"Nada ha cambiado desde la época de la guerra sucia"
EXIGENCIA. Melina Nájera Piedra marchó sobre la Autopista del Sol para exigir la localización de los normalistas y la presentación de su padre, un maestro rural desaparecido hace 40 años. (Foto: JORGE RÍOS / EL UNIVERSAL )
alberto.morales@eluniversal.com.mx
Chilpancingo, Gro.— Hace 40 años —en la época de la llamada guerra sucia— un grupo de policías municipales se llevó a su padre, el maestro Jacob Nájera Hernández en San Jerónimo, municipio de Benito Juárez. Fue uno de los primeros casos de desaparición forzada a manos de los gobiernos federal y estatal.
Hoy Melina Nájera Piedra, hija de ese maestro rural, militante del Partido Comunista Mexicano y del Movimiento Revolucionario Magisterial, marcha junto con miles de personas sobre la Autopista del Sol, no sólo para exigir la presentación de su padre, sino también la localización con vida de 43 estudiantes normalistas, víctimas de desaparición forzada, desde el pasado 26 de septiembre.
“Esta situación nos duele, nada ha cambiado desde hace 40 años. Estamos muy molestos, hemos sido cómplices de que esto haya sucedido, muchos no nos creyeron en aquel entonces [década de los 70], había gente que decía: ‘Desaparecidos, mentira, han de andar por ahí o viven con otras familias’.
“Siempre han sido mentiras del gobierno, porque quieren acallar esta voz. Igual pasa con los muchachos de Ayotzinapa, al igual que hace 40 años la exigencia sigue siendo la misma. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
Su padre fue egresado de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, por ello dice que entiende el dolor de las 43 familias que desde hace casi dos meses desconocen el paradero de sus hijos.
“Los desaparecieron por las mismas causas, por la lucha social, por la injusticia que ha cometido el gobierno con el pueblo de México, esa fue la causa”, dice la maestra de Chilpancingo, mientras sostiene un cartel con el retrato de su padre, el hombre a quien no volvió a ver desde el año 1974.
Nájera marcha en la retaguardia del contingente de maestros de la CETEG y estudiantes normalistas del estado. Viste una playera negra del Comité Eureka, fundado en 1977 por Rosario Ibarra de Piedra, a quien ella llama “tía”, por la coincidencia de sus apellidos y porque junto con su madre son compañeras de lucha.
“Recuerdo el rostro de mi padre. Cuando él exponía en la escuela la problemática que había contra los campesinos, siempre estuvimos con él”. Hoy lo que más le duele es que en Guerrero desde niña ha convivido con familiares de personas desaparecidas, por lo que “¡ya no podemos quedarnos callados!”.