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El primer atlas de la educación básica en México reveló que en 167 lugares, al “aire libre”, bajo el sol o la lluvia, sin construcción, se ha improvisado el servicio educativo; lo mismo ocurre en 217 camiones, vagones de tren y circos o en 2 mil 249 escuelas “construidas” con materiales de desecho, carrizo, bambú, palma, adobe, cartón, tejamanil, paja, caña y lodo, madera, láminas, teja o pisos de tierra.

Con base en los datos definitivos del Censo de Maestros, Estudiantes y Escuelas, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó ante la Secretaría de Educación Pública (SEP) que dos de cada 10 aulas no tienen silla ni escritorio para el maestro y 14% no tiene muebles para que los alumnos se sienten o se apoyen al momento de escribir.

Pero las precariedades o necesidades para formalizar el servicio educativo no sólo se quedan en la parte de infraestructura.

Del millón 173 mil 567 personas que trabajan en el sector público, 67 mil 516 no tienen empleo formal, son contratadas de manera temporal, sujetas a los usos y costumbres de los representantes sindicales o de las secretarías de Educación en las entidades.

El personal con mayor proporción de irregularidad en la contratación son los maestros (53 mil 386), le siguen los profesores que apoyan la labor educativa (7 mil 739), los directores que también hacen las funciones de maestro frente a grupo (4 mil 884) y al final los directores de plantel (mil 507 personas).

En esa primer radiografía nacional se encontró que los conserjes son el grupo más numeroso en las escuelas, después del personal docente, al sumar a 160 mil 401 personas.

Le siguen los prefectos (102 mil 270); los que realizan tareas administrativas (90 mil 611) y los supervisores de zona (17 mil 516).

Dentro de la nómina del sistema educativo, en los niveles de preescolar, primaria, secundaria y los servicios para alumnos con discapacidad, se ubicaron a más de 75 mil personas que realizan trabajo “administrativo en centros no educativos”, sin que se precise qué significa.

En la distribución por plazas del personal administrativo y docente se encontró que 851 mil 939 tienen una plaza; 103 mil 884 tienen dos plazas; más de 41 mil con tres plazas y 97 mil 478 personas con más de cuatro puestos de trabajo.

Inmuebles improvisados

La base de datos que dieron a conocer la SEP y el Inegi refiere que una cuarta parte de las escuelas del país son construcciones adaptadas para funcionar como tales y sólo cuatro de cada 10 tienen salidas de emergencia, zonas de seguridad y rutas de evacuación.

De los más de 207 mil centros de trabajo del sector educativo, sólo 173 mil son escuelas. De ellos, sólo 121 mil 894 fueron hechas con fines educativos, otras 47 mil 708 fueron inmuebles adaptados y 2 mil 249 están edificados con materiales ligeros y precarios.

En el caso de las escuelas privadas, llama la atención que casi la mitad (10 mil 864) de los 20 mil 110 planteles ofrecen el servicio en lugares adaptados y ocho lo hacen en instalaciones con materiales precarios, a pesar de cobrar colegiaturas.

En el país se encontraron 248 escuelas con paredes de materiales de desecho; mil 483 de lámina de asbesto, metálica o cartón; 446 de carrizo, bambú, palma, barro o bajareque (tejido de caña y lodo), 3 mil 750 de “palitos”, esto es de madera; y 4 mil 524 de adobe.