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"Ya no voy a ver a mi hermano, ya no va a estar conmigo"

Dennis A. García / Enviado| El Universal
Martes 09 de diciembre de 2014

TRISTEZA. Hugo Mora Venancio trae en su mente tatuada la mirada de su hermano menor Alexander y a donde quiera que dirige la vista ve su fotografía en todos los pueblos por donde ha pasado, relata. (Foto: CRISTOPHER ROGEL BLANQUET / EL UNIVERSAL )


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Tecoanapa, Gro.— En su mente ya trae tatuada su mirada. A donde quiera que dirige la vista, Hugo ve la fotografía del rostro de su hermano Alexander Mora Venancio.

Para él era como su hijo, desde siempre lo cuidó, le daba consejos, de ahí su frustración por no haberlo encontrado a tiempo, antes de que el crimen organizado lo matara.

Ver el rostro de su hermano durante 70 días en miles de pancartas durante marchas, fue contraproducente. A donde quiera que va lo sigue, incluso en el altar de su casa están cinco fotografías.

“Cada que lo veía en la calle, en los diferentes letreros, veía su cara y sentía que se me quedaba viendo y que me decía ¡No te agüites, aquí estoy, búscame!

Ya no sabía qué hacer —narra Hugo— porque pasábamos en diferentes pueblos, en Tixtla, Chilpancingo y en todos lados lo veía.

“Luego con esa mirada que tiene, sentía que me miraba y me decía ¡Ayúdame! y yo sin poder hacer nada. Solamente pensaba ¿Qué hago, a dónde voy a buscarlo?… me desesperaba porque ya no sabía pa’ donde jalar”.

Antes de aquél viernes 26 de septiembre, cuando Alexander partió con un grupo de estudiantes de nuevo ingreso de la Normal Rural Isidro Burgos, quien tuvo la última charla con él fue precisamente Hugo.

Recuerda que el último día que conversaron lo notó triste, como si presintiera que algo le pasaría, incluso, Alexander dudó y ya no quería ir con sus compañeros.

La novatada en Ayotzi era rapar a los de nuevo ingreso. Y así fue como regresó Alexander a su casa.

—Carnal, ya llegué— dijo Alexander a Hugo.

—¿A que no sabes qué no me gustó?—. Se quitó la gorra y Hugo se rió.

—Te desgraciaron carnal— se burló Hugo.

Rememora. “Entré al cuarto y lo vi. Estaba escuchando canciones muy tranquilas”, comenta Hugo.

“Él presentía que algo iba a pasar, porque cuando lo vi en casa, lo sentí triste. Yo ya sabía que no era él. De un día a otro cambió de la alegría a la preocupación”, recuerda el hermano mayor.

Al siguiente día, Alexander dijo a su hermano que no quería ir. “Lo vi indeciso, pero aun así me dijo ‘Ya me voy carnal, pero no quiero’. Salió con su mochila de la casa y ya nunca más supimos de él”.

La tristeza invade el pequeño cuarto en donde se encuentra el altar para Alexander. Ya no puede contenerse más y Hugo saca su enojo.

“Sea como sea, como ‘aiga’ pasado, ya no lo voy a ver, ya no va a estar conmigo. Le arrebataron su sueño a mi hermano brutalmente”, enfatiza Hugo.

Además de su sueño de ser maestro, Alexander quería ser futbolista profesional, incluso ya se veía debutando en primera división.

—Carnal, creo que vamos a llegar a ser grandes— aseguró el joven de 19 años.

¿Por qué? —preguntó Hugo—.

—Porque si le echo ganas podré jugar en un equipo.

Interrumpe la plática Edith Mora, otra de las hermanas. “Lo que más duele es saber cómo lo mataron, no se vale porque él no era un delincuente. Se fue con esa ilusión se sacar a su padre adelante y con esto le pagan”. Ahora “ya tenemos a quien llorarle, aunque sea un pedacito de mi hermano”.



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