juan.arvizu@eluniversal.com.mx

Cuando Ricardo Anaya Cortés (PAN) agita la campanilla de plata reinicia la sesión nocturna, sonríe, saborea el momento estelar de la Cámara de Diputados, la noche de las noches, el debate de los debates, que ha de culminar con la aprobación del Presupuesto de Egresos 2014.

Esta noche es de frío nórdico y húmedo, quizá de 10 grados centígrados, pero la sensación térmica es de un dígito.

El Palacio Legislativo es una heladera, con oficinas en las que pasan la noche, como ratoncillos, los equipos de los legisladores que han pasado un día de espera, de “ya merito”. Esta 62 Legislatura, como las anteriores cinco, desde 1997, vive una tensa y larga jornada de reparto del gasto. El forcejeo de las fuerzas políticas.

La hora ha llegado para que se cumpla la voz de los profetas y líderes (Manlio Fabio Beltrones, Luis Alberto Villarreal, Silvano Aureoles), de que habrá gasto para 2014 al amanecer del jueves, un día antes del límite.

El presidente de la Comisión de Presupuesto, José Manzur Quiroga, corea los goles de México con un puñado de diputados de la bancada del Estado de México en el restaurante La Mansión, de vidrios opacos que dan al patio central. A esa hora, tendrían que revisar el dictamen. Todos están en la jugada, después de una madrugada de trabajo duro.

Otra pista. En la sala de conferencias “Cronista Miguel Reyes Razo”, periodistas comparten tacos de carnitas y al grito de ¡gol! (el primero de la goliza), aparece el presidente de la Cámara de Diputados, Ricardo Anaya Cortés, y se queda, y festeja y come con ellos. Refleja un ánimo relajado. ¿Y el Presupuesto? ¡Ah! Revela que la negociación política está cerrada. Los 4.4 billones de pesos del gasto ya tienen destino.

Aprobado por unanimidad el dictamen en lo general, va al pleno, al gran iglú de San Lázaro.