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Historia. "Pago de PGR no es premio, sino justicia"

Cristina Pérez-Stadelmann| El Universal
Sábado 03 de mayo de 2014
<b>Historia.</b>

RECUERDO. Don Guillermo dice que lo fortalece traer en la bolsa una agenda en la que guarda la fotografía de su hijo. (Foto: JORGE SERRATOS / EL UNIVERSAL )


politica@eluniversal.com.xm

Don Guillermo es un hombre que no esquiva el peligro. Le planta la cara a pesar del “terror” de haber recibido anónimos y varias advertencias que indicaban que acabarían con él en caso de que persistiera en investigar a fondo y denunciar cada irregularidad en torno al asesinato de su hijo Guillermo Vélez, detenido y privado de la vida en el año 2002 por agentes de la AFI, tras ser acusado falsamente de ser el jefe intelectual de la banda de secuestradores Los Ántrax. En ese momento su hijo tenía 33 años y laboraba en un gimnasio cuya dueña Massiel Islas fue secuestrada el 18 de marzo de 2002.

Un día antes del secuestro le indicaron que no fuera a trabajar, a su regreso el 19 de marzo se entera de que habían secuestrado a la dueña del gimnasio.

Después de una lucha de 12 años, en días recientes la PGR indemnizó a la familia de Guillermo Vélez Mendoza con más de 9 millones de pesos por los daños morales que se ocasionaron con su pérdida.

“Ese dinero sólo alcanzará para pagar todas las deudas económicas que adquirimos como familia en este largo proceso en la búsqueda de que se hiciera justicia; ¿Cómo es posible que haya tanta impunidad, tanta mentira y complicidad en nuestro país, que lleva a la injusticia?”, dice este hombre de 73 años, padre de otros hijos de 45, 43, 34 y 33 años. “Las deudas con el banco y con el despacho de los abogados Alejandro Ortega y Alma Regina García de Ortega y Abogados, que llevaron el caso durante 12 años sin cobrar, son muy cuantiosas”.

Este padre invirtió cuanto tuvo que invertir, viajó cuanto tuvo que ser, y recorrió todo camino en la búsqueda de que la historia que se contara sobre su hijo “fuera una historia limpia y correcta, como lo es la historia de nuestra familia”, dice quien fuera también funcionario público, trabajó durante un tiempo corto en la PGR y fue economista analista de Nacional Financiera y en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) antes de que fuera despedido de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en la Delegación Federal de Trabajo en el DF, por lo ocurrido con su hijo.

“No me importa tener que pagar lo que debo, lo que cuenta es la satisfacción del deber cumplido y el poder hoy afirmar: ‘Hijo no te fallé, recuperamos tu prestigio como persona’; sin embargo, la indemnización económica no debe considerarse como un premio, sino como un hecho de justicia”, asegura.

Todo cuanto hicimos “valió la lucha”, dice, en honor al nombre y a la inocencia de su hijo que permaneció intacta para este padre desde un principio y a lo largo de 12 años.

En el camino su esposa, Norma Griselda Mendoza de Vélez, falleció en el año 2008 debido a las complicaciones originadas por la diabetes por tener insuficiencia renal, ceguera y problemas cardíacos. Don Guillermo Félix Vélez Pelayo también fue diagnosticado en 2009 con diabetes.

Después, Guillermo vuelve a indignarse y comenta: “No es venganza, cada quien con su conciencia, pero la secuestrada llevará por el resto de sus días la conciencia de que ella mintió y calumnió a mi hijo acusándolo de ser quien la entregó a los secuestradores, aunque después se hubiera retractado al comprender la lucha que daría nuestra familia”. Después se retractó y sólo dijo: “No me acuerdo de lo que dije”.

Se modifica la vida

Reivindicar y limpiar la imagen de Guillermo Vélez Mendoza se convirtió en su proyecto de vida, convencido de que era lo que tenía que hacer, a pesar de que fuera él también quien moría un poco el día en que supo que su hijo había sido levantado, torturado y asesinado.

“Era a mí y a mi esposa a quienes enterraban también, era a mí a quien habían torturado, era a mí a quien le habían sacado los órganos para que no quedaran pruebas de la tortura a la que mi hijo fue sometido, fue a nosotros como familia a quien detuvieron con mentiras, a quien torturaron, asesinaron y desprestigiaron públicamente”.

Para este hombre, este sería el primer encuentro con la muerte de un hijo. “Lo reconocí, tenía golpes en distintas partes de su cuerpo, puse mis manos en su cabeza, no lloré y recé el Réquiem, que es una oración para el eterno descanso de las ánimas. De ahí tomé valor para enfrentarme con el Ministerio Público Braulio Robles Zúñiga que lo ocultó y manipuló todo, ocultando los hechos ante mí”.

Después, el cuerpo de Guillermo Vélez Mendoza fue exhumado a los 50 días de su muerte para demostrar las huellas de las lesiones internas y externas.

Durante varios años la Dirección General Jurídica de la Procuraduría General de la República interpuso amparos para evitar el cumplimiento de la sentencia, y fue el juez Felipe Consuelo Soto el que dijo que estaba agotado el procedimiento y que debería pagar el procurador y que en caso de que no lo hiciera sería requerido el presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Conclusión: el procurador actual Jesús Murillo Karam, al enterarse de la magnitud de este problema, señala de manera inmediata el que se cumpla, con lo cual estoy muy agradecido.

Lo que quedó en el camino

Mientras tanto, y a lo largo de este proceso, Don Guillermo y su esposa fueron despedidos de su trabajo al igual que sus cuatro hijos.

Además, la familia cercana y los amigos comenzaron a dudar de la inocencia de su hijo. “Cuando uno está por el suelo, le caminan encima”, dice quien lleva la foto de su hijo Guillermo siempre en una agenda “puesta así entre los días, para siempre buscarlo y encontrarlo”.

Es decir: año con año don Guillermo va cambiando de agendas y entre las páginas de la misma lleva la foto de su hijo; así, de manera aleatoria, para buscar esa imagen cada día y encontrarla, “como si nos encontráramos él y yo todos los días, ¿me entiende?”, explica.



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