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"Antes había risas... ahora tememos que nos agarren aquí"

Cristina Pérez- Stadelmann / Enviada| El Universal
Viernes 05 de diciembre de 2014

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Tixtla, Gro.— Javier, alumno de cuarto año de la Normal Rural de Ayotzinapa, habla del contraste entre lo bulliciosa que era antes la escuela y lo que ahora es, “todo está muy callado, muy triste, porque sentimos el dolor que los padres de familia sienten”.

“Antes de que pasara esto escuchábamos risas, jugaban, nos divertíamos; ahora estamos aquí sin estudiar, pero estamos siendo parte del movimiento.

Todos tenemos miedo de que puedan entrar a la normal, no sabemos cuándo estos cabrones puedan llegar y agarrarnos a todos aquí. Igual tenemos miedo, pero somos 520 alumnos que estamos enfrentando las cosas. Nos armamos de valor y si algún día quieren entrar se van a encontrar con alumnos que aquí estamos defendiendo nuestra normal, pendientes de la información y de las actividades que podamos emprender”.

Javier reconoce que no tuvo el valor para ir a los velorios de Daniel y de su compañero Julio César. “No lo tuve porque el panorama era muy triste; no sé por qué les pasó eso, aunque lo atribuyo a que estamos viviendo una situación muy crítica en el estado y a nuestros compañeros los agarró el estado junto con los grupos delictivos porque están coludidos”.

Recuerda la vida antes de la emboscada que les cambió a todos la existencia, que marcó con la muerte y la desaparición de 43 jóvenes a toda una comunidad, que trastocó un país.

“Yo ya había salido aproximadamente 15 veces a botear como lo hicieron ellos la noche del 26 de septiembre; nunca pensamos que nos podían dar un golpe así. Vimos realmente cómo es el gobierno, que nos reprime y nos asesina a todos, nos desaparece, porque ya no quieren saber nada de nosotros y de las exigencias que tenemos como estudiantes.

“Exigíamos que la matrícula de 140 nuevos ingresos por año se respetara y no lo hacían. Eran 140 familias que querían que sus hijos fueran alguien en la vida. Exigíamos mejores instalaciones; el respeto a una organización estudiantil, que no hubiera represiones contra nosotros con los policías antimotines y estábamos inconformes”, dice.

Hoy la escuela normal está llena de mujeres a las que los alumnos les llaman tías, son mujeres que les llevan alimentos a los jóvenes de la normal; también hay niños por todas partes; éstos, como siempre, corren y juegan con ese ánimo de examinarlo todo aún ajenos —por suerte— a la tragedia que aquí se vive. Juegan a las escondidas; sin siquiera imaginar lo que es buscar a alguien sin poderlo encontrar desde hace 69 días. Algunos de los desaparecidos son tíos de estos niños y niñas, que pertenecen a una comunidad que quiere un mejor futuro para ellos, para todos. Pero Ayotzinapa ya nunca será igual.



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