Luis Donaldo Colosio es una flecha. Con disciplina en el trabajo alcanza sus metas, incluida la candidatura presidencial del PRI, complicada tras su “destape”, y logra que su antagonista Manuel Camacho decline. Así escombra el camino a su proyecto transformador que preparó durante años y que sintetizó en su propuesta de la reforma del poder.

Es más un ciudadano en la política, que un político tras el poder; riguroso en el trabajo, buscador de ideas, estratega disciplinado que caminaba con pies de plomo, y era refractario a los desplantes del poder: carros blindados, escoltas, lujos.

Samuel Palma y Javier Treviño, asesores de Luis Donaldo Colosio afirman que era un político que ocupaba tiempo en la preparación de sus discursos. Toda su actividad tiene un sentido, responde a una decisión medida en sus posibles consecuencias. Así, el discurso de “destape” es preparado con mes y medio de anticipación. Ahí habla a los priístas en un auditorio Plutarco Elías Calles desbordado, que cinco meses después, llorará su muerte.

El discurso del 6 de marzo, 17 días antes del asesinato es la síntesis —en 4 mil palabras— de la propuesta reformadora de Luis Donaldo Colosio.

Palma dice: “No estaba en duda su reconocimiento al Presidente, pero tampoco su condición de candidato”. Treviño: “es un discurso con la visión clara de un líder transformador”. Colosio pronunció ese discurso en el Monumento a la Revolución, en el aniversario 65 del PRI, dos días después de su registro en el IFE. En su estrategia de campaña es el momento de ser él con su visión. El texto fue enviado a Los Pinos la tarde del día anterior.

Una interpretación de ruptura en ese mensaje fue inmediata. Palma la atribuye a que “no hay un párrafo alusivo al Presidente Salinas . Y esa fue una determinación tomada por Colosio, en el sentido de la reafirmación de su proyecto, y en el contexto de la crítica sobre el partido de Estado”.

Colosio ha decidido ir a las urnas sin apoyos oficiales. Y tiene, en el discurso mismo, “una reflexión muy fuerte de decir del gobierno lo que esperamos que es la aplicación de la ley”. Dice en qué condiciones quería ganar: con transparencia en sus gastos y debate político, dice Palma.

El célebre discurso al que se recuerda por la frase “Yo veo un México con hambre y sed de justicia”, es un programa de modernización de la vida pública del país, afirma Treviño.

“El candidato tenía muy claro que las políticas públicas tenían que reflejarse en las regiones del país y en el bolsillo de las familias. Sabía que las políticas tenían que reflejarse en el bolsillo de las familias”, dice.