Tienen una oportunidad de enseñar y seguir estudiando
CLASES. Marelli es una de las 13 alumnas de Jésica, una adolescente de 16 años que para conseguir un título universitario aprovecha una de las becas de Conafe para dar clases a niños de preescolar en cursos comunitarios. (Foto: RAMON ROMERO EL UNIVERSAL )
nurit.martinez@eluniversal.com.mx
COCINILLAS, Hgo.— En medio del valle de Apan, donde hoy todo es verde alrededor, la tierra ofrece poco a las familias para que sus hijos sigan en la escuela. Es común que los jóvenes abandonen por algún tiempo sus estudios al llegar al bachillerato y se conviertan en los maestros de los más pequeños a cambio de una beca, la ruta para alcanzar estudios universitarios.
Hace 13 años, Jésica ingresó a preescolar en el curso comunitario de esta localidad productora de jitomate, habas y cebada, pero principalmente de migrantes a Estados Unidos. Hoy, ella toma de la mano a Marelli para enseñarla a dibujar a su familia. Es la primera lección, al igual que lo hicieron ayer más de 25 millones de alumnos de preescolar, primaria y secundaria en todo el país al arranque del ciclo escolar 2013-2014.
Ayer, la mujer delgada y trigueña que rebasa los 16 años se convirtió en maestra de 13 niños. Sus ojos denotan el nerviosismo por estar por primera vez frente a un grupo. La beca que obtendrá a cambio, por parte del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), le permitirá alcanzar su sueño: estudiar la licenciatura en Derecho en una escuela privada de Tulancingo.
Apenas transcurren los primeros minutos de clase y Abraham, que no ha parado de llorar desde la ceremonia de apertura, conmueve a la novel maestra y permite que la mamá del niño lo lleve a casa. Mañana intentarán que se quede en clase. Es la imagen que se repitió entre millones de niños en el país, al ser el primer día de escuela.
A unos pasos de ese espacio que es uno de los 2 mil 160 servicios comunitarios en Hidalgo, en el salón de secundaria, Mariana Díaz inicia la clase con ocho alumnos. Ella parece más una corredora de la Bolsa Mexicana de Valores, pero da indicaciones a sus alumnos de primero, segundo y tercer grado.
Mariana les pide que tomen el dictado de la actividad con la que iniciarán. Los de primero verán inglés, segundo y tercero matemáticas.
En primero verán el alfabeto, para segundo el tema es compras en el mercado y en tercero la ley de signos. En medio de las instrucciones, hay un niño que pregunta algo, ella aclara y continúa.
Ya se acostumbró a atender a todos al mismo tiempo, incluso, si alguien platica le llama la atención.
“Ellos también aprendieron a desarrollar esa habilidad. Los de segundo y tercero ya se acostumbraron, a los de primero hay que enseñarlos”, dice. Esa es la escuela multigrado, unidocente.
Por la experiencia que tiene Mariana en el sistema comunitario, le asignaron a los adolescentes de secundaria. Es originaria del municipio de Huacalillos y durante dos años se ha desempeñado como instructora de primaria. Con una capacitación, durante el verano, ella fue habilitada como maestra.
Entonces, su anhelo era convertirse en licenciada en Agronegocios, pero a su familia de 10 integrantes le fue imposible pagar, al menos, los 60 pesos diarios de pasaje para concluir el bachillerato.
“Mis papás me dijeron que no me podrían apoyar y entonces llegaron los del Conafe a ofrecer las becas”. Sólo con esa ayuda Mariana logró concluir el bachillerato.
Aunque su padres le pidieron que no se fuera de la comunidad, ella buscó la independencia. “Hay decisiones que se deben tomar para poder continuar”, afirma.
Inicia ahora su tercer año como maestra, ahí en la localidad a la que se llega por caminos de terracería.
La joven ha desarrollado la habilidad docente para enseñar al mismo tiempo el plan de estudios de diversos grados, por lo que su sueño ha cambiado. Aspira a convertirse en una maestra de carrera y el salario de este ciclo escolar será para sembrar otro deseo: estudiar la licenciatura en Ciencias de la Educación.
Hace poco más de una hora que concluyó la ceremonia de apertura del ciclo escolar. En el patio que mira hacia la laguna azul, la que refleja los sueños de niños y maestros en días de excursión, el delegado del Conafe en el estado, Luis Gil Borja, cuenta que en total son 2 mil 500 jóvenes los que fueron capacitados para atender a 23 mil estudiantes de toda la entidad.
El reto de los cursos comunitarios es mejorar la calidad del servicio que se ofrece, pero la segunda prioridad es retener a los instructores, enumera Gil Borja.
Las familias ponen todo de su parte, a veces una habitación o espacio dentro de la casa para brindar hospedaje a los maestros. Ellos también son los responsables de la seguridad y alimentación de cada uno de quienes enseñan a sus hijos.