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Un voto prende los motores de la pasión política que parecía extinta en el debate energético. De quien menos se pudo haber pensado, el senador Fernando Mayans, el perredista más vehemente, enérgico, en la confrontación con PAN y PRI, dio su decisión a favor, en lo general, de la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos.

Claro que sus oponentes en el PRI y el PAN festejaron con un ruidoso aplauso y, a la velocidad de la luz, Javier Lozano (PAN) tuiteó una foto de un can bailarín y una expresión: “Con dinero baila el perro”, y un mensaje dirigido a Mayans: el que “se cansa de acusarnos de traidores a la patria, pero hoy vota por repartir la lana”.

Y de ahí para adelante. El calor sube y sube y, hasta la ecuánime y documentada en su causa, Dolores Padierna (PRD) arremete contra Lozano, a quien le dice que “tenga pantalones y venga a decírmelo aquí”, dichos que sólo se oyen en el salón que ya es una caldera, en ese momento sin válvula de escape.

Pide la palabra para alusiones, Lozano, quien en una actuación de arte dramático, sentado en su escaño, entrelaza sus manos, arquea las cejas en ese gesto de inocencia del que nada ha hecho y pide respeto, orden. El panista se ha vuelto especialista en aguijonear a los perredistas.

Tiene que intervenir el presidente Raúl Cervantes (PRI) para enfriar los ánimos y les urge dar un debate de altura. La sesión sigue con sus tres debates.

Antes, a las 11 de la mañana, el coordinador de los senadores del PRD Miguel Barbosa develó una leyenda dirigida a PRI y PAN: “México no los perdonará”, e insistió que lo que se legisla es una traición a la patria.

A las 12:08 arranca la penúltima sesión del proceso más intenso de los últimos tiempos. Y en la primera visita de Padierna a tribuna, con sus libretas de apuntes y sus cartulinas ilustrativas de sus señalamientos, le dice al pleno: “Ya revisé letra por letra esta maldita ley” que contiene daños, no beneficios a la gente.

Un millar de sindicalistas del SME repudian en la calle. Terminan y se van. Y siguen seis horas de posiciones y debate en lo general. Sube Mayans a hablar a favor del dictamen, pero esconde su intención en no decir el sentido de su voto y en poema de Carlos Pellicer que todos los tabasqueños recitan, en el que llama a su patria chica “agua de Tabasco”.

Votan a las 18:17. Llega hasta el lugar de Cervantes el perredista Armando Ríos para que anote su voto en contra y, desde su escaño, Mayans hace señas al personal de Servicios Parlamentarios para que lo inscriban a favor. Es el minuto de las 18:18, el del voto increíble. Este miércoles todo acaba y como sentencia Poncio Pilatos, “Lo escrito, escrito está”.