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Crónica. Empañan a la madre de todas las batallas

Juan Arvizu y Alberto Morales| El Universal
Jueves 07 de agosto de 2014
<b>Crnica.</b> Empaan a la madre de todas las batallas

PROTAGONISTAS. Emilio Gamboa reclama airado al perredista Benjamín Robles por las alusiones que hizo contra el padre de David Penchyna (abajo). (Foto: LUCÍA GODÍNEZ / EL UNIVERSAL )


juan.arvizu@eluniversal.com.mx

La sombra de la discordia cubre el salón de sesiones del Senado. La pasión política se acaba justo a las 16:45 horas, 15 minutos antes de que los legisladores, como se ha acordado, deban votar en lo general el sexto dictamen, el de asignaciones presupuestales y deudas públicas.

Lo que sigue es la pasión humana desatada, que ataca con el arma más destructiva, la palabra.

Durante una hora, senadores del PRI, PAN, PRD y PT destrozaron el amor propio, el orgullo de los oponentes, y se mancha la Legislatura con descalificaciones, injurias, en una escalada en la que la ofensa que sigue tiene cada vez mayor calibre.

El perredista Benjamín Robles Montoya se refiere al priísta David Penchyna, quien con voz y ademanes agresivos ha señalado que Cuauhtémoc Cárdenas presentó en su día propuestas similares a las que los perredistas ahora repudian, sólo porque están en el dictamen.

A ese punto, le dan vueltas los oradores de izquierda sin deshacerlo, cuando Robles acusa que el padre de David Penchyna —José Penchyna Brickman, fallecido el 27 de diciembre pasado—, defraudó al Banco Ejidal.

La sala enloquece. Emilio Gamboa Patrón habla alto y luego grita: “¡No se vale meterse con el padre de un senador, y menos con un hombre que no vive!”. Mientras Penchyna come odio.

El pleno enmudece. Los rostros de las bancadas tienen rictus de pena. Están de pie, petrificados, miran a los protagonistas de la pelea. El rostro de Benjamín Robles está petrificado. Lo llevarán más tarde al lado de Miguel Barbosa, quien en acción rápida acepta las palabras de Gamboa, y “si pide respeto, que Penchyna también respete la ley”.

En la Mesa Directiva, José Rosas Aispuro Torres (PAN) se esfuerza por reconducir la sesión; lo mismo intenta el presidente, Raúl Cervantes Andrade (PRI), que pone energía a sus palabras. Frena una, dos, tres, quién sabe cuántas veces a Penchyna, que quiere responder.

Benjamín Robles asegura que tiene expedientes de historias oscuras de senadores, y envía un segundo golpe al senador Penchyna, de quien dice que fuera de la ley ha hecho dinero y ha comprado el voto.

Los coordinadores Gamboa y Barbosa están en apuros. Encuentran una salida. Barbosa, con Robles ya callado a su lado, dice que el oaxaqueño pide que se retiren del Diario de Debates sus alusiones sobre el señor padre de Penchyna.

Sigue el perredista Fernando Mayans y los invita a que diriman sus “amoríos”, fuera del salón, pero el pleno está atrapado en la aflicción. No hay actuación, el momento es amargo. Barbosa dice lo que no puede afirmar Robles: “Lleve usted —dice a Penchyna— para su familia, para usted y para todos los seres queridos que conforman la rama de su señor padre, una disculpa por parte del PRD, por las diferencias al calor de los discursos”.

Pero de que viola la ley, la viola, arremete. Con ese sabor amargo, el Senado navega a la orilla de la reforma reina del sexenio.



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