"Con lujo, pero sin los especialistas necesarios"

Al diputado perredista Roberto López Suárez le quedó mal su seguro; tuvo que recurrir a un hospital del Gobierno del DF para atenderse. (Foto: ESPECIAL )
francisco.nieto@eluniversal.com.mx
Intentar utilizar el seguro de gastos médicos mayores de la Cámara de Diputados ante una contigencia, por poco le cuesta la vida al legislador federal del PRD, Roberto López Suárez.
Eran los primeros días de febrero de 2014 y el legislador del sol azteca oriundo de la Ciudad de México se encontraba en Cuautitlán Izcalli, en el Estado de México, cuando de pronto comenzó a sentirse mal. El pecho —a la altura del corazón— no dejaba de dolerle. Pasaron los minutos y sin más a López Suárez le dio un pre-infarto al miocardio.
Inmediatamente sus colaboradores comenzaron a buscar el hospital particular más cercano de la zona, a través de la relación de nosocomios que la empresa GNP recomienda a los legisladores cuando les entrega sus tarjetas de salud.
El hospital que le recomendó su seguro privado estaba relativamente cerca, por la caseta de peaje de la autopista México-Querétaro, a la cual acudió auxiliado y estabilizado por una ambulancia del Estado de México pues la privada, a la que tienen derecho, no llegó.
En entrevista con EL UNIVERSAL, López Suárez recuerda que el hospital era un edificio lujoso, con finos acabados y amplios espacios físicos para los enfermos y familiares, pero había un problema: no tenía médicos especialistas (cardiólogo) ni aparatos especializados para contrarrestar un infarto.
“Llego mal al hospital propuesto por el servicio de gastos médicos mayores de la Cámara (de Diputados); el lugar más que hospital parecía hotel de cinco estrellas, súper nice, súper lujoso, pero con un detalle: no había cardiólogo”, recuerda el legislador perredista.
De las nueve de la mañana a las tres de las tarde, agrega el diputado federal, no llegó ningún especialista, lo que complicaba su salud pues había la posibilidad que le diera un infarto fulminante.
Para fortuna del legislador, en ese momento lo buscó vía telefónica el secretario de Gobierno del Distrito Federal (GDF), Héctor Serrano, para tratar un asunto de orden político, pero de lo que se enteró fue de la gravedad del diputado.
Serrano rápidamente envió a un cardiólogo de la Secretaría de Salud del Gobierno del Distrito Federal, quien arribó primero al hospital que el doctor de aquél lugar privado, es decir, fue atendido por un médico que no formaba parte de la red privilegiada de cardiólogos pagados por la Cámara de Diputados.
La gravedad de su enfermedad y la relación política del legislador también le ayudó para que el mismo GDF enviara un helicóptero para su traslado a un lugar con aparatos médicos. Sin embargo, se presentó otra problemática en su seguro, pues al intentar salir, la administración del hospital le negó la salida. Debía de pagar, al momento, más de 20 mil pesos, situación que por un problema burocrático su tarjeta de seguro no lo amparaba, por lo que usó su tarjeta de crédito para saldar la cuenta con el hospital.
Al salir del lugar, López Suárez se enfrentó a otra disyuntiva: ir a un hospital privado de su seguro o al Hospital de Tláhuac, del Gobierno del Distrito Federal, el cual es especializado en cardiología.
El legislador federal decidió irse mejor al hospital público, donde finalmente le hicieron los exámenes correspondientes que le permitieron recuperarse en su totalidad de su problema cardiaco.
A su favor fue el costo mínimo que le cobraron, porque se afilió al Seguro Popular y así pagó conforme al tabulador indicado.
“El Hospital de Especialidades de Tláhuac no tiene los lujos que tenía el otro, pero sí tenía el equipo necesario, los especialistas necesarios, para salvarme la vida. Si no es por ellos, me muero”, relata ahora el legislador perredista.





