doris.gomora@eluniversal.com.mx  

El Estado mexicano está convalidando sus fallas de proporcionar seguridad a la población con la “legalización” de grupos paramilitares en Michoacán, y por ello va a pagar un costo muy alto, dijo en entrevista Edgardo Buscaglia, catedrático de la Universidad de Columbia.

“Los paramilitares son pan para hoy, sangre y fuego para mañana”, afirmó.

Michoacán, agregó el experto, es un estado junto a otros que tienen una tradición de grupos armados desde hace mucho tiempo.

El paramilitarismo en Michoacán tiene años “y desde el 2011 identificamos 172 grupos paramilitares en todo el país que se identificaron con expedientes, conversaciones con empresarios, con personas que se abordaban como parte de los estudios para evaluar el sistema judicial”, explicó Edgardo Buscaglia.

“El paramilitarismo tiene las siguientes características: tiene que ser un grupo armado, con jerarquías cuasi militares o de mando, que tienen una táctica y una estrategia ofensiva; los militares me entienden lo que digo, tienen que tener una estrategia táctica y operativa de limpiar territorios de grupos adversarios”, detalló.

Para Buscaglia ocho de los 10 grupos de autodefensas en Michoacán que firmaron el convenio en enero con el gobierno federal tienen esas características.

Dijo que la aceptación del Estado de estos grupos es un incentivo para los demás grupos paramilitares que se tienen detectados en estados como Tabasco, Tamaulipas, Guerrero y Oaxaca.

“Hay una minoría de grupos en Michoacán que sí son movimientos genuinos de autodefensas legítima en donde la población les está dando escopetas, lo que tengan a mano para que se puedan defender”, expresó.

Y alertó sobre los grupos que se movilizan en Michoacán con camionetas, vehículos blindados, que portan AK47 o ese tipo de armas de alto calibre, que son financiados por los pobladores.