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Día de las Madres. "Me cuestioné qué tan buena madre soy"

Cristina Pérez| El Universal
Sábado 10 de mayo de 2014

Video. La maternidad puede entrar en crisis cuando un hijo homosexual o lesbiana decide revelar esta situación ante sus padres. Aquí son otros los desafíos de ser mamá

<b>Da de las Madres.</b>

ACEPTACIÓN. Rocío Gallegos quiere a su hijo tal cual es, sin importar su preferencia sexual. (Foto: JAIR CABRERA / EL UNIVERSAL )


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“¡Primero aprende a ser mujer y luego te atreves a mirarme ! ¡Tú no eres ni mujer, ni persona, ni nada! ¡Eres otra cosa menos un ser humano! ¡Desviada! ¡Eres un fracaso! ¡Me niego a ser tu madre! ¡Tú no eres mi hija! ¡Me asqueas!”, son algunas de las palabras que Leticia Canseco decía a su hija Ana Cristina cuando la veía con su novia o cada vez que intentaba explicarle que le gustaban las mujeres.

“Tuve culpa, miedo, rechazo, angustia, hice silencio, pensé que era castigo divino. La cacheteaba. Le arrojaba cualquier objeto que tuviera a la mano. Sartenes, platos, planchas, lo que fuera”, cuenta Leticia.

Ana Cristina se defendía desviando los objetos con los brazos. Terminaba muy golpeada. Luego, vendrían largos periodos de silencio sin que Leticia le hablara a su hija, castigo que podía durar meses. Ana Cristina tenía 14 años.

Esta violencia duró aproximadamente dos años, hasta que Ana Cristina, desesperada, rompió un espejo a puñetazos.

“Esto ocurrió el día en que los padres de su novia (en turno) llegaron a mi casa para reclamarnos lo que estaba ocurriendo entre ellas. La cara de asco que pusieron al verlas juntas fue indescriptible. Mi hija estaba desesperada, ese día la vi hundida”, narra Leticia.

Reconoce que en su casa había homofobia y discriminación hacia su hija.

Leticia encontró ayuda en el Centro Recreativo Niños Héroes, del DIF-DF, a través del taller impartido por Cuenta Conmigo, Diversidad Sexual Incluyente.

Hoy, Ana Cristina tiene 26 años, trabaja como radio-operadora en un sitio de taxis y está retomando sus estudios de preparatoria. Leticia no ha dejado de asistir al taller desde hace 12 años.

“Tuvieron que transcurrir muchos años para que yo lograra construir una hija distinta a la que me había imaginado. Aprendí a sepultar mis expectativas, a respetar sus decisiones, entender que ella no es una extensión mía, sino un individuo al que le gustan las mujeres. Necesité entender que la orientación sexual de mi hija es tan natural como cualquier otra; que era necesario que yo superara mi ignorancia, mis miedos y mi culpa ante el tema”, dice Leticia.

“Yo intentaba hablar con mi madre, pero no sabía cómo. ¿Cómo entender algo que ni yo misma podía explicar?, ¿cómo comprender que me gustaran las niñas si yo soy niña? Me miraba al espejo y no me reconocía, agrega Ana Cristina.

Replantear la maternidad

Para Rocío Gallegos tampoco fue fácil aceptar la homosexualidad de Alberto. Ella tuvo que entrar en un proceso de resignificación hacia su hijo; sin embargo, fue justamente eso lo que le ha permitido replantear su propia maternidad (no sin dificultad) como un instrumento para que un ser nuevo vuelva a nacer y se vaya desarrollando. Alberto tenía 16 años cuando habló de su homosexualidad con su madre.

“Un día Alberto llegó muy tarde a casa y, al reclamarle, me dijo que venía de ver a su novio y eso para mi fue fuertísimo. ¿Cómo era posible que mi hijo me dijera que venía de ver a su novio? No lo comprendía, me cuestioné mi sexualidad, cuestioné qué tan buena madre era, viví una crisis emocional, reaccioné con silencio y mucho llanto, sin saber qué decir ni qué hacer. Me alejé y no podía entender su cambio. Sentía mucho miedo, lo primero que pensé es que se pudiera infectar por VIH”.

Pidió ayuda y la encontró en Lina Pérez Cerqueda, sicóloga y terapeuta sexual. Rocío lleva un año asistiendo a terapia para prepararse y así explicarle a su familia cuáles son las preferencias sexuales de su hijo.

“Después de un año de terapia comprendo que el haberlo parido no significa que yo tenga injerencia sobre él. Tuve que aprender a redefinir mi papel como madre, a no culparme, a no castigarme por tener un hijo con características distintas. Además, soy madre soltera”, dice Rocío quien entendió que “los hijos no cambian al compartirnos su homosexualidad, bisexualidad o transexualidad, lo que cambia son nuestras expectativas”.

Alberto sufrió bullying en la secundaria, lo encerraban en el baño, “le gritaban puto”, explica su madre. Actualmente cursa el último semestre en el CCH Oriente y ha pensado en estudiar Relaciones Internacionales.

Para la sicóloga Lina Pérez es necesario tener claro que ningún padre o madre es responsable de la orientación sexual de sus hijos.

Hugo Bautista López, sicólogo por la facultad de Psicología de la UNAM, explica que existe la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, a la que puede acceder toda persona violentada en su derechos. En la ciudad de México está tipificada la discriminación por orientación sexual como un delito en el Código Penal, aún si la agresión proviene de los padres.

Rafael Salim Pascual, fundador de la Clínica de Diversidad Sexual de la UNAM, (Divergen), reconoce que vivimos en una sociedad con homofobia y es muy posible que nuestros hijos sufran algún tipo de agresión en alguna etapa de su vida.



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