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Crónica. "No se pudo hacer nada, ya se terminó"

Julián Sánchez y Justino Miranda / Enviado y corresponsal| El Universal
Jueves 23 de enero de 2014

Las opciones para evitar que el mexicano Édgar Tamayo sea ejecutado en la prisión de Huntsville,Texas, disminuían, mientras el padre del preso insistía en que su hijo era inocente Luis Cortés /EL UNIVERSAL

Héctor Tamayo dijo en una entrevista radiofónica que tiene fe en que Dios frene la ejecución Luis Cortés /EL UNIVERSAL

Édgar Tamayo, de 46 años y originario de la comunidad de Miacatlán, Morelos, fue sentenciado a la pena capital por el asesinato del policía Guy P. Gaddis, en Houston, Texas, el 31 de enero de 1994 NTX Archivo /EL UNIVERSAL

Dos tribunales, uno federal estadounidense y otro del estado de Texas, rechazaron acciones legales interpuestas por los abogados del mexicano Tamayo Arias para tratar de frenar su ejecución Luis Cortés /EL UNIVERSAL

En días pasado, habitantes del municipio de Miacatlán y Cuernavaca marcharon por las calles del centro histórico de Cuernavaca, donde pidieron por el perdón de Edgar Jorge Medina Archivo /EL UNIVERSAL

Hasta la cárcel de Huntsville llegaron manifestantes que se oponen a la ejecución del mexicano Luis Cortés /EL UNIVERSAL

Habitantes de Miacatlán ubicada a unos 40 kilómetros de la capital del estado de Morelos iniciaron una cadena de oración, para pedir que sea suspendida la ejecución Edgar Tamayo Jorge Serratos /EL UNIVERSAL

Cuauhtémoc Sotelo Franco, cuñado de Omar Tamayo, quien es hermano de Edgar, recordó las ocasiones que lo fue a visitar a prisión y muestra una foto que le tomaron junto al sentenciado a muerte Jorge Serratos /EL UNIVERSAL

María Magdalena Arriaga Valle, amiga de Tamayo muestra las últimas cartas que Edgar le envío desde la prisión en Texas y las cuales le habla de la vida, y de lo que el sentenciado considera, la importancia de estar cerca de Dios Jorge Serratos /EL UNIVERSAL

"Salvemos a Edgar", es la frase que pronuncian vecinos y amigos de este hombre originario de Miacatlán, quien a los 18 años emigró a Estados Unidos Jorge Serratos /EL UNIVERSAL

Pese a la oposición diplomática de México y del departamento de Estado, Édgar Tamayo ha sido ejecutado según confirmaron las autoridades de la prisión de Walls. No dijo últimas palabras Luis Cortés /EL UNIVERSAL

<b>Crnica.</b>

TRISTEZA. Familiares de Édgar, tras recibir la noticia en Miacatlán, Morelos, de que ya había sido ejecutado. (Foto: JORGE SERRATOS / EL UNIVERSAL )


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MIACATLÁN, Mor.— La esperanza murió al último, el milagro no se hizo. Ni los rezos, ni las plegarias, ni las súplicas a Dios y a la Virgen de Guadalupe que se hicieron desde aquí, del domicilio de la familia Tamayo y de decenas de hogares de este municipio, pudieron detener la ejecución del nacido en esta localidad, Édgar Tamayo Arias.

“Ya no se pudo hacer nada, esto ya se terminó”, fue el primer mensaje de texto que les envió cerca de las 21:00 horas un “familiar cercano” a quienes estaban orando en esta casa de la calle Cuauhtémoc, de la colonia Centro de Miacatlán.

Edelmira Arias, prima del mexicano ejecutado se llevó la mano al rostro, cerró los ojos y rompió en llanto. Casi sin poder hablar decía con la voz desgarrada:

“Les pido que eleven sus oraciones, que no dejen de orar, porque Édgar ya fue ejecutado, no se pudo hacer nada”.

La tristeza invadió este hogar, esta calle en donde se instalaron sillas para los vecinos, que con velas en las manos, llegaron desde las cinco de la tarde para unirse en oración, aún con la esperanza de que a las seis les dijeran que se había cancelado la ejecución a la que fue condenado Édgar, por el asesinato del policía Guy P. Gaddys en 1994, en Texas.

Fue América, sobrina de Édgar, quien recibió por teléfono la noticia a viva voz a través de su padre Omar, quien es hermano de Édgar.

Es “una víctima más del racismo con el que actúan las autoridades de Estados Unidos”, dijo María, una vecina.

“No se pudo hacer nada, ya todo se acabó, ya ejecutaron a tu tío”, le dijo Omar a su hija América, quien no paraba de llorar, al igual que otros familiares que repudiaban la decisión de las autoridades estadounidenses y quienes sostenían que Édgar era inocente, que lo habían hecho pagar 20 años por un crimen que no cometió.

“Muchos ya lo decían, que lo iban a ejecutar, pero nosotros teníamos esperanza de que esto no sería así”, repetía Edelmira Arias, mientras todos en la casa de los Tamayo se tomaron de las manos y comenzaron a rezar.

“Unidos pidamos por él”, insistía Edelmira Arias, quien no podía contener las lágrimas al igual que Karen, sobrina del mexicano quien se fue en busca de un trabajo en 1986 a EU, derivado de la sugerencia de un amigo de la infancia.

Una amiga de él, María Magdalena Arriaga Valle, mostró antes en entrevista las últimas cartas que Édgar le envío desde la prisión en Texas y en las cuales le habla de la vida, y de lo que el sentenciado considera, la importancia de estar cerca de Dios.

Padre de dos hijas y abuelo de cinco nietos, Tamayo manifestó en la comunicación epistolar con María Magdalena su preocupación por sus familiares, por sus amigos que dejó en su pueblo.

Ahora, familiares y amigos esperarán los restos de Édgar, cuyo cuerpo será sepultado en el panteón de este municipio.



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