuentes / Corresponsal| El Universal
Miércoles 12 de febrero de 2014

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CIUDAD JUÁREZ, Chih.— Las cosas para la familia Herrera Martínez no son las mismas desde hace poco más de 15 meses. Ahora cambian de aparato celular cada determinado tiempo, vigilan mejor su círculo de amistad, dejaron de acudir a restaurantes, de usar ropa de marca e incluso hasta de modelos de vehículos, todo por una mala experiencia que vivieron: el jefe de familia fue secuestrado, extorsionado y prácticamente obligado a huir de la frontera después de la experiencia.

Ricardo se dedicaba a la venta de material para construcción, negocio que junto con las bienes raíces que heredó de su padre, eran el sustento suficiente para vivir cómodamente en Ciudad Juárez.

Les alcanzaba para tener a sus dos pequeños en una escuela particular, salir por lo menos una vez al año de vacaciones a la playa y tener camionetas lujosas.

Sin embargo, una noche de noviembre, Ricardo fue interceptado por dos jóvenes cuando cerraba su negocio. Lo encañonaron y lo obligaron a subir a una camioneta para después colocarle una sábana en el rostro y ser golpeado.

“Vivir esa experiencia es terrible, un secuestro es lo peor que te puede pasar en la vida porque te deja una marca para siempre. Ya nada vuelve a ser igual, todo te da miedo, desconfías de tus amigos, tus trabajadores, de la policía, hasta de tu propia familia, te sientes indefenso e impotente ante ellos, no dejan de amenazarte, de golpearte y estás a su merced”.

“Las horas se te hacen eternas y los días interminables y al final te dejan en la ruina”, explica Ricardo al recordar lo que vivió hace más de un año.

Lamentablemente para él y su familia, el secuestro sólo fue el comienzo del sufrimiento, su familia pagó 200 mil pesos en efectivo para su liberación después de dos días de ardua negociación, pues los plagiarios querían en un principio un millón de pesos, bajándose después a 500 mil, pero al explicarle los familiares que conseguir esa cantidad era prácticamente imposible, cedieron y dejaron el pago del rescate en los 200 mil pesos.

El secuestro fue en los tiempos más álgidos de la frontera, cuando todas las corporaciones policiacas estaban más enfocados a la resolución de los homicidios dolosos vinculados a la delincuencia organizada y a prevenir más ataques.

Esto provocó que el secuestro no se denunciara, pues además no confiaban en las corporaciones policiacas. Una semana después del secuestro, regresaron y empezaron con la etapa de intimidación y de extorsión.

Por semana, empezaron a exigir 2 mil pesos como derecho de piso, para que nadie más los molestara o secuestraran al resto de sus familiares. Pero la voracidad de los delincuentes no tenía límite y al mes siguiente subieron la cantidad a 5 mil pesos por semana.

“Literalmente vivieron de nuestro miedo y no tenían llene, después nos pidieron más, más y más, hasta que simplemente no pudimos. Cuando llegamos al límite, les dije que se quedaran la tienda; si querían 5 mil pesos por semana, pues que la trabajaran. Nosotros ya no podíamos más y me dijeron que no… que ellos querían el dinero así nada más”, narra con una risa nerviosa el jefe de familia que dejó todo y ahora trabaja en un pequeño negocio que alcanzó a poner en El Paso, Texas, donde viven actualmente. No se sabe qué pasó con los delincuentes.



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