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Historia “Salvé a mi familia con el agua hasta el pescuezo”

Horacio Jiménez / Enviado| El Universal
Domingo 22 de septiembre de 2013
<b>Historia</b> Salv a mi familia con el agua hasta el pescuezo

LODAZAL. En el poblado de San Diego hay un albergue donde permanecen 99 adultos y 79 niños, ya que a todos se les inundaron sus viviendas y el agua llegó al techo, cubrió patios y vehículos. (Foto: RAMÓN ROMERO EL UNIVERSAL )


horacio.jimenez@eluniversal.com.mx 

ESPINALILLO, Gro.— A unos metros del río de Cayuca —uno de los más caudalosos del estado— se establece un pueblo llamado San Diego. Allí viven aproximadamente 100 personas. Las casas son de ladrillos, cemento y techos de adobe. La madrugada del domingo 15 de septiembre, a la 1:16 horas, los gritos de un vecino, al que se le inundaba su casa, alertaron a todos los habitantes.

María Luisa García Martínez, de 42 años, se despertó con los gritos. Cuando pudo incorporarse y salir de su casa, el agua “le llegaba hasta el pescuezo”, lo único que pudo hacer fue sacar a los ocho integrantes de su familia en una panga, incluidos tres hijos pequeños, pues el pueblo estaba inundado.

La furia de la corriente del agua que bajaba de la montaña arrasaba con todo. Casas, ganado, automóviles y llegó a subir metro y medio. Hasta el martes, el nivel del agua cedió.

Después de la tempestad, los habitantes de San Diego regresan a sus casas para saber el saldo del embate del huracán Manuel.

La única forma de entrar es caminando, pero a cada paso los pies de sus habitantes deben sumergirse casi un metro para poder avanzar. La comunidad está detenida. Las puertas, algunas ventanas y vehículos quedaron atrapados entre toneladas de lodo.

Ella comparte un terreno con otras cuatro familias, su patio lo habilitaron como garage para vehículos. El paso del agua dejó una capa de lodo y atrapó por lo menos seis camionetas.

Doña María Luisa trabaja día y noche para sacar el lodo de su casa y tratar de recuperar lo que más se pueda. Es un poblado de personas que se dedican a la agricultura y “bajan” cocos para vender.

Desde el lunes, poco a poco regresan a sus casas, pero no pueden ocuparlas ni trabajar debido a que están cubiertas de lodo, junto con sus vehículos. Sin embargo, hay un problema mayor, el calor de la Costa Chica de Guerrero no da tregua y empieza a secar el lodo.

Prácticamente todos los habitantes de San Diego se están refugiando en la iglesia de Espinalillo a la espera de que llegue la ayuda.

“Todo se nos echó a perder. Hemos estado comiendo aunque sea arrocito en la iglesia, nada más venimos a sacarle tierra a la casa. Ya no tenemos agua. No ha venido ninguna autoridad”.

A esta población que se encuentra en la Costa Chica de Guerrero, es complicado llegar. Se encuentra a una hora de Acapulco. Pero al llegar a Coyuca las circunstancias se complican más, pues el puente de la comunidad que comunica a distintas regiones, entre ellas Espinalillo, se vino abajo en tres puntos distintos.

Esto provoca que policías administren el paso de los habitantes en grupos de seis. Pasan sobre el tramo del puente por el que aún se puede transitar. Un extremo está partido en dos, por ahí caminan los habitantes agarrados de una cuerda y al lograr pasar, deben bajar por un endeble puente que fue habilitadol para que se comuniquen todas las poblaciones. Aquí, deben esperar su turno.



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