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EL AZUFRE, Oax.— En medio de la oscuridad, el hijo de Antonia trataba de rescatar algunas reses del torrente de agua que ensanchó casi tres kilómetros la desembocadura del río Verde, en el océano Pacífico.

Con el agua a la cintura, atisbó dos pares de ojos apenas asomando al ras del agua. Iba a acercarse, pero su instinto le alertó: son cocodrilos. Apenas unos días después, un niño murió en las fauces de uno en Pinotepa Nacional, a unos cuantos kilómetros de El Azufre.

Es una población incomunicada por el huracán Manuel. Pescadores de toda la vida, las 300 personas que viven en extrema pobreza integran 120 familias. Esa noche del sábado 14 de septiembre no se imaginaron que el río se comería cientos de hectáreas de pastizales, sembradíos de maíz, papaya, mango y limones.

Según las cuentas oficiales, son en principio cuatro mil 200 hectáreas devastadas en el estado, sin contar los cientos de reses ahogadas o que acabaron en las fauces de los cocodrilos que tras las lluvias merodean la zona poblada.

Los vecinos de El Azufre aseguran que al menos 200 lagartos escaparon del parque nacional Chacahua, donde esta su comunidad. A El Azufre vino el sábado 21 un helicóptero de la Policía Federal a dejar 100 despensas.

El camino está destrozado e invadido por agua, que lo hace intransitable. Por agua se llega tras un recorrido de una hora en lancha, pero cuando baje será imposible entrar por esa vía. Y eso va a ocurrir en cualquier momento.

El dueño de la única tienda dice que ya se le está acabando la mercancía. No puede trasladarla en lancha porque por ahora sólo permiten cargar lo indispensable, en particular despensas y víveres que han donado en el municipio de Tutotepec.

“El gobierno para nada que viene. Para ellos todo está bien. Ésta es la realidad. Claro, como ellos están en lo seco, les vale un comino mientras la gente asoma los ojos inundada en el agua como cocodrilos”, dice Leopoldo.

Los habitantes de El Azufre, además, han dejado de pescar en los últimos 15 días por las condiciones adversas del mar. Poco a poco escasea la comida.

Un grupo de vecinos de Jamiltepec se ha organizado para llevarles víveres. Hacen cadenas humanas para cargar lo que se pueda en una lanchita. Así echan viajes de lo que recogen de donativos de la gente, pero es insuficiente. Pronto, si no se rescata el camino por tierra, los pescadores quedarán cercados. Los moscos y los cocodrilos, acechan.