aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Sobreviven comiendo papas

Mariana León| El Universal
Martes 30 de julio de 2013
Sobreviven comiendo papas

PRECARIEDAD. Adelina vive con su esposo e hijos en la colonia El Gallito, Ecatepec, considerada asentamiento irregular. (Foto: JORGE SERRATOS EL UNIVERSAL )


mariana.leon@eluniversal.com.mx  

ECATEPEC, Méx.— Adelina se esconde entre una nube de humo negro mientras intenta hacer fuego con madera mojada. Hace seis meses que no ha podido comprar gas para cocinar, desde que el tanque aumentó a 250 pesos, así que recurre a una parrilla improvisada sobre un bote de metal a la que sigue echando hojas de un cuaderno para que pueda encender.

Los niños más pequeños, que van a la primaria Albino Corzo, siguen dormidos. Pasan de las 10 de la mañana y su mamá no los ha querido despertar porque todavía no hay qué desayunar.

Ayer, en la colonia El Gallito en Ecatepec, Estado de México, cayó una fuerte granizada y todo está húmedo, por eso no han hervido los dos kilos de papa que alimentarán —durante todo el día— a sus cinco hijos y a su esposo.

Ella y su familia viven enfrente de una de los tanques del Sistema Cutzamala de la Comisión del Agua del estado y a unos metros de la subestación de Cerro Gordo de la Comisión Federal de Electricidad, al lado de los ductos de gas de Pemex.

En esta casa de paredes y techos de cartón no hay drenaje, agua potable ni luz. A los niños les regalaron una televisión vieja que esperan algún día puedan encender.

Sobre la Vía Morelos, atrás del terreno, hay una zona comercial, de restaurantes y tiendas de autoservicio, pero esta familia no ha comido carne o pollo desde hace dos meses.

“Ahorita estamos sin un peso porque no hemos salido a vender, por eso ahorita voy a sacar unas tortillas duras para desayunar, a veces estamos con pura salsa, porque no hay más”, cuenta.

Dentro de la casa se siente el frío y la humedad por la lluvia de anoche. Casi no hay muebles. Aquí no hay baño y se usa una letrina. El agua la obtienen cuando pasa la pipa, pagando seis pesos para que llene alguno de los botes de plástico, pero bañarse depende de si se pudo o no comprar el jabón.

En las paredes hay dos placas con la leyenda “Vivir mejor”, recuerdo de cuando en 2012 a esta casa le pusieron piso firme.

Estos predios irregulares nacieron hace 11 años, los mismos que la familia Islas Castro lleva viviendo aquí. Pagaron 5 mil pesos a un líder vecinal con la promesa que algún día estos terrenos serían suyos.

Pero la propiedad es federal y se considera de alto riesgo por la posibilidad de alguna explosión. Cada vez es más frecuente que pasen a advertirles que “ya los van a quitar”, pero no saben cuándo.

A través de la avenida de Las Torres el paisaje se repite. Casas de madera, cartón y aluminio. Casi tres mil metros cuadrados que albergan a más de 100 familias, que viven de la chatarra, la albañilería y recolección de basura.

Noé y Adelina se dedican a vender y comprar fierro viejo. Pagan un peso con 60 centavos el kilo y lo venden en dos. Ya no es tan fácil para Noé porque hace unos años perdió una pierna por una herida mal atendida en el pie. Se infectó y se la tuvieron que amputar. En los días que les va bien ganan 200 pesos, pero de esos no ha habido muchos en los últimos meses.

Adelina tiene 45 años y llegó de Puebla a Ecatepec cuando tenía ocho. Tuvo su primer hijo a los 16. Salió de su pueblo porque tampoco había nada de comer y su mamá no la podía mantener. “Yo le decía que mejor no hubiera tenido tantos hijos, y ya ve, ahora estoy igual, pero mis hijos son mi esperanza; Carlos, el que va a entrar a la secundaria, es el que más me dice que nos va a sacar de esta pobreza”.

Problemas de inseguridad

Ascensión Bazaldúa tiene 57 años y hace más de 20 fue uno de los primeros vecinos en llegar a El Gallito. Él, al igual que Alfonso Medina, de 72 años, compró su terreno por 26 mil pesos y tuvieron que ayudar a construir esta colonia, a abrir estos caminos aún sin pavimentar.

Las casas de ellos, encima del cerro, ya están terminadas y no se consideran como “irregulares”, pero siempre existe el riesgo de algún deslave, sobre todo en época de lluvias.

“Todo lo hicimos nosotros, pero amolándonos, yo andaba aquí solito, arreglando esta subida y aquí estaba la barda”, dice mientras señala un camino atropellado y sin iluminación donde las patrullas sólo pasan “cuando se acuerdan”.

Los pequeños senderos peatonales que llevan hacia la avenida principal, la Vía Morelos, están llenos de lodo y basura. Son peligrosos porque hay robos y golpes a transeúntes que cruzan para tomar el transporte público, porque al cerro sólo se puede subir en carro o taxi.

“Los rateros se esconden en esas casas, de abajo, las de cartón, y ya no se les puede agarrar”, aseguran los vecinos. Entre los muchos problemas de la colonia está la inseguridad. Los postes del alumbrado están ahí, pero no funcionan. El riesgo es mayor para las mujeres, quienes son las que más sufren agresiones y se han encontrado muertos en predios abandonados, comenta.

Ascensión y su esposa Guadalupe son el principal sustento de sus dos hijos y tres nietos, quienes también viven en la colonia. Él no tiene trabajo y aunque dice que ha intentado en las fábricas y comercios de Cerro Gordo, todos le responden que “sólo va a buscar pensión”.

“Del otro lado hay un terreno grande, donde me dan chance de ir recogiendo piedra para el mamposteo y trabe ahogada, así que allá me voy a ganar el pan”.

Guadalupe nació con una deformidad en el pie, por eso le cuesta trabajo caminar. Ellos no tienen el Seguro Popular, ni otra pensión.



comentarios
0