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Análisis. El desafío de la crisis humanitaria

Andrew Selee| El Universal
Jueves 03 de julio de 2014

En los últimos meses se ha desatado una ola de migrantes de menos de 18 años cruzando la frontera entre México y Estados Unidos. Desde el 1 de octubre de 2013 son más de 56 mil, frente a 20 mil de octubre de 2011 a septiembre de 2012 y sólo 10 mil en el mismo periodo del año anterior. La gran mayoría de estos migrantes provienen de Honduras, Guatemala y El Salvador y cruzan todo México para llegar a la frontera norte.

No es del todo claro lo que ha provocado este flujo tan intenso y repentino de menores migrantes indocumentados y no acompañados. Desde luego que la causa inicial radica en la pobreza y la violencia que viven estos países del triángulo centroamericano, y sin duda el hecho de que la violencia se ha agravado en Honduras —el país más peligroso del mundo, de acuerdo con algunos reportes internacionales—, y sigue siendo muy alta en El Salvador y Guatemala. El crimen organizado se ha introducido en las estructuras del Estado y de la sociedad en estos países, utilizando los dineros ilícitos de los consumidores de drogas en EU y la complicidad de grupos criminales mexicanos.

Pero también parece que se expandieron rumores en estos países, algunos promovidos por los mismos polleros, de que en EU se les dará amnistía a los menores que entren a territorio estadounidense. A partir de la decisión del gobierno de Estados Unidos de otorgar permisos laborales a los jóvenes indocumentados que viven en el país desde niños, los llamados dreamers o soñadores, estos rumores cobraron más fuerza. Si bien no es cierto que a los menores que llegan ahora se les dará amnistía, las leyes en EU sí requieren que se juzguen los casos de estos menores en un tribunal antes de deportarlos, un procedimiento que toma dos o tres años, y que los reúne con sus familiares en la Unión Americana durante este proceso. Así que, si bien no hay amnistía para los jóvenes que llegan desde Centroamérica hoy en día, sí hay posibilidades de tener una estancia de dos o tres años antes de ser deportados.

Esta ola de niños y jóvenes migrantes indocumentados es una tragedia humana no sólo para Centroamérica sino también para México y EU. En el transcurso del viaje por México y en la entrada a territorio estadounidense, estos menores sufren todo tipo de vejaciones, que van desde el robo hasta la violación, por mencionar algunas. Desafortunadamente, ni México ni EU tienen la infraestructura para hacer frente a este fenómeno o para proteger a estos migrantes en su travesía.

Esta semana, el presidente Barack Obama decidió enviar más agentes migratorios a la frontera para enfrentar el problema de hacerse cargo de estos menores cuando lleguen e identificar a familiares donde pueden radicar durante su proceso legal. Esta iniciativa tuvo un segundo propósito no anunciado. Los agentes enviados a la frontera normalmente se dedican a las deportaciones desde el interior de EU. Es probable que Obama, al ver que se desvanecieron las posibilidades de llegar a un acuerdo migratorio con el Congreso, haya decidido bajar el número de deportaciones de inmigrantes indocumentados radicados en Estados Unidos. Con esta medida logra dos propósitos: por un lado, hace frente al problema de menores migrantes y por otro, mina la capacidad para continuar con las deportaciones en gran escala que se venían dando en los últimos años.

Es probable que el Congreso estadounidense también cambie las leyes para permitir que se deporte a los menores migrantes a Centroamérica más rápidamente de lo que se hace ahora. Con eso, lograría eliminar incentivos para que los jóvenes centroamericanos emprendan el viaje a EU, pero también echaría abajo las protecciones legales que ahora tienen estos jóvenes al llegar a suelo estadounidense.

Finalmente, los gobiernos de México y EU ya están hablando sobre lo que se puede hacer para desincentivar la migración de menores desde Centroamérica y proteger a los jóvenes que de cualquier manera decidan iniciar el camino a EU. Esto representa un reto compartido para ambos países y una oportunidad para colaborar con propósitos comunes.

 

Vicepresidente del Wilson Center y Consejero Senior del Mexico Institute



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