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Autodefensas "limpian" 22% de Michoacán

Laura Castellanos / Enviada| El Universal
Lunes 24 de febrero de 2014
Autodefensas

ABASTO. En las tiendas de Tepalcatepec comienza a normalizarse la llegada de productos básicos. (Foto: FOTOS JORGE SERRATOS )

A un año de la toma de los primeros poblados,los "alzados" están a cargo de la seguridad de 400 milhabitantes en 14 municipios, y avanzan en nueve más

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ESTADO
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TEPALCATEPEC, Mich.— La partida de dominó se disputa debajo de una lona a pie de carretera, a un costado de la barricada instalada en la entrada de Tepalcatepec, afuera de las instalaciones de la Unión Ganadera, lugar que hace un año —el 24 de febrero de 2013— sirvió de bastión para el primer alzamiento armado en el México del siglo XXI.

La ronda la libran cuatro hombres canosos y acalorados: un ganadero, un productor de limón, otro de sorgo y uno de mango, mientras media docena de guardias civiles desarmados ven la televisión y, a unos pasos, un par de muchachos detienen vehículos por rutina, para saber su origen y destino.

Miguel Ángel Mendoza, don Mayco, está risueño. Hace un año, él y los productores locales perdieron la cosecha de 2 mil hectáreas de mango porque la docena de empacadoras en Apatzingán que las comercializan se negaron a recibirla porque el cártel de Los Caballeros Templarios los había amenazado.

Ahora el exportador del fruto a Norteamérica, Asia y Europa dice estar contento porque podrá cosechar sin riesgo y porque impulsa la creación de la primera empacadora de mango en “Tepequi”, como nombran al municipio. También porque cesaron los asesinatos, los plagios, las extorsiones, las violaciones de niñas.

“Gracias a que se levantaron las defensas comunitarias tenemos el municipio más seguro de todo México, aquí ya está limpio, ya no hay maña”, dice.

Hace un año, en Tepalcatepec había 60 barricadas con decenas de hombres armados que enfrentaban incursiones del cártel. Ahora los parapetos con costales de tierra están abandonados. Sólo se observa uno, el de la Unión Ganadera, con mínima presencia, mientras que en el pueblo ya no se ven hombres armados.

El mismo escenario luce en Buenavista, que se insurreccionó de forma coordinada con Tepalcatepec ese 24 de febrero, y Coalcomán, que se les sumó el 15 de mayo. Los tres municipios conforman un solo corredor que detonó una onda expansiva de autodefensas que continúa desplazándose en Michoacán.

Estanislao Beltrán, vocero del Consejo General de Autodefensas de Michoacán, afirma que a un año de su levantamiento tienen presencia en 23 municipios, de los cuales 14 de ellos “están totalmente limpios”.

Los 14 municipios representan 22% del territorio michoacano, con una población que suma 400 mil habitantes.

El dirigente conocido como Papá Pitufo agrega que además avanzan en la depuración de nueve municipios más, que representan 18% del territorio estatal y tienen una población de 650 mil habitantes.

Sin embargo, en dicha avanzada han surgido denuncias por detenciones de presuntos templarios que se dicen inocentes, especialmente en Apatzingán, lo que rechaza el coordinador militar del Consejo General, conocido como Comandante 5.

“Nosotros vamos por la línea legal, todo el que esté jugando mal será consignado, y familiares de Los Caballeros Templarios nos difaman cuando a éstos se les detiene”, explica.

La rebelión del 24

La insurrección tuvo dos simientes en Tierra Caliente. Una de ellas brotó en la tenencia de La Ruana, en Buenavista, de parte del productor de limón Hipólito Mora. En Tepalcatepec su gestor fue el doctor Manuel Mireles.

El detonante fue el mismo: el cártel extorsionó y actuó con brutalidad y se apoderó de las cadenas productivas de la principal región exportadora de limón y de mango en el mundo, así como de toda actividad económica, incluida la de ganaderos acaudalados o humildes ejidatarios.

Mora, en una entrevista que me concedió en mayo de 2013, expresó que él fue quien encendió la chispa que prendió a Tepalcatepec. “En septiembre de 2012 me encontré a un amigo de ‘Tepequi’ que se dedica al ganado y le dije: ‘Voy a hacer esto en La Ruana, ¿le entras o no?’”; el amigo aceptó.

Mireles, en una charla que sostuvimos el mismo mayo, expresó su versión: de septiembre a diciembre de 2012 atendió en su consultorio de la clínica de salud local a 40 niñas pobres de 11 a 14 años, embarazadas por violación o estupros de templarios. Pero el alzamiento —dijo— vino cuando los criminales quisieron poseer a las hijas de los ganaderos.

“¡Vamos a organizarnos!”, los instó y sumó a miembros de los dos clubes de caza del pueblo.

Mora y la gente de Tepalcatepec se reunieron a principios de febrero y eligieron como fecha de rebelión el Día de la Bandera.

La primera llama encendió a las nueve de la mañana del 24 de febrero, en la Unión Ganadera de Tepalcatepec. Primero, contó Mireles, “se juntaron 80 personas en la Ganadera, y a las dos de la tarde éramos 3 mil”. Dice que sólo iban armados unos 70 cazadores: “Todas las armas que traíamos eran las de los clubes de cacería, rifles 22 y escopetas”.

Mientras tanto, en La Ruana, Mora informó sus planes a un pequeño círculo de allegados y recurrió al efecto sorpresa. La mañana de ese día convocó por perifoneo a una reunión en la tarde en la plaza del pueblo; ahí llamaría a la toma de las armas a través de un equipo de sonido.

En ambos lugares la estrategia fue la misma: detener a los halcones del cártel y desarmar a los policías municipales coludidos con el crimen. Ese día, ambos alzamientos lograron desterrar a los templarios. Así estalló la causa de las autodefensas.

El 28 de febrero, cuatro días después, tomaron la cabecera municipal de Buenavista.

El Consejo de Guerra

Los tres pueblos insurreccionados se atrincheraron con armas, escopetas, machetes y palos. Ganaderos y empresarios agrícolas compraron equipo de grueso calibre y blindaron a sus trabajadores. Migrantes michoacanos también contribuyeron con el suministro. Y según guardias civiles, también se apropiaron de armamento pesado y camionetas de criminales caídos o detenidos.

Rápido corrió la versión en el país de que las autodefensas estaban financiadas por otro cártel.

Filo, productor limonero de Buenavista, lo niega. “Nosotros no somos criminales, por lo tanto no actuamos como los criminales, no andamos matando gente, pero nos defendemos en los enfrentamientos”, dice.

El 15 de mayo la rebelión brotó en Coalcomán, encabezada por empresarios madereros.

El gobierno envió 6 mil efectivos federales a Tierra Caliente, que intentaron desarmar infructuosamente a las tres autodefensas y provocaron manifestaciones multitudinarias en Coalcomán y Tepalcatepec, y la retención popular de 24 militares en Buenavista.

El mismo mayo surgió otra autodefensa en Chinicuila, y dos más fallidas: en Aquila, liderada por el comunero Agustín Villanueva, y en Los Reyes, al frente del productor de zarzamora conocido como Poncho.

El reguero de pólvora se extendió veloz hacia Aguililla, Chinicuila, Tancítaro.

Entonces las guardias populares conformaron el Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán, y el 26 de octubre, en caravana, realizaron una toma simbólica —sin armas— de Apaztingán, ciudad considerada cuartel de Los Caballeros Templarios en la región. Se les atacó con granadas y ráfagas sin que haya habido muertes.

Tras los hechos, el 28 de octubre el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, convocó al Consejo a una reunión privada. Si bien, según Mireles, desde el principio de la rebelión contaron con cierto apoyo informal de un mando militar en su municipio, tras el encuentro con el procurador comenzó una coordinación formal con las fuerzas federales.

El 4 de enero de 2014, el Consejo sufrió un golpe cuando Mireles tuvo un accidente en avioneta, por lo que Papá Pitufo se convirtió en vocero del mismo.

El 27 de enero, el gobierno federal firmó con el Consejo un acuerdo para legalizar a las autodefensas como guardias rurales y nombró a Alfredo Castillo como Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán.

El acuerdo no incluye la entrega de las armas, pero sí su registro. Días después el gobierno federal anunció que destinará 45 mil millones de pesos para la reactivación económica y social de Michoacán.

La paz ansiada

Una enorme paloma de la paz se pintó en el corazón de la plaza central de la cabecera municipal de Coalcomán. La frase “Coalcomán libre” la enmarca.

El 20 de mayo de 2013, a cinco días de su alzamiento, a ocho muchachos del pueblo que presuntamente fungieron como halcones para el cártel se les obligó a barrer esa misma plaza ante un pueblo que desde las orillas los observaba tenso, dolorido, enmudecido.

Los muchachos portaban letreros en el pecho, que decían: “Mi castigo por ser sicario”. Y en la espalda: “Fuera Templarios”.

El líder de la autodefensa, Misael González, ex presidente municipal por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), señaló entonces que el crimen organizado dejó en el municipio un saldo de más de 200 ejecuciones y desapariciones y que sufrían desabasto de víveres y medicinas por los retenes del narco.

Hoy, la gente deambula por el jardín del pueblo y las fruterías y tiendas están repletas de productos y los aserraderos funcionan con normalidad.

En la región se critica al Consejo por haber aceptado que se destine el presupuesto de 45 mil millones de pesos sin que antes se acabe con el cártel.

El vicario de la Diócesis de Apatzingán, Gregorio López, advierte: “Mientras que no estén los capos detenidos y el cártel desarticulado, ese dinero va a fortalecer a los criminales”.

Papá Pitufo responde que acordaron con Castillo que el dinero se destine sólo a los municipios libres de Templarios. “En cada uno de esos municipios se va a formar una comisión que va a ser un primer filtro que va a autorizar los proyectos”, explica.

Añade que en los nueve municipios en proceso de limpia acordaron con las fuerzas federales actuar coordinadamente en la toma y resguardo de las poblaciones.

Al respecto, el gobierno federal, en voz del procurador Murillo Karam, ha declarado a la prensa que el control de Michoacán lo tiene el gobierno: “El que está actuando es el Estado, es el gobierno”, ha dicho.

Mientras tanto, en Apatzingán, que tiene 100 mil habitantes, las autodefensas aportan información y resguardan las afueras de la ciudad mientras los efectivos federales realizan cateos y detenciones.

La onda de choque parece no tener fecha de disolución. Pero un joven bronco y de ceja tupida, alzado en la costa de Aquila, describe su posible alcance: “Vamos a parar hasta limpiar todo Michoacán”.



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