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Cuando ya no hay más recurso parlamentario que lo posponga, llega el momento de votar el dictamen de la reforma energética. Son las 15:30 horas, y uno a uno, son voceados los 35 senadores con poder para decidir si va o no va el proyecto que será enviado al pleno en la madrugada. Se escucha el nombre de Carlos Romero Deschamps (PRI), líder de los petroleros, pero está ausente, y es el único priísta que no vota por el cambio que viene.

Por la mañana, allí estaba Romero Deschamps, secretario de la Comisión de Energía. Algo diferente había en él. Cuando está, suele permanecer sentado y retirarse con discreción. Esta vez va y viene. El domingo estaba junto a Emilio Gamboa, el coordinador de los senadores del PRI, en la galería. Ahora camina sin sendero.

Entre este amanecer y la hora de la comida, un misil ha perforado la coraza de uno de los sindicatos más poderosos del país.

Hay acuerdo del PRI y PAN de que sale del Consejo de Administración de Pemex la representación del sindicato. Sólo que sea por eso, la ausencia de Romero en la votación.

Da la puntilla Zoé Robledo (PRD). Llama la atención de que no se menciona al líder petrolero. Se notará su ausencia en una centena de votaciones.

La izquierda al votar pronuncia proclamas: Contra este robo, dicen; por la nación; contra el atraco; contra la tiranía; contra los traidores y corruptos: ideas que adornan el voto en contra de Bartlett, Encinas, Padierna, Mayans, Rabindranath. Así descargan la tensión de haber detenido durante una semana el momento de beber ese cáliz amargo.

Los guerreros de la izquierda están abatidos. Se “canta” que está aprobado el dictamen en lo general. Lo que sigue es una sesión maratónica. Se inscriben oradores del PRD y Manuel Bartlett Díaz del PT, con 162 reservas. Y llega Cuauhtémoc Cárdenas a darles aliento. Y todos tienen rictus de dolor.