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Del 'zape' a los juegos de la muerte

José Guaderrama| El Universal
Domingo 08 de junio de 2014
Del 'zape' a los juegos de la muerte

BULLYING. Investigaciones revelan que el acoso se da con más intensidad en la primaria y desciende hasta el bachillerato, lo que incide de manera importante en la vida adulta de la gente. (Foto: ILUSTRACIÓN: ISMAEL ÁNGELES / EL UNIVERSAL )


jose.guaderrama@eluniversal.com.mx 

No había advertencia: simplemente lo tomaban de la tetilla y le preguntaban: ¿Chichi blanca o chichi prieta? Y estaba obligado a contestar. Si decía blanca, le referían se te arranca, y le metían un tirón, y si era prieta, se te aprieta. En ambos casos resultaba doloroso.

Eran juegos de hace 30 años, en primaria y secundaria. ¿Pares o nones? Se agarraba un mechón de cabello y lo arrancaban. Si se atinaba a lo que la suma arrojaba, el jalón ya no se repetía.

Pegar un chicle en la cabeza de un compañero era desastroso, las madres se esforzaban por quitarlo con hielo, pero en el extremo de los casos, los niños llegaban trasquilados al colegio.

En primaria se acostumbraba esconder la mochila del compañero o se le ponían pegotes en la espalda con leyendas como: “Dame un zape”, “patéame”, “soy un menso”.

Ya en secundaria era habitual hacer que alguno brincara tras calentarle el asiento del pupitre con un encendedor, le tiraban bolitas de papel ensalivadas con el popote de la pluma BIC o pequeñas cáscaras de naranja con ligas. El calzón chino “reventaba” el orgullo de cualquiera frente a los demás.

¿Era esto bullying? De acuerdo con expertos, como Dan Olweus, citado en Cabezas & Monge (2007), el fenómeno se define como la situación de acoso e intimidación, en donde un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos.

Estudios establecen que el primer caso registrado sobre acoso escolar fue en la península Escandinava, en 1969, a raíz del suicidio de un estudiante motivado por el acoso continuado por parte de sus compañeros. Y por ello, no es extraño que los países de dicha península (Suecia y Noruega) fueran el origen o la “cuna” de las investigaciones pioneras sobre esta problemática, (Cerezo, 2008).

Para 1972, Olweus, el pionero de las investigaciones sobre acoso escolar, comienza a identificar el problema, centrándose en 1983 con un caso en el que tres escolares se suicidaron en Noruega tras ser acosados por sus compañeros.

En España empezó a surgir la alarma política y social acerca de este fenómeno a partir de septiembre de 2004, cuando los titulares de toda la prensa española e internacional se hicieron eco del famoso caso del chico de 14 años Jokin Zeberio, quien tras sufrir durante años numerosas humillaciones, insultos, golpes y palizas por parte de sus compañeros, decidió acabar con su vida lanzándose al vacío con su bicicleta desde lo alto de la muralla de Hondarribia.

Investigaciones establecen que los niños que sufren obesidad, son bajos de estatura, que usan lentes y aquellos que tienen alguna discapacidad, son los más buleados.

Conforme al reporte “Cisneros VII”, el acoso escolar se manifiesta de ocho diferentes formas: desprecio y ridiculización, dejar de hablarle a alguien y ninguneo, agresiones físicas, intimidación y amenaza, exclusión y bloqueo social, maltrato y hostigamiento verbal, robos, extorsiones, chantajes y daño a pertenencias.

De acuerdo con el mismo estudio, existen diferencias entre el acoso escolar dirigido a hombres y mujeres.

En los varones predomina el patrón de intimidación y abuso físico directo, mientras que las acciones contra las niñas se centran en lo verbal y en reducirlas socialmente rompiendo sus redes sociales mediante el “envenenamiento” y entorpecimiento de sus relaciones con los otros.

Por ejemplo, las conductas más frecuentes contra niños son: ponerles apodos, darles patadas, reírse o burlarse de ellos cuando se equivocan, empujarlos, amenazarlos con pegarles, buscar que los castiguen, esperarlos a la hora de salida para provocarlos, pegarles con objetos y obligarlos a hacer cosas peligrosas.

En cuanto a las niñas, está el hacerlas llorar, decirle a otros que no se junten o hablen con ellas, crearles mala fama y lograr que les caigan mal a otros, fomentar que no jueguen con ellas y enviarles mensajes de amenazas.

Las investigaciones también revelan que el acoso se da con mayor intensidad en la primaria y desciende paulatinamente hasta el bachillerato, lo que de cualquier forma incide de manera importante en la vida adulta de las personas.

Los casos

En enero de 2012 un adolescente fue víctima de sus compañeros cuando se encontraban en el Taller de Soldadura de la Secundaria Técnica 1 de Villahermosa, Tabasco.

Al joven le rociaron thinner en las piernas, prendieron fuego a un periódico y se lo aventaron causándole quemaduras de segundo y tercer grados.

Fue internado en el Hospital del Niño Dr. Rodolfo Nieto Padrón, donde se reportó que podría perder la movilidad de las piernas.

Para marzo del mismo año, padres de familia de la Escuela Primaria Héroes de Nacozari, en Morelia, Michoacán, acusaron a un pequeño de amenazar a sus compañeros con un arma de fuego exigiéndoles dinero y la comida que traían para el recreo.

Los denunciantes dijeron que el niño cursaba el cuarto grado de la educación primaria.

Ante la situación, el director del plantel educativo, Manuel Méndez, dijo que sólo “fue una pistola de plástico, efectivamente muy parecida a las verdaderas”.

Sin embargo, de acuerdo con testigos, el niño agresor aprovechó un momento en que la maestra salió del aula para sacar la pistola que llevaba en su mochila y apuntarle a sus compañeros de salón.

“Trajo la pistola y [a varios compañeros] les empezó a apuntar en la cabeza. Les dijo que le dieran todo su dinero”, declaró uno los estudiantes.

En Progreso de Obregón, Hidalgo, en la escuela primaria Ignacio Zaragoza un alumno de cuarto grado de primaria fue golpeado por varios de sus compañeros durante el recreo. Lo llevaron a una escalera y le propinaron una serie de golpes.

El más grave y reciente caso es el de Héctor Alejandro Méndez Ramírez, estudiante de primer grado en la Secundaria 7 de Ciudad Victoria, Tamaulipas. El adolescente de 12 años fue tomado por sus compañeros como “avioncito” y lo estrellaron en la pared. Fue internado el 14 de mayo de 2014 y el 21 presentó muerte cerebral falleciendo poco después.

De acuerdo con el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, “la violencia parte del hogar, de la calle, de los medios y obviamente tiene un campo de expresión en la escuela”.



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