Historia De la renta de motos, al rescate
EN TIXTLA. Las motos acuáticas y lanchas en las que paseaban a los turistas en Acapulco, ahora son utilizadas para llevar despensas, víveres, medicinas y médicos a la población. (Foto: RAMÓN ROMERO EL UNIVERSAL )
alberto.morales@eluniversal.com.mx
TIXTLA, Gro.— Hilario y Ernesto García vieron cómo el agua se llevó su patrimonio en Puerto Marqués, Acapulco, con el paso inclemente de la tormenta Manuel.
Ellos, Los Chunetos, como les gusta que les digan a los primos García, tenían un pequeño restaurante en Playa Bonfil, donde además rentan motos, lanchas y motos acuáticas para turistas, pero con el ciclón dejó sólo cerdos y vacas muertas entre los escombros que arrojó el mar.
Ernesto es amigo del presidente municipal de Tixtla, quien ante la emergencia le pidió su apoyo porque en esta comunidad, enclavada en la entrada de la Sierra de Guerrero, casi la mitad de ella quedó sumergida bajo el agua por el desbordamiento de la Laguna Negra, un embalse natural que según las autoridades municipales hasta abril estaba seca.
“Aquí nos dan comida y un lugar dónde dormir, nos apoyaron con la gasolina y viáticos para traernos la lancha Revolcadero, que es para 25 personas, y tres motos acuáticas. Arriesgamos mucho, cada moto vale por lo menos 150 mil pesos, pero es por ayudar, acá la gente está necesitada manito”, comenta en entrevista Ernesto.
Desde el pasado 18 de septiembre cuando se desbordó la Laguna, estos acapulqueños cambiaron la playa por la montaña. De dar paseos a turistas se han convertido en rescatistas voluntarios, mientras se limpia su playa, pues dicen, con la tormenta además de la desgracia les dejó vacas y cerdos muertos sobre la arena.
Desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde con “Revolcadero” y las motos realizan viajes para llevar despensas, víveres y medicinas, médicos, e incluso, han rescatado perros que quedaron atrapados en las azoteas, sin cobrar honorarios.
El municipio tiene reportes de más de 6 mil personas afectadas, unas 3 mil 500 duermen en albergues, y para mal de los tixtlecos, el agua no desciende.
Desde la Iglesia del Santuario, el panteón municipal, los campos de hortalizas, los invernaderos, hasta el Barrio de San Antonio, que hoy con la emergencia ya se le conoce como La Isla, se forma un gran espejo de agua, dondelas copas de los árboles parecen sólo manchas verdes.
Es en La Isla donde unas 250 personas decidieron aguantar el embate del agua y permanecer en sus hogares, ante el miedo de que les roben sus pertenencias.
Para llegar a este lugar hay que “navegar” entre las calles, entre olores de animales muertos y el de aguas negras; así como entre escombros de casas derrumbadas y autos a los que sólo se les alcanza a ver el toldo.
Los “isleños” improvisaron un muelle con tablones y la base de madera de una cama. Angélica de la Cruz Reyes es una de esas damnificadas, que dice que lo que más le preocupa es que el agua no baja y por las noches las culebras pueden llegar hasta sus casas en las laderas del cerro Texcalzin.
“Aquí todos estamos organizados, nos hemos puesto de acuerdo para salir adelante. Tenemos un reglamento en lo que pasa la emergencia. Primero todos debemos ayudar, segundo, los hombres se encargan de la protección, las mujeres de la comida; tercero, todos nos debemos de respetar y está prohibido tomar (bebidas alcohólicas) para no tener problemas”.
La lluvia no cesa. Sobre una ladera está una improvisada cocina. “Nos regalaron maíz, vamos a comer pozole, pero créame que entre todos nos ayudamos, las despensas las compartimos, aunque sea un jitomate lo cuidamos como si fuera oro”, comenta la señora Angélica, quien está a cargo de la cocina. En Tixtla, la Policía Comunitaria busca evitar la rapiña.